Los que dejan al rey errar a
sabiendas, merecen pena como traidores. Alfonso
X el Sabio
Hoy he recibido mensaje de una sobrina que como tantos otros
jóvenes, hubo de abandonar España para encontrar un trabajo y dotarse de un
futuro. En relación a las elecciones del 20 de diciembre y en su condición de
expatriada, me escribía lo siguiente:” ¿Dónde está mi voto?, ¿dónde
está mi derecho a votar?. Me inscribí en el consulado español dentro de plazo hace más de un mes y mi buzón sigue
vacío. Esto es vergonzoso, repugnante...”.
Bien, poco o nada podía responder a la valiente y
comprometida heroína que allende los mares, honra a mi familia. Frente al
teclado y con un regusto amargo, he optado por constatar lo evidente, la
indigna verdad de Perogrullo. Para bajar
tensión he recurrido al socorrido “esto
es Españistán” y tras arrancar lo que intuí una sonrisa sarcástica, le he
explicado lo que pienso, que para eso soy su tío.
Miren ustedes, aquí los cleptócratas se han
acomodado muy bien al cortijo y estando la cosa mala, mejor cerrar las puertas y
levantar muros, no vaya a ser que vengan otros y descubran que eran falsos los
olivos. Recurramos a las cifras, pues pareciendo no decir nada, son lo más
parecido a la verdad. A enero de este año, los españoles residentes en el
extranjero totalizan 2.183.043 personas.
Antes de que empiecen ustedes a retocarme la barba,
preferiré analizar el número, para que vayan viendo en que norai acabaré
amarrando la barca. Los motivos que nos han llevado a este exilio son diversos:
la perentoria búsqueda de trabajo, el regreso al país natal tras haber vivido
varios años en España y haber obtenido la nacionalidad española y también los
descendientes de españoles que gracias a lo que se llamó “Ley de Nietos”
consiguieron el pasaporte. Bien, en cualquier caso, en 2010 habían 1,5 millones
de expatriados y actualmente casi 2,2 millones…
Vayamos a lo que importa. Si bien es cierto que de
los ciudadanos que abandonaron nuestro país, dos de cada tres, son extranjeros
que obtuvieron la nacionalidad española, el dato relevante y que nos ha de
permitir escapar a la demagogia de aquellos que hablan de “falsos españoles”,
es que más de un tercio de los compatriotas que figuran en el Padrón de
Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), la friolera de 733.387 personas,
nacieron en el Estado. Otro dato, la inmensa mayoría está en edad laboral y son
conscientes de lo que pasa en España, su casa.
Regresando a valorar a nuestros representantes públicos,
a nuestros indeseables electos, no les quepa duda alguna, les viene de perlas
que una masa crítica de votantes jóvenes y descontentos no accedan al sufragio.
La crisis se ha demostrado el factor de corrección más conveniente para robar
las voluntades de aquellos capaces de empoderarse para cambiar presentes y
labrar futuros que dejarían fuera a los tribunos que traicionan a la plebe.
Hagan números, en las últimas Elecciones Generales
votaron 24.590.557
personas, un 71,69% del sufragio. Imaginen, los más de 700.000 votos de
nuestros compatriotas en el extranjero podrían dar o quitar mayorías. Eso da
miedo, mucho miedo. Los cobardes que nos gobiernan pretenden disfrazar su
delito como una simple traba administrativa. Menudos cabrones, que bien montado
tienen el tema.
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