lunes, 30 de octubre de 2017

BANDERAS DE NUESTROS PADRES




Uno no es muy amigo de la televisión, vaya la cosa por delante, pero en ocasiones la llamada caja tonta ofrece -entre la bazofia- momentos de genial brillantez. Uno de estos es la sitcom (comedia de situación) Big Bang Theory.

En esta serie -que ya acumula once temporadas- habitan personajes histriónicos pero cargados de sentido. Jóvenes científicos, que intentando normalizar su enorme capacidad intelectual en el mundo real, generan hilarantes momentos al aterrizar en la tierra. Bueno, mejor dicho, al intentar caminar por la misma. Entre ellos destaca un físico teórico llamado Sheldon Cooper que a pesar de mostrar grandes carencias relacionales, establece fórmulas de comunicación cargadas de creatividad: una de ellas es una iniciativa vía internet llamada “Diversión con banderas”. En ese programa, Sheldon Cooper –junto a su novia- presenta y explica el origen de las mismas. En fin, pone en uso la vexilología, el estudio de las banderas en su más amplio sentido.​ Esta disciplina es una útil herramienta para la historia, pues el estudio de los símbolos explica muchas realidades de nuestro pasado y presente.

Me hierve hoy la cabeza en un estofado de trapos estampados y la verdad, poco me importan la mayoría de los mismos. Eso sí, hay uno que me inflama el espíritu y viéndolo pasearse de la mano de según qué otros estandartes, caigo en la tristeza más honda y me doy cuenta de que la bandera que ahora veo menospreciada, no es la bandera de mis padres. Hoy su razón de ser es tangencial y no finalista. Es remedo de todo y nada en si misma, diríase que ya es más folclore que digno símbolo de altas aspiraciones y metas. La tricolor que cubrió nuestra sangre ya no es resumen silente de una República igualitaria, es un paño de cocina con el que todos se limpian las manos. Como siempre digo, esta es mi opinión hermanos, y de vueltas con Ortega, afirmo que esa enseña tricolor no es ni fue esto que hoy se enarbola. Eso que ahora se aclama – y mucho lo siento- es una mentira interesada.

Le doy vuelta al seso y se me exprime por momentos. La bandera republicana parece aperitivo de independentistas y justificación transversal de unionistas, pero siendo el trapo más digno, sirve para limpiarse los mocos. ¿Qué no?, vamos a ver, ¿quién puede explicarlo de otro modo?. La presencia de mi bandera para establecer puentes entre dos soberanismos equiparables es cuando menos  falaz y cuanto más falso, pues el concepto republicano es federalista y teje sinergias entre territorios y naciones pero dentro de un proyecto integrador. Por otra parte, el nacionalismo español viene a beatificar su rostro permitiendo que esos “extraños” republicanos se sientan integrantes de la casa común. Evidentemente uno se pregunta algo bien sencillo: ¿la casa común es gobernada por algún elemento político cercano a los valores que algunos reconocemos y denominamos como republicanos?. Es un hecho que no, así pues nada ha de añadirse.

Me congratulo de no haber caído en la tentación de acompañar mi asistencia a diferentes manifestaciones con la bandera que defendimos en Madrid, en el frente de Levante y en la retirada de Cataluña que nos escupió al exilio. Sí, me alegro de veras, pues acercarla a la demagogia de los extremos no conviene al símbolo de la que habría de ser la casa común de todos. Es grato observar como centenares de miles de ciudadanos se manifiesten en nuestras calles a favor o en contra de la independencia. De hecho, siempre he considerado que la mal llamada masa social debe personarse en espacios comunes que demuestren que los políticos no tienen patente de corso. Y ese es el problema, pues actualmente, los espacios comunes son demasiado laxos y poco definen la verdadera voluntad de las buenas y malas gentes.

