miércoles, 4 de mayo de 2016

LA CONSTITUCIÓN QUE SE ZAMPÓ FERNANDO.


Cuando mi gente preguntaba qué puñetas defendíamos, servidor de ustedes les respondía que no estábamos defendiendo unas murallas, muy al contrario, estábamos tomando al asalto el futuro de España.

Por supuesto, no entendían nada, pero imagino que el convencimiento que veían en este oficial artillero, les hacía pensar que tragar humo y recoger las tripas de sus compañeros era algo que valía la pena si, tal como se comentaba, los señores que se reunían para hacer una Constitución –muchos no sabían ni pronunciar la palabreja- trabajaban por un futuro mejor para todos, ricos y pobres…

Cuando los jodidos gabachos dejaron de joder la marrana y salieron pies para qué os quiero, los servidores de los cañones quisieron pensar que sus disparos también fueron pluma para escribir todo lo que explicaba y exigía “La Pepa”, pues así le llamamos todos a la Constitución por haberse decretado un 19 de marzo. Sí, ya sé que conocen la cosa…

Bueno, tal como sigue siendo costumbre en esta Patria nuestra, muchos trabajan con ahínco y unos cuantos viven del momio. Así, la joven Constitución que se dijo era decretada y sancionada para el “buen gobierno y recta administración del Estado”, nació como un naranjo borde cuyo fruto es bonito  pero amargo.

El que se hiciese garante de la nueva legalidad de España al cautivo Rey Fernando, resultó tanta tontuna como poner a vigilar el gallinero a un zorro. Miren ustedes, pueden leerlo si lo desean, aquí tienen la llave que se le entregó al monarca cual patente de corso: las Cortes de Cádiz aludieron a las antiguas leyes fundamentales de esta Monarquía, las cuales podrían “promover la gloria, la prosperidad y el bien de toda la Nación”…

Lo dicho tontos, o mejor dicho necios, que peor suena.

Este zampatortas Borbón se ha pasado tres pueblos y se ha trincado a todos sus vasallos, lleven estos falda o calzón largo. El 4 de mayo de 1814 se puso gallo Don Fernando y como también ustedes recuerdan, abrogó por sus bemoles la Constitución.

Bien, llegados a este punto, comprenderán que algo toca hacer, así que siendo ya demasiados los seis años que hace de la indignidad cometida por Su Majestad, yo me pongo al lado de Rafael del Riego Flórez, que en su calidad de Teniente Coronel del 2º Batallón Asturiano y en este circunstancial asentamiento en el sevillano municipio de Las Cabezas de San Juan, ha proclamado para todo ciudadano de bien lo siguiente: España está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey, que debe su trono a cuantos lucharon en la Guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda Nación moderna. La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz, entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador. Sí, sí, soldados; la Constitución. ¡Viva la Constitución!

Libres son ustedes de elegir su camino, nadie soy yo para indicar que sea el mío el correcto, pero se trata de España y no del Rey Felón o de nosotros.

POLITICA ES MORAL 

1 comentario:

  1. Para mi Fernando VII, ha sido el peor rey que ha tenido España, con él (tras una sangrienta guerra contra Napoleón) empezó el declive definitivo del país. Incapaz de recoger el testigo ilustrado de su abuelo Carlos III, agudizó la incompetencía de su padre.

    Si hubiese acogido la inspiración liberal que se inició en Cadíz quizás podría haber corregido los desmanes de su padre y proseguir el atisvo de modernidad que había empezado su abuelo.

    Más lejos de la realidad, dejó el país en manos de la España rancia.

    Después de esta sencillo comentario, me vienen a la cabezaa acontecimientos recientes de la política española, claro que no hablaré de reyes sinó de presidentes, y en vez de padre e hijo (antecesor y sucesor), y me refiero a los dos últimos presidentes del gobierno, cuyos aparatos políticos (cien mil hijos de San Luís del siglo XXI), no ha vuelto a la España rancia jacobina.

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