Hay dos cosas infinitas: el
Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein
Anda uno en sus cuitas, ensimismado y harto con eso que llamamos el
futuro de España se me escapan muchas cosas, entre ellas las tontunas de
otras tierras, en este caso la de los belgas. Me he enterado de que en Bruselas,
la capital de la Unión Europea, se nos escapan los terroristas por respetar pautas
de convivencia que de tan absurdas, parecen fruto de una mente enferma.
Sucede que en Bélgica existe una
norma de ámbito estatal que prohíbe hacer registros nocturnos en los
domicilios, exactamente entre las 21 horas de la noche y las 5 de la madrugada.
En fin, en semejante dique se estrelló el despliegue de los que perseguían
a Salah
Abdeslam, uno de los terroristas responsables de los atentados de París del
pasado mes de noviembre. Imagino al responsable del operativo de búsqueda
llamando a sus responsables políticos o al juez de turno: “Monsieur, ¿sería tan amable de redactar una orden que nos permita
actuar de forma inmediata?. Oh, n'est pas possible. Imagine usted que por
buscar a ese yihadista, molestamos a los vecinos y se ponen a ladrar los perros
y a maullar los gatos”.
Disculpen la burda ironía, pero
acostumbrado a poner exigencia en el funcionamiento de nuestro Estado, ver que
aquellos que supuestamente enseñan y dan lecciones la cagan, no me es que me
alegre, pero me provoca una sonrisa nada sana. ¿Qué podemos esperar de una
legalidad de papanatas que da ventaja a aquellos que pretenden hacernos la
guerra en casa?. En conciencia nada, de hecho el terrorista escapó por las
grietas de un estado de derecho que hace aguas y que en su templanza, pide a
gritos ser abatido. Estoy seguro de que nuestras leyes son, para quienes las
violentan, el chocolate del loro. Bueno, en el caso que nos ocupa, el chocolate
belga.
Mientras las fuerzas de seguridad
se sometían a un tecnicismo, dicen que el Señor Abdeslam escapó al cerco escondido en un armario durante una falsa
mudanza. Vamos, ni el insigne dibujante Vázquez fue capaz de imaginar una
aventura más fantasiosa para el entrañable Anacleto Agente Secreto. De veras,
no quiero ni imaginar la rabia y la desesperanza de las fuerzas de seguridad viéndose
menospreciadas, limitadas en sus competencias y por tanto amenazadas. En resumen, somos un
contrincante débil, el terrorismo lo sabe y de ello saca provecho. Bombardeamos
feudos integristas sin sentido, nos vemos abocados a aceptar los recortes de
libertades en casa y así demostramos que no lucharemos sobre el terreno para
imponer la razón frente a la locura.
De veras que la cosa no es baladí,
estamos perdiendo, mientras unos rellenan armarios de odio, nosotros seguimos
durmiendo. ¿Saben?, creo que esta noche, antes de regresar a casa me tomaré una
cerveza belga, en eso los puñeteros son maestros.
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