Cuesta tragarse el sapo de ver a la bandera que define mi alma en alegre componenda con aquellos españoles que a muchos –en pasados y presentes-  nos negaron el que pudiésemos serlo. La tricolor es casa común, es cierto, pero también ha de exigir que todos respetemos unos mínimos relacionales. Insisto, no tiene razón de ser en según qué lares la enseña que marcó el abril más preñado de esperanza de la historia de España. Los nacionalistas la imaginan hermana cuando en realidad quiso ser madre, los unionistas la miran con gracejo, pues de tan compleja, les parece un dama inalcanzable y sensualmente vestida.

No, no les pertenece la bandera que tres colores muestra. Deben dejarla  en el jodido arcón de los trastos viejos y será más digno su sueño que permitir que soles abrasadores la recoman. No es su lugar este tiempo, no es este tiempo mi lugar tampoco. Viendo como vi la bandera de mis padres rodeada de gentes que diciendo de si mismos ser españoles, ultrajan a mi país con su violencia cuando en nombre de no sé qué, salen a la calle defendiendo una España en la que ni ellos mismos creen, ni una vez más compartir espacio quiero. Siempre aparecen fascistas disfrazados de patriotas. Ahí no quiero a mi trapo, ahí no tenemos sitio los cuatro gatos que nos sabemos republicanos viejos. Lo siento, no trago el matonismo de un lado y otro. Así que mejor doblar la enseña que convivió con el himno de Riego y dejarla fenecer en paz, que nada de lo que ahora se ofrece es verdaderamente bueno para bordarla o para remendar la piel de toro.

Me revienta la hiel cuando un supremacista español se acerca a un republicano para llamarle traidor por anhelar un modelo social más justo, pero joderme me jode más que otros se vengan arriba afirmando muy ufanos que les resulta simpático eso de los republicanos. Me llevan los demonios cuando tras la primera palmadita en la espalda, lo siguiente es decirnos que somos majos, pero que estamos equivocados. Bien, pues gracias por perdonarnos la vida y sepan que puestos a decir algo, mejor me callo y vayan imaginando. Lo dicho, la tricolor es vista como una rareza histórica, incluso los jóvenes se me acercan y preguntan –para mi tristeza- que significa esa bandera. Uno sonríe y explica, pero se da cuenta que la noche franquista borró su sentido y ahora, el embrollo de los nacionalismos, hace con ella lo mismo.

El Escriba del Tercio Viejo –hermano que me ayuda a batallar el silencio- dice y persevera en decir que no estamos preparados para algo tan hermoso. A mi pesar la razón le otorgo y le respondo a él y a todos en boca de Camus, que afirmaba acongojado  la tiranía no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas.

Sigan con rojos y gualdas en dispar disposición, yo recojo trapo y regreso a mi rincón.

POLITICA ES MORAL

viernes, 27 de octubre de 2017

SOMATÉN


Hace un suspiro que parte de los representantes políticos de Cataluña han declarado la independencia respecto a España. Dicen los medios de comunicación que las cuatro provincias catalanas configuran ahora una nueva República.

Bien, es un hecho, hay un montón de ciudadanía feliz y contenta celebrando la cosa, pero eso es lo que se ve, no lo que realmente es. No hay situación más tensa que la que hoy vivimos los catalanes, pues estamos rotos en dos. Mejor dicho, estamos quebrados.  Lo estamos tanto que es harto difícil imaginar el futuro de nuestra tierra. Habrá gentes a los que la cuestión soberanista les sea aire que se respira, pero lo realmente importante es que no son –en ningún caso- la mayoría social que pudiese justificar el dantesco escenario que hoy se ha dibujado.

La proclamación de la nueva República Catalana ha mostrado sonrisas, pero esconde muecas tristes y me atrevería a decir que también más que pocas lágrimas. No es la decisión de hoy algo que pueda entenderse como aceptada por todos aquellos que viven en el Principado, bueno, ahora ¿republicado?. En fin, yo no sé qué hacer o decir y es más que probable que corresponda hacer del silencio la mejor de las respuestas. Me decía uno de tantos amigos que hoy ha cruzado palabras conmigo, que era más difícil callar que soltar la boca y ya ven, no puede uno hacer caso, no en balde siempre preferí  las cabras a las ovejas.

Veamos, en Madrid no se ha querido atar una solución en tangente y en Cataluña pareciera que se vaya ganando el pulso por incomparecencia del contrario. La verdad, la cruda verdad, es que la posición silente que muestra el Estado es la calma que precede a la tormenta. Veo y leo que muchos de los apasionados e hiperventilados independentistas, llaman a defender las instituciones catalanas. Incluso he podido fijar la vista en textos que animaban a los que somos templados, equidistantes o terceristas, a quedarnos en casa con nuestras familias y a no sufrir. Dicen que serán los verdaderos patriotas los que reciban los golpes y defiendan la República con sus cuerpos. Muy épico el ofrecimiento, pero no lo comparto. No quiero que nadie deba partirse la cara por nadie, debió servirnos eso tan desgastado y vetusto que se llama Democracia ¿les suena?.

Pasen y vean, busquen y desgranen, tómense su tiempo y no se abandonen a la rabia. Lo contrario es caer en lo que ya se denota en eso tan en boga de la red: aparecen demasiadas fotos de militares como alegoría de la solución al problema catalán y también ilustraciones de miquelets (tropas catalanas del Siglo XVIII) como icono de resistencia. Subyace una épica estéril y tosca, es cierto, pero las gentes que cuelgan esas cosas, explican los extremos. Ya sabemos, son los síntomas los que dan las pautas de la patología.  No es momento de esperar que la suerte arregle el caos, es momento de trabajar en base a hechos concretos que eviten la violencia. Sí, una violencia que siempre es derivada de relatos beatíficos vacíos pero tóxicos.

En breve plazo se gritarán proclamas para defender a la Patria y ¿saben?, mejor que aquellos que crean en ellas marquen los enfrentamientos en los descampados de pueblos y ciudades. Pues siendo los gestos importantes, hoy se ha dado uno de relevancia capital: aquellos que marcan o pretenden marcar el futuro de más de siete millones de catalanes, han votado por proclamar la República  de forma secreta. Cómo decía un gallego en Airbag, la genial película de Juanma Bajo Ulloa, profesional, muy profesional…

Hoy estoy intranquilo, triste y decepcionado. En cualquier caso, si se llama a Somatén, espero que me pille lejos, pues como ya dije muchas veces, no puedo imaginarme que nos hayamos de significar al ver de qué lado se vierte la primera sangre.

Cuidado pido a los aedos de un futuro épico y costoso. Esto no terminará rápidamente y lo que es peor, lejos de disfrutar, lo sufriremos.

POLITICA ES MORAL 

miércoles, 18 de octubre de 2017

WELCOME TO SARAJEVO


Uno se levanta, pone la radio y al poco la apaga. Uno se levanta y lee la prensa, y abandona la lectura. Uno sale a la calle y escucha, y deja de escuchar. Uno ya no sabe que decir y a nadie le importa lo que digas, pues todo quisque está muy seguro de los dogmas de su fe. Uno piensa y en silencio ve que hay que regresar a casa antes de la tormenta. Ya hemos llegado a reconocer enemigos –cuando menos antagonistas- en nuestra ciudad, en nuestro pueblo, en nuestro vecindario. Hay quienes hablan de que mejor fosas en las cunetas que cárceles, hay quién desea ser libre sin estar oprimido, hay quien habla de que empiece el baile y que Dios sepa elegir a los suyos. Hay quien es culpable y de rositas se ha ido, hay quien salvará la piel como siempre ha sido, hay quien caerá en la calle y mientras, los que siempre claman por la guerra, ocuparán el lugar que siempre han elegido, la retaguardia.  Lo he oído muchas veces: hay que ganar y machacar. También escucho que se ha acabat el broquil (sinónimo de hasta aquí hemos llegado). La cosa es que nos haremos daño, nos empezaremos insultando, cobraremos la ofensa con maniobras que a otros afecten, y llegados a la rabia ciega, nos haremos daño.

