La tiranía totalitaria no se
edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los
demócratas. Albert Camus
Me encanta como cuidan de
nosotros los partidos políticos, de veras, diría que me emociona ver lo
pendientes que están de que nos sintamos cerca de ellos. Siempre atentos a sus
votantes y en general a la ciudadanía, nos envían cartitas ilustradas para que viendo
sus sinceras sonrisas, confiemos en su palabra aún habiéndose roto la misma una
y mil veces en el pasado.
Dejo al margen la ironía, que es
en verdad un yo acuso, y pongo manos en harina para más tarde repartir panes.
¿Qué piensan los próceres de nosotros, los españoles que damos forma a barrios,
pueblos y ciudades?, ¿creen que somos cortos como las mangas de un chaleco?,
¿desean sernos útiles o por el contrario nos endiñan cuando pueden cambiando el
plátano de bolsillo?. Esto es un disloque mayor que los hasta ahora conocidos y
menor de los que vendrán…
Celebramos Elecciones Generales
en diciembre de 2015 y como era de esperar el voto se polarizó, no se dieron
mayorías claras y sucedió lo que al menos yo temía: ningún pacto resultó
posible pues la cosa va de pillar cacho de un nominal poder que otorgue réditos
y no de remar juntos en este bravo mar en el que navegamos. Queda clara una
idea, quede meridianamente clara, aquí no se salva ninguna sigla, ninguna, así
que hagan el favor de no caer en la tentación de arrimar a mi ascua su sardina.
Ante la vergüenza de no conseguir
un gobierno tras un paripé infumable, vamos a unos segundos comicios con la
sensación extraña de que todo quedará, otra vez, en agua de borrajas (aunque
siendo diuréticas esas verduras igual nos hace bien) pues en nada ha cambiado
el sentido de Estado de los actores implicados. Eso sí, los papelitos que nos
explican a todo color, sus recetas de aspirina, siguen presentes en los buzones
con la perseverancia de un acosador psicópata que no tenga más solución para
sus males que el encerrarle bajo siete llaves.
Harto, hartísimo estoy que los tribunos que dicen
velar por la plebe (es decir, nosotros), se piensen que pueden disponer de los
dineros como si fuesen suyos y se mamen los calostros como ansiosos terneros.
¿Era necesaria otra campaña?, ¿alguien cree que la memoria es tan corta que no
recordamos quienes son los candidatos?, ¿se han enriquecido los programas con
Avecrem y será mejor el caldo?. Vamos a ver, vamos a ver, son todos unos
bradomines de medio pelo que galantean sin esmero los votos, ultrajan
dignidades y ofenden todo lo que un día fue valioso. Buhoneros de producto
chico, ventajistas del disimulo, indignos de reconocimientos, son ejemplo de
todo lo que no necesita España.
Los partidos políticos que
parecen tener razones inapelables y que en realidad se arman fútilmente con la
ya antigua fórmula del “y tú más”, no
han sabido ponerse de acuerdo ni para ahorrar en la nueva campaña electoral
para el 20 de junio. Las reuniones que anunciaron a bombo y platillo, con un
postureo de dignidad patricia, no han servido de nada. De hecho, tras mucho
dime y diretes, la voluntad de gasto o ahorro quedó, como siempre, en manos de
cada partido. Y ¿saben?, así, como quien no quiere la cosa, al primer envite,
los cuatro “grandes” soltaron más de 35 millones de euros, veremos la cifra que
al final de campaña se alcanza.
Miren, no se ustedes, pero a
precio de parecer tonto, quise pensar que tras la vergonzante finalización de
la abortada legislatura, el fracaso impondría la necesidad de restañar
dignidades, pero una vez más, allí donde dije digo, digo Diego. Todos han vuelto a sus capillas y se han
olvidado de sus feligreses en la sempiterna monomanía de que Dios proveerá. Es
lo que tienen los falsos santos, predican muy bien los puñeteros, pero una de
las verdades del barquero (últimamente hablo mucho con él) dice que una cosa es
predicar y otra dar trigo.
Están los buzones de mi casa en
un constante empacho, no tanto por el papel que tragan y si mucho por las
salsas que lo amargan. Estimados candidatos, son todos ustedes cualquier cosa
menos factótums de mi país y así, he decidido que si ni tan solo han sabido
evitar gastos en campaña, nunca serán capaces de ahorrar gobernando en lo
superfluo para invertir allí donde realmente es necesario. Es por ello, que aún
sabiendo que les irá una higa en lo que
yo decida, no pienso votar a ninguno de ustedes, aunque regalándome una colorida
pelota de playa me lo pidan.
Por cierto, sepan que sabré ir al
colegio electoral, elegir las papeletas, introducirlas en sus sobres, hacer
cola (espero que vote mucha ciudadanía), identificarme, introducir mi voto en
las urnas y educadamente, agradecer su labor a los Vocales y al Presidente.
Gracias por su preocupación…
POLITICA ES MORAL
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