El precio de la grandeza es la
responsabilidad. Winston Churchill
Este fin de semana se me ha
vuelto a desmoronar el pasado. Valentino Rossi , mi amado Dottore, ha caído, ha sufrido el peor de los accidentes, se ha roto
el alma.
Llevo siguiendo toda la vida a un
piloto que desde sus inicios, se encumbró al Olimpo de las motos y desbancó al propio Giaocomo Agostini. Mostró
valentía, perseverancia, un poco de locura y por encima de todas estas virtudes
la más importante, con su característico desparpajo, mostró un respeto enorme a
todos los pilotos con los que hubo de medirse. Se convirtió en el icono del
Mundial de Motociclismo y en base a sus méritos, el deporte de las dos ruedas
reverdeció los laureles de sus mejores momentos.
Un maestro no puede poner la
vanidad por el encima de los valores que enseña, no hay mayor patrimonio que
transmitir conocimientos y que estos sean útiles a otros. Cuando la soberbia
oscurece a la sabiduría, el sabio se torna un felón despreciable y se hace
acreedor a perder sus otrora indudables logros. La patada que tiró a Marc
Márquez al asfalto ha convertido al dios en un triste mortal.
No pude evitar poner en común
este episodio deportivo con la realidad de algunos supuestos líderes sociales
de nuestro tiempo. Acéptenme ustedes un ejemplo, nunca otorgué mi apoyo a Convergencia i Unió
mientras el President Jordi Pujol i Soley, durante veintitrés, gobernó Catalunya, pero sostuve que de acuerdo
o no con sus planteamientos, era un estadista que al contrario que otros políticos
hacía de su posición una voluntad de servicio a la ciudadanía. Al final, ya se
ha visto, era el juez el que orquestaba los contubernios.
Soy consciente de que el ser humano
es, en esencia, pecador por naturaleza. Pero es precisamente por ello que nos
aferramos como un clavo ardiente a los Pericles de nuestra sociedad, sea cual
fuere el ámbito en el que estos desarrollen su actividad. La ciudadanía
necesita referentes que sirvan a la pública pedagogía, que permitan mantener la
fe en que existe la integridad en el hacer y por tanto, el buen gobierno. Cierto,
no hace falta que lo digan, los ilusos seguimos estando aunque no se nos quiera
ver…
En resumen y acabando, demasiadas
decepciones nos llevamos algunos mientras otros jalean y excusan a los que a
todos nos faltan al respeto. Así, sean estos políticos rufianes o deportistas
fulleros, les seguimos excusando y aplaudiendo. Compuso unos versos Don Antonio
Machado que ciñen, hoy y en el pasado, lo que intentaba describir no sin cierto
desagrado: Moscas de todas las horas, de
infancia y adolescencia, de mi juventud dorada, de esta segunda inocencia, que
da no creer en nada, en nada.
A final de la calle unos roban
tres por cientos, a otros les sancionan con tres puntos del campeonato y por
arte de birlibirloque nunca pasa nada y nos quedamos tan contentos.
POLITICA ES MORAL
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