Solo el coraje de luchar por algo
o alguien da respeto en esta vida. El Barrio
He pasado un puente de la
Constitución extraño. Por una parte he recibido la visita de unos amigos que
son más que familia, por otro, he ido cociendo una bronquitis que me ha tenido
a medio gas. Vamos, luces y sombras en un momento de ilusión compartida.
Hoy, rememorando estos últimos
cuatro días, he percibido un más que evidente paralelismo entre la vida pública
y mi propia realidad. Jodida la cosa, pueden creerme, pues verme retratado en este momento que vivo, me hace más daño que
a Dorian Gray. Conversando con uno de los amigos de los que les hablaba, he
visto que todo lo aprendido, todo lo vivido, todo lo soportado, parece no
servir de nada. Mil veces lo he reflexionado, salir de la cueva y ver la luz
que existe fuera, más que sanar, lo más probable es que nos hiera…
Estoy cansado y pretendiendo
soltar lastre, cada vez estoy más agobiado. Ha sido el hombre que me recuerda
el sentido de la filantropía, el que me ha dado en el morro con fuerza y a fe mía que me lo merecía. Estando de
vuelta de casi todo, nada debería detener que aquello que algún valor me
otorga, sea útil a mi entorno. Mi inquietud es hija de una insalvable preocupación
por la sociedad, por mi sociedad, por las personas que merecen dejar de ser
tratadas como gente y que parecen preferir tragarse las mentiras evitando las
verdades que les hieren. Agradezco haber recibido una colleja a tiempo, por
mucho que uno crea saber, siempre habrá un magister que nos muestre lo que de
veras debemos hacer.
He de seguir batallando por mi
casa y los míos, pero eso no debe inhibirme de comprometerme en la lucha por
una sociedad justa. Empezaré por la palabra afilada e hiriente, sin cuartel,
con voluntad de batir a los indignos catites que cambian su honra por los cuatro
denarios que les cierran la boca. Me imagino que no será plato de gusto para
aquellos, que a la fuerza, siente a mi mesa. Poco más queda por decir, de los
metatores y los ingenieros que pretendemos construir puentes poco recuerda la
historia, pero ¿quién puñetas espera trascendencia?. Es momento de desbocar a
los corceles de la verdad, el arma de destrucción masiva más apocalíptica que
jamás creó el hombre.
Me va una higa en este duelo,
ganar o perder en nada cambia mi realidad, pero igual se rasgan algunos velos y
les vemos las vergüenzas a los que se esconden tras ellos. Abandoné la
política, es cierto, pero sigo con mi causa belli gerendi. Busquen la
traducción, o no…
No hay comentarios:
Publicar un comentario