He tardado en ponerme con la
liberación de Cuba y creo que deberé ser directo y harto claro: me está
fastidiando el telerín ultra-demócrata de las ejemplares democracias
occidentales.
Yo he pisado Cuba, yo amo a Cuba
con el ansía del amante por el amor
perdido y les afirmo que Cuba tiene sombras por la altura indigna de su vecino.
Yo no puedo negar ni evitar
cierta simpatía por Fidel y compañía. Aunque obviamente puedo enumerar muchos peros, lo de nuestra joya del Caribe
ha de ser visto en su verdadero contexto: de ser el casino-prostíbulo-patio
trasero yankee a tener una oportunidad de ser un país digno.
Miren, estando haciendo inmersión
en Cayo Levisa, uno de los islotes que salpican la costa cubana, mantuve una
grata conversación con tres músicos y dos biólogos marinos que se ganaban la
vida con el turismo. Todos, sin excepción, esperaban que tras la caída del
Pacto de Varsovia, las cosas cambiasen en su país, pero dejaron muy claro que
no a cualquier precio: "mira gallego (así nos llaman a los españoles), yo
quiero que acabe este jodío periodo especial, pero si vienen los yankees soy el
primero en coger el fusil".
Esa es la cosa, ser honorable es
algo que nadie puede darte y tampoco nadie puede quitarte. Eso es lo que logró
en su momento el movimiento 26 de julio al enfrentarse a Fulgencio Batista: armar
personas en una Latinoamérica en la que medraban
los ladrones apoyados por un norte hambriento de recursos naturales y de
mercados cautivos.
¿Imagina alguien hoy una Cuba
libre del embargo de los EEUU?, de no haberse llevado a cabo, ¿hubiese sido
otra la realidad de los cubanos?. Por supuesto que sí. El patio trasero de los
yankees ha sido el culmen de la desvergüenza y la causa del sempiterno atraso
del Caribe y el cono Sur. En 1959 Cuba se encontró sola contra todo y a pesar
de todos los hándicaps empezó a conseguir
unos mínimos de dignidad que ningún salvador demócrata liberal consiguió
desde la frontera norte de Méjico hasta Tierra de Fuego.
Pero claro, estamos en lo de
siempre, no hay medias tintas. Hoy se
simplifica, se estigmatiza, se dibujan cielos e infiernos para acabar hablando
de ángeles o demonios. Llegados a este punto me golpearán la puerta preguntando
si el régimen resultante de la revolución castrista es culpable, yo les
contestaré que no, les diré que Cuba fue el enemigo que al Imperio
Norteamericano le convino mantener para justificar sus desmanes.
Lo dicho, los telerines ultra-demócratas se llenan hoy la
boca de sacrosantas voluntades populares y libertades inapelables y de
acusadora observación de la degradación de las calles y gentes de la Habana y
otras ciudades cubanas. Yo les invito a recorrer el trazado de las 3000
viviendas de Sevilla o los asentamientos ilegales de la madrileña Cañada Real.
¿Qué no es lo mismo?, ¡claro que es lo mismo!, pero según los adalides de la
justicia occidental, aquí todos somos muy libres y todo lo podemos comprar,
pero miseria tenemos a montones aunque la queramos negar.
Los revolucionarios cubanos no
eran enemigos de los EEUU, es más, observaban a la generosa madre de la
democracia como una garantía de futuro. Sucedió que cuando priorizaron los
intereses de cuba y su ciudadanía, iniciando la
nacionalización de empresas,
tocaron los bemoles al capital yankee y así se cavaron la tumba. Norteamérica, a su antojo, ponía y quitaba
dictadorzuelos, Cuba no podía permitirse regresar al batisteo, la autarquía era
un suicidio, un callejón sin salida y así, por contexto, se hicieron pro-soviéticos.
Es curioso, siempre se ha dicho
que en Cuba se dirimió en gran medida la lucha Este- Oeste y la verdad, la
razón cierta que pesó en la constante presión al régimen cubano fue el
mantenimiento de la depredación en el continente. Revoluciones sociales
auspiciadas por el comunismo rojo hubiesen sido la ruina del libre comercio.
Créanme lo de Bahía Cochinos y la crisis de los misiles que a punto estuvo liar
la tercera mundial, fueron la demostración de lo que comento. La extinta URSS
optaba sin disimulo a quedarse la mayor parte del pastel geo-económico.
Me permitiré alguna fruslería y
de veras que estas son necesarias, pues si uno no se ríe, acaba enfadándose y
no poco. El otro día leí que Francisco Franco era de los malos que hacen alguna
cosa bien, que los Estados Unidos son de
los malos que nunca hacen nada bien y que Fidel Castro era de los buenos que hizo alguna
cosa mal. No se extrañen, los que son de los buenos y lo hacen todo bien no
existen. No recuerdo de quien era la frase, pero me pareció genial y me ayudó a
quitar hierro a la deriva de la banda del telerín mediático.