Más vale que lo aceptemos, estamos a un paso de tirarnos a la yugular de los otros. Me dicen también algunos tontos útiles como yo mismo, que se llegará a un acuerdo, a un punto de equilibrio y yo -pueden llamarme idiota- creo que el daño ya está hecho: el próximo año se escribirá con C de crisis y poco o nada podré haber hecho para evitarlo. Políticos afirmando que nada sucede con la economía, otros hablando de que el catalán es una lengua que somete al castellano y que aquí se ha perseguido todo lo español. Que si mano dura, que si libertad o muerte, que si me cago en tu puta madre,  que si te arranco los dientes...

¡Amenaza tormenta!, grita la vigía realidad desde su alta cofa. ¡Soltad trapo y avante!, gritan quienes pilotan la nave. Siempre se obedecen órdenes, pero toca -como en el motín del  Maine- deponer al Capitán. Por favor, todos los que llevamos nombre y hemos nacido de madre debemos pensar antes de hacer. Mientras nos armamos en ideas que de seguir impenitentes habrán de menester fusiles, Pujol anda de fiesta y también en Suiza la gozan los Borbones. ¿Qué creemos?, ¿que la realidad se armará sola en nuestro total y brillante beneficio?. Las personas que eso piensen es que están muy locas o sucede que vivir en el caos les divierte. En Cataluña es necesario y lo es en España sin duda, toca hablar de ciudadanos y menos de patrias. ¡Sí! Y lo digo ahora, que nunca es tarde para hacer pensar a los hombres. Bienestar social, trabajo y esperanza necesitan los comunes. Cuando semejantes cosas se sustituyen por honras, agravios y pasados, es que la sociedad  está rota y ha caído al vacío de un barranco.

Ya sé, ya sé, soy un infecto equidistante, no es menester que me lo recuerden a cada instante, pero miren ustedes, la verdad nos hará libres y hoy -vaya casualidad- la verdad me asiste. ¿Que a pesar de ver las cosas no pica el gusanillo de una guerrita que nos ponga a todos en su sitio?, ¡venga!, que quizás sea nuestro sino: la Guerra del Francés, tres Guerras Carlistas, la Revolución Gloriosa y la Guerra Cantonal, la Guerra del Rif y por fin el Glorioso Alzamiento Nacional que nos regaló nuestra hermosa Guerra Civil, así lo demuestran. ¡Cuidado!, no olvido las Guerras de Independencia americanas y los desastres de Cuba y Filipinas. En estas últimas también pagó el pato una población inculta y pobre que sirvió de parapeto a los que entonces gobernaban España.  El destino de una tierra extraña, la tierra en la que he nacido, vive de no poner en demasiado valor la sangre de sus hijos. ¿Qué si esa tierra es Cataluña o España?. ¿Lo ven? , después de tanto leer nada han entendido.

Allá por el 1991, en un instituto de Zagreb, se reclutó por mandato del nuevo gobierno a los alumnos de último curso para defender Croacia. Se apeló al orgullo patrio y a la siempre socorrida idea de defender la libertad. ¿Saben?, lo mismo –o similares cosas-  hicieron serbios, bosnios, eslovenos, macedonios y montenegrinos. De aquel grupo de entusiastas bachilleres croatas no se salvó ninguno. Estoy seguro de que se preguntan sobre la memez de traerles a la memoria la Guerra de los Balcanes, pero pueden creerme, es oportuno y urgente. Allí vecinos de siempre se cortaron –literalmente- la cabeza. ¿Que exagero?, no, lo siento. A todas luces parecían vivir en harmonía. Bueno, no apunto más a las conciencias que al final, cuando no gustan los mensajes, siempre muere el mensajero. Eso sí, señores que ostentan cargos que imagino resultan o habrían de resultar útiles: salgan de la jodida trinchera antes de que el odio nos joda otras dos generaciones.

