jueves, 31 de enero de 2013

SOCIEDAD JUSTA: Ejercicio de ciudadanía.



Ustedes y yo, todos en definitiva, escuchamos cada día y hasta el hartazgo opiniones similares a esta: “Todos los políticos son iguales, esto no tiene remedio. Los que se presentan es para robar lo que puedan y así va el país…”.
Bueno, sin poder enmendar la mayor,  quisiera afirmar que llegados a este punto, sin duda hemos de ser nosotros, los ciudadanos, los que impongamos la voluntad de cambiar una realidad que nos ahoga e indigna.
Tras una oscura dictadura, la incorporación a un sistema democrático nos hizo creer que nuestros horizontes, aún siendo lejanos, eran luminosos y limpios. Nada podía hacer presagiar que nuestros representantes democráticamente elegidos, pudiesen traicionar a aquellos de los que emanaba la voluntad popular. Creímos de buena fe que abusos y opacidades pasarían a ser hechos del pasado y así, satisfechos de lo conseguido, nos convertimos poco a poco en una sociedad dormida. En ella, gentes más agresivas y malintencionadas que nosotros, han construido una realidad paralela a la social en la que por las buenas o las malas, han conseguido atender sus intereses y lograr sus objetivos.
El momento presente es el que es, pero debemos estar dispuestos a luchar por lo que es justo. Indignarse, hablar, twitear, debatir en facebook, son vías válidas para opinar y pronunciarse, pero si verdaderamente queremos  “hacer algo” para cambiar la realidad, debemos estar dispuestos a luchar por ello y ser capaces de hacerlo. Ser ciudadano es un cargo público en sí mismo y como tal obliga…
Hemos de salir a la calle, acercarnos a las instituciones, entrar en ellas sin reservas ya que son nuestra casa y por tanto seremos bienvenidos. Si nos lo proponemos, conseguiremos revertir nuestro ordenamiento legal en beneficio de todos. El ciudadano puede y debe ejercer su condición de verdadero depositario del poder político. Un cargo electo ha de ser alguien en el que la ciudadanía delega temporalmente la confianza para actuar en su representación. Por lo tanto, hemos de monitorizar lo que se decide y hace en nuestro nombre. El objetivo no es elegir a nuestros representantes entre los más capaces, lo más importante ha de ser elegir a nuestros portavoces entre los más capaces.
Somos más y por ello, podemos cambiar la realidad.
POLITICA ES MORAL

miércoles, 30 de enero de 2013

SOCIEDAD JUSTA: Izquierda y República.


"La política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de programas."  Enrique  Tierno Galván.

Al viejo Profesor le dictaba la razón y una enorme capacidad de síntesis le permitió llegar a toda la ciudadanía.En el momento actual tendemos a pensar que todas las opciones políticas se ciñen a la máxima de “quejarse en la oposición y callar en el gobierno”. Pareciera cierto pero no lo es. No nos dejemos llevar por el horizonte inmediato.

Hay grandes diferencias entre gestionar el poder y sus instituciones con criterios conservadores o progresistas: en el primer supuesto, unos pocos se benefician de los rendimientos de la mayoría social, en  el segundo, la riqueza, los recursos, se entienden como compartidos y con la finalidad de conseguir justicia social.

Capciosamente, las posiciones oligárquicas y de casta social argumentan que las coberturas sociales, la protección, adormecen a la ciudadanía por el hecho de tener garantizados unos mínimos de vida y en consecuencia, sociedad y economía se resienten en su crecimiento. Nada más falso e interesado. ¿No es cierto que los países nórdicos son objetivamente capitalistas?, ¿es correcto decir que estos países incentivan la actividad económica de forma preclara?, ¿es erróneo afirmar que una economía fuerte genera tributación y la buena gestión de los tributos aporta bienestar?. No es necesario extenderse más, la llamada “economía de mercado” puede ser, sin duda, propia de una política progresista. Por tanto, ser de izquierdas, trabajar bajo esa base ideológica, es la más adecuada vía para alcanzar una sociedad justa.

En paralelo a la “gestión práctica de gobierno”, subyacen otros aspectos que tienen relación con la representatividad y legitimidad de las instituciones. Partiendo de una innegable necesidad de objetivizar los fines, no ha lugar a órganos de poder o gestión no controlables por la ciudadanía. En el momento presente, aceptar que el poder sea hereditario por nacimiento e incluso que los varones tengan prioridad sobre las mujeres (es el caso de nuestra casa real) es un anacronismo que de mantenerse, niega todo nuestro Estado de Derecho.