Me va una higa en lo que algunos
o muchos puedan pensar, pero el mundo
capitalista ha creado la más perfecta dictadura: nos permite andar todos los
caminos para no llegar a ningún sitio. Nuestras hermosas democracias son
lavanderías que hacen colada con nuestra ciudadanía, nos revuelven las meninges
y nos regalan una maravillosa sensación de libertad con dulce aroma a
suavizante. Ni más, ni menos.
El otro día, escuchando a los
contertulios del grimoso periodista Josep Cuní, escuché a una mega demócrata Montserrat Nebrera decir lo siguiente:
"claro, es cierto, en Cuba tienen un buen sistema educativo, pero
cuando los estudiantes finalizan la universidad no pueden trabajar". ¡Tócate
los huevos!, ¡no me había enterado!, ¡en España también somos cubanos pero con
menos negritos como cantó Carlos Cano!. También oí "que lo de alfabetismo
cero, la eficaz y eficiente sanidad, lo usan como hacía la RDA con sus
resultados deportivos". Vamos que todo es y ha sido propaganda y tal y
tal. Bueno, de un plumazo, los salvadores de las buenas gentes con derecho a
comprar en el Black Friday, se han cargado los informes y las estadísticas de
la misma ONU. ¿Qué podemos hacer?, siempre se ha dicho que la misma no sirve ni
para calzar la pata de una mesa…
Lo triste y cierto es que vivimos
en una plutocracia decadente que ha sabido inyectar, mediante un falso suero de
libre albedrio, el virus que nos convierte en agilipollados zombis consumistas
que puntualmente llenan, sin descansar en festivo, su centro comercial más
cercano. Somos consumidores, nada más, pueden creerme, la felicidad se vende.
De desear analizar el rol de Cuba
en la historia, debemos hacer un esfuerzo intelectual de calibre considerable y
no temer al debate. Al contrario, la
muerte de Fidel Castro lo requiere y lo estimula. Siempre hemos de estar dispuestos
a litigar con quien sea, pero con mucho
respeto hacia el otro, con mucho
cuidado. Me molesta ver a discutidores y polemistas con argumentos a espuertas temibles
como los jinetes del Apocalipsis. Me repugna observar la mala fe y el odio que
destilan ante un fenómeno que entender no pretendieron ni pretenden.
No puede compararse a Fidel
Castro con dictadorzuelos de todo tipo.
No sé si se pudo o se podrá pensar en él como un déspota ilustrado, pero la
Cuba que vio triunfar a la Revolución estaba sometida a una enorme miseria, a
una miseria en concepto transversal y amplio. Pero claro, por lo general
–también en este caso- se simplifica de
forma maniquea: ¿no votaban?, ergo Castro
era un dictador deleznable, como Hitler, Franco, Stalin, Mussolini, etc.
Estoy hartito de estos análisis y
reitero que para entender lo que pudo ser Cuba y el motivo por el que se le combatió,
demonizando todo lo que pretendía ser, hay que escuchar el discurso del Che en
las Naciones Unidas. Ernesto Che Guevara afeó la falsa prosperidad de los
pueblos sometidos a los yankees y apeló
a la revolución de toda América Latina y de todos los pueblos oprimidos y
enajenados del Mundo. ¿Lo ven?, Cuba era el lobo que debía ser abatido y su
agonía, por conveniente, debía ser larga.
Viene al caso recordar lo que Henry Kissinger (Secretario de estado
de los EEUU) le dijo a Richard Nixon en
referencia al golpe de estado de Augusto
Pinochet contra Salvador Allende: “cierto Presidente, el General es un hijo de
puta, pero es nuestro hijo de puta". Se puso y se pone en manifiesto el doble rasero en América. No le demos
vueltas, Cuba se sirvió libre a sí misma y acabó prisionera de un sueño de
libertad que debió ser el de todos.
Cuando los alfeñiques bien
pensantes dicen que la historia juzgará a la dictadura cubana, se me remueven
las tripas y me empodero para decir o mejor gritar, que Cuba es más patria
digna de defender que el centro comercial que reparte hostias consagradas
previo pago con visa a un interés moderado. Rabia provocan esos topicazos de
que ha fallecido un “personaje con luces y sombras".
Veremos que sucede ahora, quiero
decir que lo veremos sin duda. La en otro tiempo orgullo del Imperio de las
Españas, transitarán hacia el libre mercado y las bondades capitalistas y
volverán la familia Corleone y la Bratva del este a lavar dinero mientras se
trincan a las mulatas cuarteronas. Ese será el éxito de las democracias y la
derrota del pérfido lagarto verde que debió haber sido un coriáceo dragón rojo.
Viva la Revolución y vivan los
sueños rotos.
POLITICA ES MORAL