viernes, 21 de julio de 2017

BRAVO POR LA POLICIA LOCAL DE CARTAGENA.


Cartagena: monte sin leña, mar sin 'pescao', mujeres putas y niños 'maleducaos'…

Si algún pisaverde se me tomase la libertad de recurrir a semejante hijoputada en mi presencia, no lo duden, le partiría gustosamente la cara. Nadie ha de venir de fuera a tocar los bemoles a los de casa. En cualquier caso, los que somos de Cartago Nova, tenemos derecho bien ganado a poner a la familia en su sitio.

No sé demasiado bien como acometer la descripción de lo que pasa en la cuna de Carmen Conde. Me doy cuenta de que la incultura es protagonista en las calles y en las virtuales plazas de internet. Uno prefiere pensar que se significan unos pocos y que estos son muy ruidosos, pero pasan los meses sumando años y la joya de mi particular corona de está convirtiendo en un acantonamiento de fascistas carpetovetónicos y enfermizamente orgullosos.

Miren, en España involucionamos, no hemos conseguido normalizar nuestra endémica necesidad de jodernos el alma unos a otros. De hecho, la impunidad de la que disfrutó el aparato de la dictadura a la llegada de nuestra Democracia, ha permitido que el virus del falso patriotismo se conservase incólume a la espera de infectarnos de nuevo. La cosa es como es, la proclama patria pareciera curar todos los males y mientras, por nuestra madre la bandera, seguimos votando a hideputas que nos han robado hasta el aliento. ¡Copón bendito!, que la derecha más reaccionaria acuse de revanchistas a aquellos que reclaman retornar el honor a los caídos en la represión franquista es, cuando menos, un sinsentido y cuando más, una indecencia.

El pasado 18 de julio, la Policía Local de Cartagena realizó una actuación en la que localizó un grupo de extrema derecha que pretendía ensalzar el golpe militar de 1936. Exhibiendo la bandera pre-constitucional, fueron invitados a abstenerse de mostrarla y así fue como unos fascistas de nuevo cuyo pero de tradicional demagogia, apeló a la libertad de expresión para no deponer su actitud. Los agentes actuaron con pulcritud, pero a pesar de ello, para los que sufren de veleidades de salva patrias, el honorable cuerpo es ahora un vertedero de apátridas.

He sufrido con la lectura de los insultos y descalificaciones dedicados a unos funcionarios públicos cuya vocación el servir y proteger a todos los cartageneros. Personajes montaraces que en sus perfiles tienen un altar repleto de iconografía nacional-católica han llamado a somatén e incluso se han permitido amenazar al Consistorio con denunciar a la policía. Lo dicho, los zorros encumbrados en defensores del gallinero.

Cuando algunos ciudadanos han apelado a la calma y reclamado respeto, los nuevos pelayos (algunos demasiado jóvenes para saber lo que fue la dictadura) les han retado a encontrarse en la calle para poner las cosas en su sitio. Ya lo ven, machotes y machotas dispuestos a todo por salvar algo que no saben ni lo que es ni lo que significa.  A la que olían a moderación, lo inmediato era definir al interlocutor como rojo podemita, traidor a España y adornar el tema con una mezcolanza de insultos que me permitiré no reproducir.

La violencia verbal de estas gentes es insondable, el epíteto de rojo como sinónimo de alimaña y el ultraje al término patria es, para estos incapaces  la esencia de su insustancial vida. Además, lo peor de todo es observar que sus posiciones numantinas son fruto de una más que evidente incultura a todo nivel. Me llamó la atención que recriminasen la presencia de banderas republicanas en las calles en otras ocasiones y pueden creerme, uno podría aceptar la equidistancia entre la rojigualda y la tricolor, pero aquí hablamos de algo más profundo y relevante, aquí hablamos de ensalzar un régimen fascista inadmisible para la memoria de cualquier pueblo. ¿Qué duró mucho tiempo?, ¿qué todo era mejor entonces?, miren, no me obliguen a recordarles a Labordeta…

