Mea culpa, soy tonto, muy tonto. Josep Andreu
No he de andarme por las ramas,
no sabía muy bien como quedaría el reparto de fuerzas en Congreso y Senado tras
las Elecciones Generales de ayer domingo. En cualquier caso esperaba que quien
encajase el golpe del martillo pilón de la indignación ciudadana fuese el
Partido Popular. Por cierto, esta valoración en nada tiene en cuenta la
ideología, pondero en base a la más escasa de las virtudes, la integridad.
De todos es sabida mi posición
política, ergo ninguna opción conservadora o ultra-liberal ha recibido o
recibirá mi sufragio, pero quede meridianamente claro un concepto, el ser de
derechas nunca será un problema, tan solo es una visión de la sociedad que no
comparto pero que es tan válida, digna y respetable como cualquier otra.
Sigamos…
Este escriba de ningún pelo
esperaba que el alambicado fenómeno que significa a nivel de renovación de la
España conservadora, Ciudadanos, Partido de la Ciudadanía, acaparase el voto
del descontento de las buenas gentes de derechas por la sistemática cleptocracia
desarrollada por los populares sin tapujos ni empachos. Permítanme que no me
extienda hablando de todos los casos de corrupción que se están gestionando en
los juzgados.
Por cierto, me pongo venda antes
de la herida, no toquemos los bemoles con la corrupción de los otros que ni hay
ni habrá problema para acometerlos, pero hoy hablamos de un gobierno cesante
pero que quiere y desea volver a serlo. En fin, algo nos pasa a los españoles,
alguna patología cercana al masoquismo se nos administró en la leche que
mamamos. O eso o un gen endémico se nos instaló en el ADN cuando los homínidos
pisaron lo que habría de ser la piel de toro a la que llamamos patria.
Vamos, lo que quiero decir es que
no me reconozco en unos conciudadanos a los que se les humilla y lejos de dar
bocados, genuflexan la rodilla y muestran sumisión. Esta no parece ser mi casa,
pues si me faltan al respeto, me quitan el futuro y se ríen en mi cara, yo no
salgo a la calle a gritar soy español en aras de unos valores que no lo son.
Ser español se perdió con Besteiro y eso lo sabemos, así parece, tan solo él y
yo. Puestos en harina les explicaré, les guste o no, quienes pervierten un
color tan hermoso como el azul…
Erase que se era una villa del
Campo de Cartagena, en la que el PP mandaba tanto como robaba. Allí concejales
y alcaldesa se lo llevaban caliente pero claro, nadie decía nada por las
migajas que se daban y por la gran amistad que unía a los indignos con otro Alí
Babá más grande, me refiero al Presidente de la Comunidad Murciana.
Tanto se estiró la cuerda que
claro, se rompió y así algunos terminaron pasando por la cárcel y pareció que
las cosas tendrían solución. ¿Quién votaría a delincuentes?, nadie espera que
la gente sea tan tonta. Pues miren ustedes, los que por un momento fueron presos
volvieron a presentarse a las elecciones municipales de hace dos legislaturas y
por mayoría, volvieron a ganar. ¿Les extraña?, pues no se vayan todavía que aún
hay más.
El gobierno municipal más propio
de Caco que de gestores públicos, endeudó al Ayuntamiento hasta las orejas y
algo pareció hacer runrún y llegar a los villanos, pues en la última convocatoria
local ganó por mayoría simple el PSOE y con el apoyo de Ciudadanos, dejó fuera
del poder local a los populares. ¿Acaba bien la historia?, no lo crean, por favor, sigan
leyendo.
Pude pulsar opiniones de esas que
se dicen recoger a pie de calle y por asqueroso que parezca, las preocupaciones
a futuro de un gran número de gente, no sé porque me extraño, en nada coincidían
con las mías. La deuda les parecía tema baladí y lo que más incomodaba eran las
propuestas del nuevo consistorio en relación a las fiestas patronales. Si, como
lo oyen, eran los festejos recortados por a causa de una economía fallida lo
que indignaba.
En el fondo es tragicómico, ni
Berlanga hubiese llegado a tanto y sin duda alguna lo que ahora explicaré da para un guion de éxito. Sabrán ustedes que
en muchas poblaciones se elige a la reina de las fiestas y a sus damas de
honor, quizás suene vetusto pero en muchas partes de España la tradición sigue
en vigor. En la villa de la que hablamos no tan solo hay reinas y damas
jóvenes, también hay categoría infantil y categoría de la tercera edad. Vamos,
que treinta elegidas de entre lo más granado del pueblo, durante esos días de fiesta
son rostro amable de la alegría y los alborotos compartidos…
En resumen, estas féminas de
dispar edad eran recogidas en sus casas para ir a los eventos con vehículos a
cargo del consistorio y claro, dada la falta de calostros en las arcas, el
nuevo alcalde se plantó y dijo que ni un euro para esos usos ni otros por el
estilo. Estando la cosa mala, lo poco o mucho de lo que se dispusiese para
otros menesteres debería ser. ¿La reacción?, sencilla, poniéndose la vida por
montera, al nuevo primer edil, cabrón por la parte baja y cosas más jodidas por
la alta, muchos vecinos le llegaron a decir.
Así somos, muertos de hambre que
pretendemos ser hijos de algo y que preferimos que el poderoso nos salude a
obligarle a que nos respete. Forma sin fondo, en materia social, más que la igualdad
ante la ley, preferimos la dádiva del señor que esforzarnos en labrar un futuro
propio. Yo soy español viejo, temeroso
de mis propios pecados y si aún están leyendo, sepan que yo no soy compatriota de
aquellos que tan solo se miran el propio ombligo y se olvidan de comprometerse,
al margen de ideologías, con la exigencia del buen gobierno. La culpa es
nuestra y sí, se lo digo yo.
¡Vivan las cadenas!, ¡Viva
Fernando VII!.
POLITICA ES MORAL