Los que me conocen un poco, saben
de mi pasión desaforada por la saga de El Padrino, la trilogía que explica a
través de la ficticia Familia Corleone, la realidad de la mafia italiana en
Norteamérica.
Mario Puzo, autor de la novela
que dio lugar a tres de los mejores guiones cinematográficos de todos los
tiempos, no supo en su momento la trascendencia de su genialidad. Aquello que
escribió es, no lo duden, un manual de alta política. Para lo bueno y lo malo,
cuando quieran entender los entresijos del poder en las falsas democracias de
nuestro tiempo, tiren de biblioteca o siéntense frente al televisor a visionar
las películas.
Uno de los aspectos más
reseñables de las tramas es la constante presencia de las luchas de intereses e
inherentes a ellas, los asesinatos o las invitaciones a la muerte. Sí, no se
extrañen, invitar a morir con dignidad con la garantía de que familia y
patrimonio serán respetados. De hecho, es una pauta que la tradición mafiosa
dice haber heredado de los patricios de la Roma clásica cuando estos
dilucidaban sus espacios de influencia, tanto durante la República como en el
Imperio evitando el romper el statu quo.
En la segunda parte de El
Padrino, aparece Francesco Pentangeli, un empleado de confianza de los Corleone
que gestiona “los negocios” de la familia en Nueva York. Se trata de un personaje
histriónico que en su hedonismo y presunción, cree estar por encima del control
que considera injusto y desproporcionado. Bien, se aviene a traicionar al
Padrino Michael Corleone y cuando está a punto de prestar declaración pública
contra él, observa que su hermano venido de Sicilia está sentado junto a
Michael y por tanto, avergonzado se descarga en insulseces que irritan al
Tribunal e invalida así su compromiso previo con la justicia.
¿Qué sucede a partir de ese
punto?, pues sin dilación, el consigliere (consejero) Tom Hagen, hermano
adoptivo de los Corleone, visita a Pentangeli en el lugar en el que está
recluido y le hace una oferta que no podrá rechazar: como en Roma, tu muerte
lavará tu honor y garantizará la vida y el futuro de los tuyos. Evidentemente,
Francesco Pentangeli aceptó…
En toda familia mafiosa existen
elementos capaces de mantener la cabeza fría, sostener la falsa normalidad los
negocios del clan y llegado el caso de verlos peligrar, matar a quién los
amenace. Ya saben, hablamos de literatura y cine, pero la realidad siempre,
siempre, supera a la ficción.
Por cierto, uno de los aspectos
más atractivos de la iconografía de El Padrino es el de los entierros. En los
mismos, la visceralidad de los más acérrimos enemigos se deja a un lado y no
tienen ningún reparo en jurarse amor y eterno respeto.
POLITICA ES MORAL
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