República es un término nacido del concepto latino Res publica y cuyo significado es, en sentido amplio,  la igualdad ante las leyes, el sometimiento del gobierno a la ciudadanía y la constatación de que no existe más forma de legitimar a los gobernantes que el ejercicio del sufragio. Los ciudadanos, con su voto, se dotan de la representación de los más capaces...

Nuestro presente es el que es. Aún hoy recelamos de un pasado que ya debería estar superado e interiorizado. Por lo tanto, aún acatando nuestro ordenamiento legal, es lícito aspirar a un régimen político donde no existan privilegios y/o discriminaciones, donde la economía tenga un fin social. Un sistema en el que  el gobierno de las instituciones nazca de las urnas. En resumen, una sociedad progresista y republicana.

POLITICA ES MORAL

sábado, 26 de enero de 2013

SOCIEDAD JUSTA: La independencia del Gobierno Local.



¿Cuál es el mejor gobierno? El que nos enseña a gobernarnos a nosotros mismos. J.W.Goethe

La ciudadanía, a pesar de una clara percepción del desgobierno generado por sus representantes electos, poco o nada cree poder hacer para cambiar la realidad.

Sin duda, cualquier habitante de nuestros pueblos y ciudades ve como una quimera influir y generar cambios en los organismos de la Unión Europea, en la gobernabilidad del Estado o en su Autonomía. Ciertamente, los centros de decisión están lejos de cualquiera de nosotros pero también es cierto que  existe un ámbito inmediato y reconocible en el que nuestras propuestas y actos tienen efecto: el poder municipal.

El gobierno local está cerca, sus actuaciones se conocen de primera mano, sus decisiones se reflejan en nuestro día a día: la vía pública, el funcionamiento de los organismos de gestión, escuelas e institutos, ambulatorios, urbanismo, policía local, entidades ciudadanas y otros muchos aspectos de la cotidianidad, nos permiten valorar el trabajo de aquellos que gobiernan por mandato de nuestros votos.

Podemos decir que el ayuntamiento es el ámbito más cercano a la verdadera subsidiaridad democrática. También es innegable que los gobiernos municipales han incurrido en comportamientos propios de la mal llamada “política general”. Redes clientelistas, uso inadecuado de los recursos públicos, estructuras desarrolladas para asegurar representación y cargos han provocado un despotismo que aleja al Ayuntamiento  del interés de la mayoría ciudadana.

Si hemos de conseguir una regeneración democrática, la única opción es optar por plataformas de representación realmente locales e independientes, organizaciones que no sean sucursal o franquicia de partidos orgánicos de mayor tamaño. La acción de la política local debe centrarse en los intereses de la población, sin verse condicionada por ejecutivas, órganos intermedios o gestiones de gobierno alejadas de los ciudadanos y propias del Estado o de la  Autonomía de turno.

Un cambio futuro, una posible segunda transición, se iniciará en orden inverso al actual. Del Municipio a la Autonomía, después al Estado y finalmente a la Zona Euro. Un Ayuntamiento podrá coordinar y generar acciones con otros pueblos y ciudades, extrapolar políticas de la parte al todo es la vía adecuada. Si se me permite recurrir al tópico, el ciudadano solo dispone de una opción válida: pensar globalmente y actuar localmente.

POLITICA ES MORAL

SOCIEDAD JUSTA: La Representación.



En un momento en el que labor política está en entredicho, conviene recordar los conceptos básicos de la llamada representación social.

El objetivo primero y último de un partido político es promover y facilitar la participación de  la ciudadanía en los gobiernos democráticos. Es por ello que el objetivo no es el conseguir el poder para unas siglas, sino el representar los intereses comunes de la sociedad y servir de nexo entre el poder institucional y los ciudadanos…

La aspiración de llegar a una verdadera sociedad justa obliga, sin lugar a dudas, a cuestionar las estructuras orgánicas de los partidos tradicionales. La deriva de los últimos años ha demostrado de forma preclara que los mal llamados “representantes de la voluntad popular”, en realidad se han convertido en  una comunidad profesionalizada que les otorga privilegios y les permite acceder a recursos de forma continuada. En resumen, ninguna opción partidista parece contemplar los fines u objetivos básicos de interés social.

Los políticos no deben reconocer su estatus como “natural”. No pueden llegar a pensar en disponer de derechos adquiridos. No tienen que considerar la política como una carrera profesional. Gobernar, representar a la ciudadanía, es ser capaz de tomar decisiones a riesgo de no ser reelegidos.

La política no es una profesión…, los profesionales deberían hacer política.

POLITICA ES MORAL