La insurrección sólo puede entenderse
teniendo en consideración los factores concurrentes en el momento. Unos de
carácter ideológico, otros objetivos, como la deriva reaccionaria del gobierno.
En las últimas elecciones generales, la
derecha obtuvo una victoria aplastante. Todo apuntaba a una gestión de gobierno
de gran radicalidad, cuyo programa “real” hizo visible la voluntad de
desmantelar todas las conquistas sociales alcanzadas por los partidos de
izquierda desde la restauración de la Democracia.
La confrontación en todos los
ámbitos (parlamento, medios de comunicación, la calle…), llego al paroxismo
extremo. Los mensajes no eran vacíos, estaban llenos de rabia y deseo de
venganza. El partido del gobierno era visto como un poder fáctico que deseaba acabar
con los movimientos de representación social. Un análisis quizás acertado…
Con una izquierda fragmentada y
enfrentada entre sus diferentes facciones, los territorios históricos
realizaron una derivada cuya finalidad era la autodeterminación.
La consecuencia fue una “riña de
gatos” en la que más de 1300 personas perdieron la vida y señaló el verdadero
inicio de la Guerra Civil. Se trató de
la Revolución fallida de 1934…
Estoy seguro de que ustedes
valoraban en mis palabras un presuntuoso análisis de la actualidad de España.
No es el caso, pero habrán podido observar que seguimos sin memoria y es por
ello que posiblemente dos generaciones vuelvan a expiar los pecados de una.
Recordar es una forma de
aprender. Permítanme traer a su memoria
a José María Gil-Robles, presidente de la Confederación Española de
Derechas Autónomas. El eslogan de campaña que les llevó a ser mayoría
parlamentaria en 1933 era: “dadme la
mayoría absoluta y os daré una España grande”…
POLITICA ES MORAL
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