El futuro no está escrito, porque
sólo el pueblo puede escribirlo. Adolfo
Suarez
En 1979 se celebraron las
primeras elecciones municipales de la entonces joven Democracia española. En el
pueblo del que soy originario, Fuente Álamo de Murcia, mi padrino formo parte
de la lista de la UCD (Unión de Centro
Democrático). Hombre de luces y sombras en lo personal, en lo social demostró
una inteligencia digna de reconocimiento. Se hizo merecedor de la confianza de
sus conciudadanos y tuvo el privilegio de ostentar el cargo de teniente de alcaldía.
Hijo de familia republicana se
significó en el partido fundado por Adolfo Suarez por una sencilla razón,
buscando el acercamiento de dos realidades aún enfrentadas por los agravios de
nuestra Guerra Civil, consideró que debía conseguirse un espacio común que
aglutinase el máximo de personas para dotar a las nuevas instituciones de una
representación real.
Su pensamiento, ciertamente
circunscrito a un ámbito local, se centraba en una idea sencilla, la Democracia
no debía entenderse como el derecho al voto. Decía (repitiendo hasta la
saciedad una frase del líder de UCD) que las elecciones no resolverían por sí
mismas los problemas, y que siendo el paso previo y necesario para su solución,
necesitan del compromiso de los votantes para fiscalizar y participar en los
órganos de gobierno auto-otorgados. Ya ven ustedes, un visionario lleno de
ilusión al que como a tantos, la realidad atropelló sin ningún miramiento…
Pero aunque pueda decirse que de
buenas intenciones están los cementerios llenos, las ideas sobreviven a sus
amos y de ese pensamiento nos alimentamos algunos que no renunciamos a la
esperanza de llegar al buen gobierno. Así, toca trocar el marasmo y la
indiferencia en acción reglada y la queja en propuestas claras. Es momento de
retomar los gestos de los adalides del pasado y honrar lo que sus trabajos nos
legaron. Se trata de votar y de los votos hacer espadas de Damocles que
adviertan a los electos que no reciben patentes de corso sino contratos
grabados con cláusulas draconianas. Gobernar es un privilegio y si los
gobernantes lo olvidan, nosotros debemos recordárselo.
Llegados a este punto y al menos
en el ámbito municipal, el camino a tomar está claro. Puesto que la mayoría
social hace revoluciones de papel otorgando al hecho del sufragio de un poder
que tiempo atrás quedó extinguido, algunos deberemos poner nuestro conocimiento
y energía en obligar a los concejales a actuar fuera de los plenos acercándolos
a la calle. Cierto es que así debió ser siempre, pero como ha podido
demostrarse, en nuestro sistema la verdad esconde mentiras ciertas. Toca mover
el culo y obligar a que aquellos que supuestamente nos representan, se mojen el
suyo.
Ya estamos en marcha, no será fácil,
es cierto, pero unos cuantos seremos el ariete con el que abra murallas el
resto. Hoy me honro de haber tenido maestros que incluso en sus errores,
supieron enseñarme que para que algo funcione no basta con hablar, hay que
echar bemoles y dejarse de cuentos.
POLITICA ES MORAL
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