Vaya por delante que no es
intención de quien escribe repartir estopa a quien no debe, pero consciente de
la rabia, el antagonismo y el visceral asco que me lleva en volandas a esgrimir
la pluma, aviso que vienen curvas y como siempre se ha dicho, quién avisa no es
traidor.
Ayer compartí mesa con alguien
que en el pasado consideré digno de ser observado y reconocido. Quise ver en
esa persona, que ahora se ha visto degradada a común gente –mejor dicho
gentuza-, a un posible prócer de su comunidad, de la población en la que vive e
incluso de este convulso país. Pero contrariamente a lo apuntado, el individuo
ha resultado tener dos caras y utilizarlas bien, tal como en una de las obras
de J.R.R.Tolkien hacía Gríma el “lengua de serpiente”.
Llevaba el personaje perseverando
en un activismo de media intensidad pero constante, y lo hacía compaginando el
mismo con su actividad empresarial, en la que hay que reconocer, está teniendo
mucho éxito, pues ha sabido enfocarse a un sector innovador. Vamos, un
ciudadano modélico, ¿no les parece?.
En el último año hemos mantenido
contacto y el mismo, no les mentiré, me resultaba grato. Recibí con agrado sus
consultas en relación al concepto de empresa social que muchos de ustedes saben
que defiendo. Llegamos a tener largas conversaciones en base a aquella idea de
que la empresa es un bien social en sí mismo y que ha de dotar de medios de
vida a todos los que en ella participan, siendo el planteamiento supuestamente
interiorizado por su parte para implementarlo en su propio negocio.
En cualquier caso, todo contacto
continuado hace que la gente deje de esforzarse en las formas y así se empieza
a vislumbrar el fondo de la misma. En el caso de este vergonzante personaje,
ayer el agua en la que nadaba se torno cristalina y pude verle en pelota
picada, pues ningún bañador pudo taparle las vergüenzas: con dos copitas de un
nefasto rioja, el supuesto noble león se convirtió en rastrera y carcajeante
hiena.
Ya andaba el hombre buscando
partido político en el que militar ofreciéndose como savia nueva y regeneradora
(créanme, la población en la que vive necesita cambios) y sabiendo de las
ofertas que se le habían hecho, le recomendé que considerase la opción más
local e independiente. Sin duda, es una formación que se basa en una aspiración
de una gestión con mayor proximidad a la ciudadanía y que necesita apoyos de
personas capaces. ¿Recuerdan a la hiena?, pues afloró y echándose hacia atrás,
palmeó sobre la mesa en un remedo de ritmo tribal y me espetó sin tapujos
(bendito alcohol) que le interesaba la política y que le gustaría hacer cosas
por los demás, pero que debía elegir lo mejor para sus intereses. Eso sí,
compaginaría sus cuitas y haría lo posible por el pueblo. Lo posible…
Miren, no ha de preocuparme a estas
alturas, ni mucho ni poco, que puedan ustedes pensar que me avengo al
maquiavelismo, pero cuando me tocan los quijotes me puedo trasmutar en el más
falso de los duros sevillanos. La pasada velada podría decir que disfruté
haciendo teatro y debió ser del bueno, pues el ya confirmado cuadrúpedo
carroñero se tragaba todos los huesos que bajo le mesa le tiraba.
Le fui poco a poco inflando el
ego y cepillándole el apestoso pelaje, y cuanto más lo hacía, más infecto me
parecía el bicho pero él muy satisfecho, más se reía. Pensaba el insensato que
sus propuestas yo las consideraba mías y se vació tanto que se enterró en sus
palabras y pesaron tanto las mismas que ni una piedra pómez podrá nunca borrarlas.
Imaginen lo que deseen y a fe mía
que acertarán, pero en la obligación de concretar la cosa, les digo que es uno
de esos numerosos parásitos que siguen entendiendo que la política es espacio
para servirse y medrar y no la herramienta que permita servir a la sociedad.
Llegó a hablar el carroñero de sinergias con el entorno económico local,
queriendo establecer mediante eufemismos que es normal el contratar a dedo si
hubiese de darse la oportunidad.
Él estaba ufano y contento, yo un
punto dolido, sobre todo decepcionado pero reafirmado en mis preceptos.
Mientras él batía palmas y bongoneaba con la mesa, yo me partía el pecho y
soltaba bilis, sin poder evitar el desear romperle la cara. Pues encumbrado en
un paroxismo extremo, me afirmó sin rubor alguno que en realidad cualquier
opción para él es buena, pero que hoy por hoy los sueldos que permite la actual
ley laboral del PP, le facilita pagar poco para ganar más. De hecho se atrevió
a decir que ahora puedes sacar lo mejor de cada trabajador que contrates
prometiéndole estabilidad y cuando ya no interese, echarle sin mucho quebranto
y sin más, contratar a otro con el que
poder actuar igual. ¿No me creen?, pues como antes les decía, mucho no me ha de
importar. La hiena existe y lo peor es que hay muchas más.
Postulantes a políticos,
ventajistas y tahúres, son mayoría y diríase que plaga. Los orates que aún
confiamos en las personas, deberíamos estar dispuestos a usar munición de gran
calibre para salvar a los casi extintos leones de las prolíficas hienas.
Pedí al camarero la cuenta y
llegando esta a la mesa me levanté sin pre-aviso. Mirando al malogrado
regenerador de la política local de un pueblo al que mucho quiero, le espeté
una prudente frase: “gracias por la invitación y me gustaría que recuerdes que
si se te ocurre concurrir a unas elecciones no habrá de fallarte el electorado,
seré yo mismo quien te revuelque por el fango”.
El reía, y en una voz ronca que
le desconocía hasta entonces me acusó de ser un iluso. Normal, es así como se
comportan las hienas. En cualquier caso, a pesar de mis dioptrías, aún tengo
buena puntería.
POLITICA ES MORAL
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarque te toquen los quijotes... que mundano dejas ala buena literatura rebajando a unos bajos y a una hiena, cuando lo fácil es decir "cojones" está en la RAE y por otro lado dejar a tal hiena a la misma altura que su propósito y actitud que tales mamíferos. ;-)
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