Bueno, en el fragor de apreciaciones y respuestas en el ágora virtual, apareció, como no, Cataluña. Nombrada la bicha, los herederos de la verdadera España empezaron a acusar a los que defendían la actuación de los municipales de traidores. Si se retiraba la bandera con el águila de San Juan, debían quemarse todas las banderas esteladas. Vale, Huston, tenemos un problema, es cierto. En cualquier caso, hagamos el favor de no mezclar churras con merinas. Uno se mea de la risa cuando escucha decir a los ultras cartageneros que ellos no se meten con nadie, que tan solo son verdaderos patriotas y que los protagonistas del incidente tan solo asistían a un acto de conmemoración del día del alzamiento. Apesadumbrados, estos ejemplares ciudadanos, decían tener derecho a pasearse con su propia bandera, que no correspondía denominarla como preconstitucional atendiendo a que el escudo del Águila de San Juan se encuentra estampado en la primera edición de la Constitución Española. No hay más preguntas Señoría.

También, personalidades de reputada trayectoria, afirmaron que cuando salen a la calle los de extrema izquierda a liarla, la cosa no es noticia y que los policías –siendo según ellos todos podemitas- se inhibían con gusto. Acusaban a la Policía Local de provocar enfrenamiento al publicar en su página corporativa la actuación. Decían que de ser rojos los abanderados no hubiesen hecho nada y que ello demuestra que tienen intereses oscuros e izquierdosos. Volviendo una y otra vez con la mula al trigo, uno de los protagonistas del incidente (así lo proclamaba) insistió en dejar clarinete que no era no extrema derecha ni de extrema izquierda, simplemente era un patriota que venía de la celebración de un motivo histórico. Efectivamente, uno no puede negar la mayor, celebraban un levantamiento militar contra la legalidad Española de 1936. Lo dicho, ni puñetera idea el prócer. Otros palmeros, enardecidos por el gran argumento rompieron bravos y gritaron un apasionado Avanti camaradas. Épico, ya lo ven.

El victimismo, en gente cargada de odio es un fenómeno curioso. Fueron legión los que acusaban a las autoridades de persecución y barruntaban todos los males para los policías y el ayuntamiento cuando se les acabase la protección y la impunidad. Podrán imaginar que ya me vi a unos cuantos héroes sacando a pasear a los traidores a España. Excepcional resultó leer a un sabio hacer paralelismo entre la Policía y los comisarios políticos del Frente Popular (el magister confunde la pertenencia de los mismos). Acusó a la institución de perseguir todo lo que no huela a “marxismo cultural”, con la clara voluntad de mantener al pueblo agilipollado y engañado. La traca final la puso un mílite en ciernes con una verdad absoluta: definió a la policía como perros del sistema y afirmó que el hecho de llevar uniforme no les exime de ser unos rastreros a las órdenes de los amigos de los terroristas que odian a su patria. Ahí queda eso.

Abandono el puente con lo más impactante que aportó la noticia publicada. Un cartagenero de pro, en plenitud de sus facultades mentales, afirmó sin empacharse que no puede compararse la extrema derecha con Hitler, pues el führer era de extrema izquierda socialista.

En nada me bajo para el Campo de Cartagena, ya les iré comentando. Por cierto, todo mi respeto y reconocimiento a la Policía Local de mi amada ciudad. Una institución con una indudable y demostrada voluntad de servicio a todos los cartageneros sin discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

POLITICA ES MORAL

martes, 18 de julio de 2017

18 DE JULIO Y EL FASCISMO PATRIO


Pedro Calderón de la Barca, orgullo de nuestro teatro, nos enseñó que siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence. ¿Le ven hoy la utilidad a tamaña idea?. Por mi parte les diré que sí,  que se la veo toda.

En cualquier caso me andaré con tiento, pues este país ha recobrado el orgullo de reivindicar a los fascistas. Deberá ser cosa de nuestros genes, pero en esta España amada, rebrotan los caras al sol cantados por los salvadores de la patria. No habiendo pagado nada por una criminal ilegalidad de casi cuarenta años, reviven las glorias de su infecto pasado y se permiten opinar cuando deberían estar callados. El miedo a la violencia que sin duda hubiesen ejercido de no encontrar acomodo en la nueva Democracia, les permitió que valientes estadistas como Adolfo Suarez hiciesen encaje de bolillos para llegar a un equilibrio entre verdugos y víctimas. ¿Qué exagero?, no, ni mucho menos. Aquí, los golpistas del 18 de julio de 1936, volvieron a vencer sin dar cuartel.

