martes, 22 de noviembre de 2016

¿QUIÉN MATÓ AL PRESIDENTE?


Tal día como hoy de 1963, murió asesinado en Dallas John Fitzgerald Kennedy, el 35 Presidente de los Estados Unidos de América.

No he de negarles que mi natural tendencia a buscar tras las cortinas, me ha empujado –desde pequeño- a entender que una conspiración es una explicación de las realidades del mundo, tan válida como cualquier otra. Si bien es cierto que en la mayoría de ocasiones, la opción más simple es la cierta, tocando a eso que llamamos poder, lo más complejo es lo más probable. De hecho, todo contubernio se ha escondido siempre en hechos pequeños y fácilmente asumibles por la mayoría de los comunes. También, no lo duden, el asesinato de Kennedy.

Bien, no entraré a detallar todo lo especulado y descrito en literatura, cine y otras artes sobre el magnicidio de Dallas, prefiero irme a la matemática que suma líderes muertos y despeja caminos a los gobernantes más infectos. En esa voluntad me he sentado sobre la obra de Arthur Miller y alejándome de los hechos he visto, en el horizonte de sus palabras, lo suficiente para entender lo que pasó en aquel momento, lo que pasa en nuestro hoy y sucederá, sin duda alguna, también en el futuro.

Miller es conocido por haber estado casado con Marilyn Monroe y curiosamente, ahí radica parte del interés en contraposición a su insondable valor como literato cronista de la realidad de Norteamérica. Ese matrimonio hace olvidar que su genialidad cargó su pluma para convertirla en un arma peligrosa para el poder, que en las sombras de la sociedad, consiguió explicarlo todo para no decir nada.

Hijo de una familia acomodada que encajó lo mejor que pudo la Gran Depresión, supo rearmarse con el esfuerzo y en ese proceso se alejó de eso que conocemos como “sueño americano” para explicar que perseguir el mismo provocaba, sin duda alguna, víctimas colaterales. No reprimió nunca sus ideas y las lanzó al consumo de las masas a pesar de que estas pudieran no intuir la densidad de sus mensajes. Escribió en contra del antisemitismo, de la utilización de la guerra para obtener beneficio, de la falsedad y de los abusos de la democracia en la que vivía. ¿Saben?, lo que vengo apuntando podrán ustedes concretarlo en su obra más famosa (aunque no más relevante), me refiero a “La muerte de un viajante”, baño de realidad sobre lo ilusorio del parnaso de las barras y las estrellas.

La vida del mejor dramaturgo del siglo XX es una constante pugna con la realidad de los gobiernos de su país y de sus decisiones. Hasta su muerte en 2005 mantuvo un activismo socio-político inalcanzable al agotamiento y que le posicionó, entre otros muchos temas, contra la caza de brujas de supuestos comunistas y las guerras de Corea y  Vietnam.

Disculpen, es cierto, la cosa era saber quién mató a Kennedy. Sencillo, lean a Arthur Miller y sin lugar a dudas entenderán que al Presidente le asesinó América.

POLITICA ES MORAL

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