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lunes, 16 de octubre de 2017

EL ALMA DE ANDRÉS


Andrés, ya puedes ir con cuidado. ¿Te has de ir a Barcelona ahora?.

¡Pues claro María!, ¿qué pijo habría de pasar?. Se ladra mucho, pero nadie está por tirar el carro por el pedregal. Tú tranquila, hay que acompañar las dos manás que hemos vendido al LLopis.

Más o menos así debió darse la conversación entre mis abuelos durante la primera quincena de julio de 1936. Bien, la cosa es que Andrés Cuestas –como hacía siempre cuando cerraba tratos en la Ciudad Condal- estaba alojado en un hotel de las Ramblas la mañana del 19 de julio. El ejército se había sublevado el 17 en África y el 18 en Sevilla. En domingo estalló la violencia en Cataluña: parte de la guarnición de Barcelona salió de los acuartelamientos para controlar los puntos clave de la ciudad. El General Goded lideró el golpe, pero el responsable militar de la IV región militar, el General Llano de la Encomienda era contrario al levantamiento. Cataluña se mantuvo fiel gracias a la actuación de la policía, de los guardias de asalto y de la Guardia Civil, pero también por la actuación de las milicias populares que obtuvieron armas de los acuartelamientos.

Andrés, como alcalde pedáneo de su pueblo, llamó para ver como evolucionaba la cosa por su tierra. Tranquilizado por la situación en el Campo de Cartagena, intentó contactar con sus uno de sus hermanos que vivía en la comarca del Vallès Occidental: no lo consiguió. Tampoco había medios de transporte disponibles y no quedó otra que atrincherarse en el hotel y esperar. En cualquier caso, los combates fueron fieros y se dieron bajas en todo el tramo de las Ramblas. El golpe en Barcelona se cobró centenares de muertos y miles de heridos. La danza de la parca acabó el día 20, pero a partir del 21 –así lo explicaba mi ancestro- se cobraron facturas que nunca debieron haberse librado: la CNT y la FAI se hicieron con el control de las calles. El verano del 36 salió muy caro: durante nueve semanas se ejecutaron más de tres mil personas en aras de la revolución popular.

Andrés era socialista, republicano y católico. En resumen, uno de aquellos autodidactas españoles que no renunció a nada –bueno y malo- de la realidad de su país y que en todo veía enseñanza propia y comunitaria. Regresó tras el golpe a El Escobar (su pueblo) y no se reprimió en decir que no reconocía nada como válido en todo lo que sucedía y que una vez más tocaría utilizar los surcos del campo para que habitasen los muertos. No se equivocó: le dieron la razón tres años de guerra y una posguerra de venganza y exterminio organizado de almas e ideas. Preso y desterrado por haber sido íntegro, enterró su honra en el campo de concentración de Formentera. Salvó el pellejo vendiendo el alma, pero a su vuelta a casa había sido expropiado, su hijo había perdido la cordura y la esperanza, sus hijas no tenían futuro y su esposa parecía estar viva pero en realidad hacía tiempo que había fallecido.

Murió sentado en una mecedora, acosado por un dolor viejo, avergonzado de todos y más de sí mismo. Una mañana de 1956 –también de domingo- mi abuela le acercó un café con leche y unas galletas maría. Nos explicaba que fue a la parte posterior de la casa a regar su jardín (un pequeño vergel en mitad de un secano) y al regresar creyó que Andrés dormía. Pensó en reñirle cuando despertase, pues había dos galletas en el suelo que silenciosa hubo de recoger. Fue mi tío quien descubrió que el marchante de ganado acababa de cerrar su último trato.

No les diré que España no tenga remedio, pero nunca ha sabido poner en valor a sus marchantes y a sus acuerdos. Así estamos y estaremos, añorando el valor de la palabra dada, pero aunque os importe un bledo, los que conservamos la sangre de Andrés no os lo perdonaremos nunca. Ya sabemos cómo son las puertas del infierno.