Me micciono hoy en todo y con ganas, no entiendo que un genocida y sus cofrades sigan siendo respetados en nuestros días. Es duro desayunarse con las gentes de la Fundación Francisco Franco mientras sueltan bilis frente a un enorme cartel que reza “derecho al alzamiento”. ¿Qué hemos conseguido con el orden constitucional?, yo les respondo. En nombre de la libertad de expresión, los que debieron cerrar la boca en los limos del olvido, se permiten gritar con orgullo que son fascistas y que el tiempo les ha dado la razón. Se ven a si mismos como vencedores de un combate de boxeo a los puntos. ¡Ah!, y claro, afirman ufanos que la culpa fue de los asquerosos rojos…

Hasta la saciedad he defendido que la Guerra Civil no la ganó Franco y que en realidad la perdió la República. Es un hecho histórico, los seis primeros meses del conflicto fueron de descontrol social por parte de las instituciones, se cometieron tropelías sin nombre que avergüenzan a cualquier nacido de madre y el esfuerzo de guerra se perdió en guerras intestinas que debilitaron sus opciones de imponerse a la hipócritamente llamada zona nacional. Amén a todo hermanos, pero corresponde analizar como combatieron los fascistas y también deducir las razones para que la guerra durase tanto tiempo. No olvidemos que es objetivable  que la mezcolanza de las unidades leales a la República no llegaba ni a la suela del ejército que comandaba el atiplado Caudillo.

La guerra fue un genocidio bien estructurado, la encarnación del horror como arma de destrucción masiva, la base práctica para las teorías que se extenderían durante la Segunda Guerra Mundial y también tras ella. La cosa era sencilla, tras tomar una población, se ejecutaba a parte de los prisioneros y se les dejaba en mitad de la calle como aviso a navegantes, al resto se les daba matarile a las afueras de sus pueblos y se les habilitó como residencia eterna las cunetas de las carreteras y caminos. Se atentaba contra las mujeres vejándolas y convirtiéndolas en la parte más visible del sometimiento de la retaguardia (les invito a que revisen las teorías del malnacido Doctor Vallejo Nájera). Fueron puestos en práctica bombardeos aéreos estratégicos (no tenían objetivos militares) para minar la moral de la población civil en la retaguardia. Es decir, se llevó la guerra y su violencia a aquellos que no empuñaban armas. En resumen, la lucha se dio en las líneas de frente, es cierto, pero lo que se deseaba realmente era exterminar cualquier atisbo republicano o libertario. Se buscaba el sometimiento absoluto, sembrar de sal el libre pensamiento para que nunca volviese a rebrotar en el imaginario de los españoles. ¿Lo ven?, un genocidio de almas, la máxima aspiración de los fascismos.

Acabada la guerra, incluso se promulgó una ley que obligaba a los vencidos a regresar a sus domicilios previos al golpe de estado. La cosa estaba clara, o te exiliabas o regresabas a casa para que te cobrasen tus pecados rojos. En muchas ocasiones –pueden imaginarlo- con la propia vida. No me extenderé más, pero los cuarenta años de paz, que sin lugar a dudas dieron a las gentes tranquilidad y llegada la década de los sesenta del pasado siglo, prosperidad,  nos castraron la humanidad que debió hacer que la dictadura acabase al menos con una Revolución de los Claveles al modelo portugués. No pudo ser, el Estado fascista, maquillado para ser digerible por la comunidad internacional, sobrevivió bajo una falsa librea y fue el encargado de confeccionar una Democracia en la que ni Dios les reclamase pagar sus pecados.

Miren, España es, tras Camboya, el país que tiene más fosas comunes en todo el mundo. Curiosamente los herederos de los asesinos siguen tranquilos e incluso cuentan con el apoyo de historiadores revisionistas que se entestan en dejar muy claro que Franco y sus generales eran muy buena gente y que hicieron lo que hicieron por no quedarles otro remedio.

En Austria se demolerá la casa de Adolf Hitler, aquí subvencionamos el mantenimiento del Valle de los Caídos. Lecciones las justas, ¿estamos?.

POLITICA ES MORAL