Allá por el año 2006 se significó
un nuevo partido político cuyas bases provenían de la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya. Se trató de dar
forma a un movimiento social cuyo objetivo era regenerar la política
incorporando las bases sociales a la representación pública, acabar con el
despotismo de los partidos tradicionales y basar la praxis de gobierno en la
transparencia y en la lucha contra la corrupción.
Inicialmente, la nueva formación,
denominada Ciudadanos- Partido de la
Ciudadanía, se declaró transversal e inclusiva de cualquier persona al
margen de su ideología. Más tarde, en su segundo congreso celebrado en 2007, se
incorporó al ideario la ponencia elaborada por Francesc Carreras y que tras
mucho debate, definió al partido como de centro-izquierda
no nacionalista. Ha pasado mucho tiempo…
La realidad del momento hizo que
muchos de los iniciales activistas rechazasen el identificarse con el concepto
izquierda progresista por tener razones ideológicas más cercanas a ideas
conservadoras y otros tantos se negaron a que el partido se identificase con
cualquier tendencia concreta. Bien, así empezó todo, nuevos aires en una
realidad viciada que sin duda necesitaba y aún hoy necesita cambiar. No puede
negarse, que sobre el papel, las nuevas siglas aportaban una ilusión renovada y
su discurso empezó a calar de forma sincera en una masa social más que harta de
la indignidad de sus dirigentes en un momento socio-económico nefasto.
Todo inicio es duro y
balbuceante, la implantación se inició en Catalunya y uno de los caballos de
batalla fue contrarrestar la política identitaria de la Generalitat y reclamar
un verdadero gobierno para las personas al margen de las banderas y los
símbolos. En resumen, los problemas reales primero, interesante posicionamiento
y sin duda fácilmente incorporable al
imaginario popular. De poner un pero a sus puestas en escena, sorprendió la
vehemencia en afirmar que el castellano estaba en peligro en la vida pública
catalana, cuestión que en opinión de quien escribe rozó y roza el populismo más
agrio y frentista. Pero más adelante, en 2014, realmente antes de ayer, tras
las elecciones al Parlamento Europeo, el partido inicia una expansión casi
exponencial. Marcó alianzas con formaciones menores de todo el estado, batió
las trincheras de Unión Progreso y
Democracia UPyD (con quien hubo anteriores oportunidades de coalición) y la
llamada regeneración de la política se identificó con nuevas caras y nuevos
discursos.
Bien, hermosa historia, más nada
es lo que parece. Siempre se nos ha explicado que Roma movía el Imperio para,
tras la sacudida, dejar las cosas igual. En esta historia de la piel de toro ha
sucedido y sucede lo mismo. Las alarmas se encendieron tras la presentación del
programa económico de Ciudadanos en Madrid el pasado mes abril. Fue en ese
momento cuando se pudo observar, de forma preclara , a que obedecía el arreón
de un partido con tan corta historia. En aquel momento los representantes de
las élites extractivas arroparon a Albert Rivera y le encumbraron como un
Hermes cargado de buenas nuevas.
Es cierto que en el mismo periodo
de tiempo, Podemos hacia su camino anunciando una nueva España, pero nadie
permitirá que una opción de aire tan revolucionario prospere y a la torpeza de
Pablo Iglesias y su propuesta, tan solo había que añadirle que la derecha
tradicional supo y sabe ver que los mansos consumidores quieren cambios pero
sin asumir riesgos. Aquí se mostró útil el Partido de la Ciudadanía, engrasando
bien sus ejes, podría ser una nueva versión del viejo Partido Popular,
desterrando la carcoma de la corrupción y mostrando un rostro que nos emplazase
a recordar a aquello que se llamó Unión de Centro Democrático.
Permítanme, creo que no estaría
de más, al margen de percepciones sentimentales y tradiciones ideológicas
adquiridas, repasarse el programa y las derivas del partido de Rivera. Aquello
de centro-izquierda ha sucumbido frente a los recursos aportados por el neo-liberalismo
más salvaje y rentista. En resumen, una vez más, se sacude el tablero para
volver a hacer, como tahúres, trampas. Ciudadanos es un gran producto, diseñado
con gran esmero, es atractivo, fácil de entender y en un país desquiciado, tan
solo por contraposición a los pecados del pasado, tendrá el apoyo de una enorme
parte de los electores.
No se ha inventado nada, un nuevo
caballo de Troya está a las puertas. Aquellos que se consideren progresistas
deberían recordar que el titán de las Azores, el patrón de la Faes, el ex
Presidente José María Aznar, ha
bendecido la regeneración nacida en Catalunya como propia del espacio de
centro- derecha. Si el Cesar dixit…
Ciudadanos, el agente naranja, es
el arma ofensiva que desfoliará el bosque de las elecciones de diciembre. Tan
solo cabe esperar que su química no sea totalmente tóxica como la que lanzaron
los EEUU en Vietnam.
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