Mi abuelo era marchante de ganado. Lo suyo eran las ovejas y los corderos, pero siempre entendió que mejor cabra que oveja. Malditos seáis, nos veremos en el averno.

POLITICA ES MORAL

jueves, 5 de octubre de 2017

LA SANGRE DE LOS MÁRTIRES


La verdad es que siento tristeza. Una tristeza extraña, pues fruto de la desesperación, se me torna en rabia. ¡Cuán fácil es fiar el futuro a la ilusión vana!, según parece, la cosa es creer en algo, evitando que nadie nos diga que no sirve para nada. Aquí estoy, aquí estamos, espectadores de un desastre que empecinados, negamos.

¡España nos ataca!, se grita a mi lado. ¡Los golpistas catalanes han de ser castigados!, escucho un poco más apartado. Hideputas todos si no os echáis a un lado. Menesterosos de esperanza, nos la vais a robar a toda. ¿Quién creéis ser?, ¿cómo osáis hablar por todos?. Y ¡cuidado!, que aquí tajo parejo os rebano razones, sea cual sea la enseña que os cubre. La mía es la Democracia, en su más pura acepción. Lo que me ofrecéis como respuestas no son democráticas y sí, os lo afirmo yo. Se acabaron las templanzas, me habéis roto los puentes, y si queréis salvar algo, rescatad voluntades y mejor que apretéis los dientes.

Todo empezó de la peor manera y sigue con las mismas cañas, ignominia puesta en escena que no podía ser aceptada, ¿de veras creímos que los días 6 y 7 de septiembre eran el inicio de un viaje hacía un parnaso bañado por leche azucarada?. De eso nada, de eso nada. Lo que mal empieza mal acaba. ¿Qué España no ha estado ni está a la altura?, ¡pues claro!, ¿quién puede negar la cosa?. Nadie puede ni podrá olvidar la violencia del domingo pasado. Pero amigos o lo que me resultéis ser, la fuerza de la calle se diluye con el miedo a que los huérfanos crezcan  regados con la sangre de los padres ausentes. ¿Queremos mártires?, ¿apelamos a la épica que nos escriban una hermosa historia?. Vamos, ¡por favor!, regresemos a la calma y recordemos que reconvenir caminos, no es rendirse ni ante otros ni ante uno mismo.

Yo lo siento mucho, pero si hablamos de libertad, lo que ahora estamos viviendo no contiene ni un atisbo de la carga semántica del término. Primero por una razón inapelable, muchos no se sienten oprimidos y por eso no salen a la calle. Segundo, si el no saber les hace culpables por desconocimiento, no agitemos avisperos y sepamos explicarles. Cataluña está en la picota y por mucho que gritemos no avanzaremos más. Si se proclama una declaración Unilateral de Independencia, estaremos en guerra. La peor de todas las guerras, una guerra civil. No importa la intensidad que tenga. ¿No os preguntáis que sucede, por ejemplo,  en la Junta de Jefes de Estado Mayor?, ¿os suena facha y peligroso?. No os engañéis, en cascada ya bajan las órdenes a los acuartelamientos. En nombre de una Democracia enferma, se abrirán las puertas del averno y los patriotas que persiguen sueños empezarán a contar muertos. Por cierto, en nada exagero, pues el trasfondo de todo es económico y Europa –siento decirlo- mirará siempre a otro lado.  La deuda es lo primero, poderoso caballero es Don Dinero.

Me jode perder la mano de los Besteiros y encontrarme -desayunando en el bar- a Camus y a su teoría de lo absurdo, pero el muy cabrón es el único que dice verdades sin importarle quien escuche, y vamos,  lo hace con dos bemoles. En los últimos días me ha mirado al entrar en el local. Siempre de soslayo pero inquisitivo me buscaba la conversación y yo se la evitaba. Hoy no ha sido posible: sin esperar permiso, se ha sentado frente a mí y ha puesto en marcha un discurso que siendo trascendente, me ha asustado mucho más que mucho.

