La tradición no se hereda, se
conquista. André Malraux
Estoy enfermando de tontería
adquirida, de gilipollismo gozoso y
como síntoma, se me detecta una hinchazón malsana. Me dicen los facultativos
que la patología se denomina aculturación y que es provocada por un proceso
vírico por el cual un pueblo o grupo social adquiere una nueva cultura o
aspectos de la misma, casi siempre a expensas de la cultura propia.
Según parece, el origen de la
primera cepa del virus se dio en el Hemisferio Norte de América y poco a poco
se ha propagado de forma silente pero constante. Las personas infectadas
presentan un proceso de deculturación muy agresivo que les hace perder los
aspectos culturales propios e incorporar los que transporta el invasor
emponzoñado. La cosa empieza a parecer una
pandemia, la aculturación ya ha superado las fases de supervivencia, dominación
y resistencia de los humanos expuestos a ella. Parece que los infectados mutan
su ADN y acaban por modificar y adaptar su comportamiento tras el contacto
intercultural. Lo dramático de la situación, es que los valores adquiridos no
lo son…
Faltan cuatro días para eso que
se ha dado en llamar Halloween salte a las escuelas, calles y domicilios
familiares. Como cada año, atacará con saña a panellets, castañeras y a todos
los Santos que enfrentarse a él pretendan. Huestes inacabables de niños
embozados y encarnados en personajes no hace mucho desconocidos, arrastrarán
las palabras como zombis mientras verbalizan esa memez del truco o trato.
Acojona de veras ver como lo que fuimos, se nos va al carajo.No hay forma de mantenerse al
margen, el hacerlo es ponerse en peligro, pues si en contra dices algo, hasta
tus propios hijos te miran raro. De hecho, esta misma tarde, he de ponerme a
vaciar una calabaza para que mi vástago y sus amigos la presenten en el colegio
como un espantajo elevado a la categoría de trabajo escolar. Manda güevos…
A los que me conocen no ha de
extrañarles la reflexión que hoy hago. De hecho, como internacionalista
convencido, defendí y defiendo que el contacto entre culturas enriquece al ser
humano. Pero una cosa es compartir y otra cosa es dejar caer los brazos en la
vana convicción de que lo propio es desdeñable y valioso lo importado. Son demasiados lo
inputs detectados, estamos acosados y en lugar de mirar de empoderarnos, no
dudamos el olvidar las tradiciones del pasado.
Hoy triunfa el gordo estrafalario
( ese Papa Noel reinventado por la Coca Cola tras defenestrar a San Nicolás),
el citado Halloween , el crematístico black Friday (día para comprar a
degüello, pues si no compras eres tonto y no estás a la “page”), el San
Valentín que le hace la zancadilla a San Jorge y no sé cuantas importaciones directas que
nada tienen que ver con nuestro bagaje socio cultural. Ni que decir tiene que
perdiendo Cuba empezó la debacle.
Miren, en caliente no deben
tomarse decisiones, pero llegada la información a mis manos, me he incorporado
a la Asociación de Belenistas de Albacete. Esta entidad se creó para proteger
la tradición del belén ya que está
siendo desplazada por otras figuras navideñas como el insufrible tripulante de
trineos del que antes les hablé o el preciosista árbol de Navidad.
Me han dicho que son gente recia
y dada a solucionar las cosas con métodos llamémosles de los de siempre . En su área de influencia ningún niño osa verbalizar aquello de truco o trato. Según
parece y en base a la proximidad de Albacete a Cuenca, a los padres de aquellos
chiquillos que celebraban la cosa, los guerrilleros del Portal de Belén les ponían
mirando al Norte un rato.
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