martes, 7 de mayo de 2013

HABLAR CON RABIA

 

La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo. Miguel de Unamuno
Siempre he considerado que el pensamiento configura el lenguaje y esta severidad, sin duda, me ha demostrado lo banal que resulta el lenguaje político. Cascarón vacío de contenido pretende, exclusivamente, adornar de verdad falsa las mentiras ciertas.
Escuchar el discurso de un representante electo o de un aspirante a entrar en la casta, puede resultar atractivo, incluso ameno y en ocasiones formativo. Pero ese atractivo, esa generosa información aportada, en realidad persigue tan solo perpetuar los beneficios, las prebendas de unos pocos. El lenguaje de los comprometidos políticos o de los postulantes a ello, nos eleva a la ilusión de nuevos y mejores futuros para más tarde dejarnos caer al vacío como juguetes rotos…
Cuando nos damos cuenta del engaño de las palabras, cuando los cantos prístinos se tornan graznidos, entonces, abrimos la boca y hablamos con rabia.
Ayer, quien suscribe, participó en una reunión dirigida a la consecución de un Pacto Social para procurar hacer frente a la nefasta situación socio-económica de mi Municipio. La ausencia de actores básicos en la iniciativa, la percibida distancia de los “representantes de la voluntad popular” respecto a la realidad de la ciudadanía, me incendió el alma y me llevó al paroxismo del lenguaje de trinchera. Un lenguaje que por descarnado, es cierto…
Un estimado amigo y compañero de partido, conociendo mi valoración del uso de la lengua tomó nota de mis exabruptos. Nunca le agradezco lo suficiente su tutela y en base a sus notas tomadas durante las tres horas que duró la reunión, les relato:
“¡No seas tan prudente coño!, peguemos una patada en los huevos a esta gente. Su política es agresiva de cojones y se pasa por el forro a la gente. No sé qué hacemos con la pasta en este pueblo, no entiendo una mierda. Hay que actuar, para eso estamos nosotros, ¡cojones!. ¡Dios y su puta madre!, suerte que soy cristiano. Hay que mover el culo de una puñetera vez, ¡joder!.”…
En realidad, el párrafo anterior se ha redactado utilizando doce expresiones inconexas, pero curiosamente, encadenadas parecen formar parte de un mismo instante de pasión. Curioso…
Pido disculpas, nada justifica perder razones por un uso incorrecto del lenguaje por mucho que lo alumbre el corazón. Pero sin voluntad de salvar mi orgullo, prefiero defender mis malas formas consecuencia de la búsqueda de la verdad, que leer redacciones sobre iniciativas demagogas que aun siendo lucidas, como antes comentaba, adornar de verdad falsa las mentiras ciertas.
POLITICA ES MORAL