Él sabe que le leí y le leo, así que ha recogido lo más granado de su pensamiento y sobre la mesa lo ha dispuesto. Me ha dicho con voz atrancada que diga y persevere en decir que era mentira cuando le decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría. Raspado y doliente, agobiado sin duda, se armó de voluntad y cogiéndome el brazo con fuerza, elevando la voz, me escupió la exigencia de que explique a todos que puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad. ¿Qué es lo que propone que hagamos?, es sencillo: hablar y no parar de hablar. Siempre es mejor un mal acuerdo que una hermosa derrota. Sí, ya lo sé, demasiado lo estoy repitiendo, pero es que hay mucha gente interesadamente sorda.

De repente guardó silencio. Al bajar la mano con la que me asía el brazo, golpeó la taza de su café y se manchó la gabardina. Sonrió en una mueca que ya le conozco y dijo: no importa, tiene más lamparones, pero sigue protegiendo del frío y la lluvia. Nos quedamos allí, uno frente al otro, instalados en una calma incómoda y lloramos masculinamente serios. Se levantó sin avisar, fue a la barra y pagó su café y mi desayuno. Al salir, parándose en el quicio de la puerta dijo alto y claro que para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad, pero que para él es la soledad infinita. Así acabó la mañana, así olisqueamos la próxima derrota.

Pensemos todos, sin faltar uno. Si esto sigue así y no se para la deriva, ya no importará quien es culpable o a quien la razón asista. Cuando tengamos el primer mártir, no lo dudéis insensatos, con ese mártir habremos muerto todos.

POLITICA ES MORAL


miércoles, 4 de octubre de 2017

ROMA NO PAGA A TRAIDORES


Sabes que te aprecio amigo , pero, ¿cómo preguntas si el Rey puede mediar en el pandemonio en el que nos encontramos?. Precisamente por entender que  la Monarquía es una institución que tiene su razón de ser y existir en la propia Constitución, puedes darte tú mismo la respuesta.

Me dices que la situación que vivimos es  totalmente hipócrita, pues es falaz afirmar que este es un problema exclusivamente de España. Afirmas que el problema es de toda Europa, y que esta no puede permitir ni admitir una Unión Europea de mini-estados.  Me recuerdas  que en una estructura polarizada no podrían aplicarse con la misma facilidad las políticas neoliberales que definen el actual rumbo de Europa. Amargamente me apuntas que se deja todo en manos de España para frenar la disyuntiva entre las normas de un Estado de Derecho y la voluntad popular de los ciudadanos de Europa. También me dices que el tema odio, rollo nazi y eso de catalanes  de bien o malos, forma parte del argumento reaccionario. Vamos, afirmas que el trasfondo real es otro: el pecunio, es decir, el dinero, manda.

Oye, te doy absolutamente la razón, pero no como desearías que te la diera. ¿Crees que un nuevo estado implantaría sin demora un sistema socialdemócrata que nos llevaría a una eterna sociedad de bienestar?. Lo dudo, ¿te suena eso de la globalización?. Pero eso sí, podemos de hablar de sentimientos que nos la decoren aunque no nos arreglen nada. Yo no soy independentista, lo siento, ya lo sabes así que preferiría hablar de un estado que me reclamase impuestos para establecer servicios de calidad y educación, antes que de una patria escasamente definida que pudiese caer en la veleidad de reclamar que vierta la sangre por ella. No te molestes, comprendo todo y más, pero pudiendo elegir, prefiero un mal acuerdo que una hermosa y épica derrota: ya hubo una en 1714 y aquí seguimos. Eso sí, más mal que bien. Quiero recordarte en mi despreciable equidistancia que aquí estamos por la irresponsabilidad de unos gobiernos que viendo que perdían capacidad de latrocinio, no pudiendo dar pan nos prometieron bollos que pareciera no necesitan harina (me encanta la anécdota de Maria Antonieta, curioso personaje).

