De los alemanes se puede esperar lo peor desde el momento en que
para dar las gracias dicen "tanque". Jaume Perich
Tras la
reunificación de 1990, Alemania, por primera vez en su historia, se configuraba
como estado no en contra de sus potencias vecinas sino auspiciada por ellas.
Tras dos
guerras mundiales, pareció a los ojos de occidente que el tradicionalmente
denominado “problema alemán”, dejaba de
serlo y que la dinámica del nuevo “Estado Nacional Germano” marcaba los
objetivos de una nueva realidad europea tanto a nivel económico como social. En
fin, tras el final de la Guerra Fría las esperanzas eran enormes…
La
concentración de poder económico en el centro de Europa, propiciada por un
nuevo impulso político, parecía enseñar a todos que la Unión Europea acabaría
de una vez por todas con los sempiternos enfrentamientos entre potencias.
Alemania era el ejemplo: ya no tomaba su realidad del antagonismo histórico a
Francia y por extensión a occidente, muy al contrario, volver a su integridad
territorial tras la caída del muro de Berlín, nos hablaba de que unirse era la
única vía de un futuro común en paz.
Nada es
gratis, todo tiene un precio…
Alemania
marcó ejemplo de eficacia política en la integración de la extinta República
Democrática tras la desaparición de la Guerra Fría y los bloques ideológicos.
Puso en marcha un “milagro económico” que indicaba de forma preclara la solidez
del Mercado Común Europeo y en base a sus méritos pasó a liderar Europa.
Y llegó la
crisis. Entonces descubrimos que el “modelo alemán” ya no era tan modélico.
Tuvimos el conocimiento de que la “locomotora europea” avanzaba gracias a
mantener los fogones encendidos con los muebles de muchos de los países de la
zona euro. Entonces nos dimos cuenta de que nos habían invadido y no habíamos
oído ni un cañonazo…
Alemania
creció económicamente en base a “ocupar” los entramados industriales y
financieros de los países del sur de Europa. Francia, su eterna enemiga
consintió en ello. A base de vender sus productos y aportando la financiación
adecuada, ganó por partida doble en el Monopoly europeo.
El modelo
germano impulsó medidas estructurales supuestamente en beneficios de todos. En
realidad, las medidas de control del déficit público se interpretaron
siempre en clave externa. Alemania siguió inyectando dinero con el objetivo de
“apropiarse” del continente. Sin duda la estrategia era dejar K.O a las
economías nacionales y entonces reclamar el pago de la deuda mediante la
pérdida de soberanía.
Es
significativo escuchar a los “técnicos” alemanes acusar a todos de haber vivido
por “encima de sus posibilidades”. Demagogia estructurada que pretende justificar la imposición de medidas
de fuerza...
La deuda y
el déficit se han mostrado más eficaces que los tanques y los aviones del
pasado. Alemania ha culminado su viejo plan de dominar Europa.
POLITICA ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario