Yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna,
sino hacer que puedan vivir sin recibirla. Benjamín
Franklin
En una época como la actual, las noticias positivas escasean. Esta semana
hemos sabido que la Fundación Amancio Ortega ha donado a Cáritas veinte
millones de euros. Su destino será cubrir necesidades sociales en materia de
vivienda, alimentación, farmacia y material escolar.
El propietario de Inditex, con su generoso gesto, ha dado impulso a las
acciones de ayuda que Cáritas desarrolla a favor de las personas y familias más
necesitadas de España. Sin duda, iniciativas como esta ennoblecen a aquellos
que las toman pero desde una perspectiva ciudadana son el peor síntoma de una
sociedad enferma…
Un estado del llamado “primer mundo” debería ser capaz de garantizar los
aspectos básicos de la vida de sus ciudadanos. El contrato social establece un
compromiso en dos direcciones entre gobernante y gobernado. Cuando el
compromiso se rompe por parte de aquellos que reciben el deber y el privilegio de
las labores de gobierno, entonces aparecen los benefactores caritativos…
No quisiera que considerasen que el gesto del Señor Ortega no me parece
valioso. Muy al contrario, es digno de admiración que aquellos que disfrutan de
una posición holgada compartan su suerte. Lo que me inquieta es que la
obligación del Estado se diluya y nos convirtamos en una dicotomía simple: ricos
y pobres.
Mientras los mal llamados representantes públicos siguen mirando a otro
lado, mientras el equilibrio social se rompe, mientras los partidos focalizan
sus esfuerzos en mantener cuotas de poder y no en gobernar, 1.800.000
ciudadanos reciben ayuda de organizaciones como Cáritas para poder comer y
tener un techo sobre sus cabezas.
Miren, estamos educados dentro de una cultura judeo-cristiana, la caridad
forma parte de nuestros valores más intrínsecos, pero también es cierto que
hemos aprendido que lo importante es enseñar a pescar…
POLITICA ES MORAL