Nos conocemos desde siempre, así que hablaremos de los que quieras siempre y cuando nos respetemos (cosa que tú y yo hemos hecho hasta la fecha), pero la cosa está al límite. Sin lugar a dudas que llamaré al Rey, al entestado Gobierno de la Generalitat y al Papa de Roma si fuese necesario. Pues cualquier Institución, persona o cosa es útil en este momento. ¿Crees que una torticera Declaración Unilateral de Independencia arreglará algo?, te digo que no. Podemos hacer una exhaustivo listado  histórico de agravios pero la cosa –lo siento mucho-  es que así como estamos, vamos a una confrontación civil. ¿Realmente crees que no conozco perfectamente lo que es la deriva neoliberal ?. Mira la Unión Europea no puede encajar una segunda primavera de Pericles, pues la deuda española es superior al 100% de su PIB, that's all, ni más ni menos es la triste realidad. Lo que me sorprende, es que los indepes se entesten en tirar el carro por los pedregales, es algo incomprensible: ¿de verdad piensan qué no sucederá nada ?. 

Lo que se ganó "para la causa" se perderá con un movimiento en falso: una efímera independencia que correrá el riesgo de quedar como una amarga anécdota en los libros de historia. Se activará no ya el famoso 155, se activará el artículo 8 de la Constitución: aquel que arranca los motores de las máquinas del Ejército. Sí, no te extrañes, el ejército.  Si queremos no ver muertos en la calle, mejor será que los  que se fumaron la realidad del Parlamento de Catalunya, toquen de pies en el suelo y opten por correr a buscar interlocutores, ¿cuales?, ¡los que sean!. Así será más que probable que una agobiada e insolidaria Europa, auspicie una fórmula en base a una consulta, esta vez sí, con todos sus ingredientes correctos. Cataluña está sola en este viaje, dividida y pendiente de decidir incluso, que puñetas de República será. No es momento de sentimientos, es momento de cordura dentro del arrebato. ¿Te parece contradictorio?, pues a mí no. Oye, utilizad para llegar a acuerdos a los apestosos equidistantes entre los que me encuentro y así nadie se manchará las manos.

Mejor que hablemos. De no hacerlo, tendremos que convivir con la vergüenza de un desastre que nos dejará huérfanos. Por cierto, habiendo citado a una francesa a la que sajaron el cuello, permíteme que hable de otra dama que disfruta con los cadalsos. Cuando el pasado viernes, en el cierre de la campaña del referéndum, escuché a la Señora Mireia Boya de la CUP gritar a los Comunes como si estuviese proclamando una guerra, y decirles que había que tomar partido, que no entendiesen  el referéndum como una movilización, pues lo que se pretendía era proclamar  la independencia de Catalunya, ¿sinceramente?, me cagué. Algo me está chirriando, no perdono que en el movimiento hacia una supuesta y anhelada libertad, una diputada –supuestamente demócrata- advierta, de forma salvaje, que si no se proclama la secesión, "Roma no pagará a traidores". Dijo con mucha ligereza que los independentistas tenían memoria y que no les perdonarían nunca. ¿Sabes lo peor?, nadie le quitó el micro, nadie de entre los participantes en el acto le afeó semejante salvajada.

¿Qué con quién estoy?. Mira que os gusta a todos que os acompañemos por pelotas. Yo estoy con la jodida necesidad de dejarme de puñetas, de afear a todos los indepes y unionistas que no se sienten a hablar de una jodida vez. ¿Qué os pensáis?, a ver si os vais enterando, me va una higa en que se deba pactar y me va una higa quien lo pacte. Pero dejaos de proclamaciones unilaterales bajo la excusa de que la cosa es imparable. ¡Copón bendito!, ¿no nos llenamos la boca de que todo está por hacer y que todo es posible?. ¡Ah!, ¿me dices que sí?. Pues has de saber que esa es la misma apreciación que apunté en mi misiva a la zarzuela. ¿Qué el Rey no escucha?, ¡copón otra vez!, ¡pues escuchad vosotros!. Que con lo que se haga o deje de hacerse, nos la jugamos todos.

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