Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a
entender. José Ortega y Gasset
Quien suscribe estas líneas no se
sorprendió de los resultados electorales en las Elecciones Autonómicas Gallegas
del pasado domingo. Hace años que me considero un poco celta.
El tópico les puede llevar a error y hacerles
pensar que el gallego medio no tiene criterio, que no está preparado, que no ve
más allá de su “terruño”…, se equivocarían. La realidad es mucho más
pragmática.
Galicia en realidad tiene dos caras: la
urbana y la rural. La primera se identifica con Inditex, con la industria
conservera, con Adolfo Domínguez, la Universidad y se muestra aperturista. La segunda se
rige por criterios propios del siglo XIX
y para entenderla les aconsejo se presten a leer una obra insigne de las letras
españolas: Los gozos y las sombras
de Gonzalo Torrente Ballester. Es un crudo retrato de la sociedad gallega
previa a la Guerra Civil. Un profundo análisis de las características de esta y
de su paso del XIX al capitalismo, en el que todo cambia para que todo siga igual.
Los resultados electorales siempre se ven condicionados
por el voto rural y este siempre ha tenido un precio. La sociedad tradicional
gallega es clientelista y funciona en base a criterios propios de las
sociedades feudales. El “señor” de cada “concello”
(ayuntamiento) acapara un poder que le permite dar y quitar prebendas. Aquellos
ciudadanos que se acercan al gobierno local reciben beneficios que más tarde
deberán retornar en forma de votos y servicios. De no aceptar este pseudo
contrato social, hasta hace poco, la única salida era emigrar…
Lo descrito anteriormente configura las
relaciones sociales gallegas desde hace siglos. No basta con actuar
formalmente, hace falta un cambio generacional y este es difícil ya que la
juventud ha ido marchándose al exterior en busca de oportunidades de futuro.
En resumen, el voto rural es un voto
cautivo, agradecido y práctico. En base a él, votante y electo consiguen un
equilibrio perfecto. Insisto, no piensen que el gallego se auto-engaña, el
gallego sabe gestionarse muy bien…
La política gallega se describe en base a
la cocina de la zona. El marisco es el embajador en el exterior, pero el “pulpo
a feira” se prepara excepcionalmente en las zonas rurales y acompañado por
cachelos (patatas hervidas).
Por cierto, permítanme insistir, los
gallegos son gente capaz. Todos los que han emigrado han sabido encontrar los
medios de vida que no encontraron en su tierra. Se han integrado social y
políticamente y no se han visto obligados a ser “prácticos”. Todos los que se
marcharon de casa eran gente orgullosa que siempre añoran su tierra pero que
rechazan a sus gobernantes.
En palabras de un amigo natural de Orense:
“entendí lo que pasaba en mi pueblo
cuando me marché de él”…
POLITICA ES MORAL
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