miércoles, 8 de junio de 2016

EL GRAN HERMANO NOS GANA POR LA MANO


Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido. George Orwell, 1984.

El 8 de junio de 1949, George Orwell publicó su libro 1984. Esta novela, junto a “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “Farenheit 451” de Ray Bradbury, forma parte de un género denominado distopía o antiutopía, es decir, el planteamineto  de una sociedad ficticia indeseable en sí misma.

El planteamiento de este inglés nacido en la India es a priori denso, pues si bien plantea ya el concepto de líder totalitario padecido en época del autor, la praxis para someter a la masa social se basa en una denominada policía del pensamiento y de algo que se define como neo-lengua. Una genial propuesta del poder establecido para reducir el léxico con un objetivo manifiestamente represivo, pues la tesis es que aquello que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado…

Convendrán conmigo -de analizar un poco lo descrito- en que nuestra sociedad parece o puede parecer la concreción de lo descrito en 1984. Me atrevo a afirmar que de hecho podemos definir nuestra realidad como orwelliana, pues es más que evidente que la información que recibimos está manipulada y que sin duda alguna, la vigilancia masiva facilita la represión política y social.

Muchas interpretaciones se han hecho de la desalentadora obra de Orwell, e incluso se ha querido vender desde una posición de falso paternalismo democrático, que sus tesis acabaron con la caída de los fascismos al fin de la 2ª Guerra Mundial y con el fin del comunismo soviético tras la perestroika. Nada más lejos de la realidad, es precisamente en las sociedades con sistemas de representación popular, donde el control social ha triunfado. Es más, la mayoría de la masa ciudadana, disfrutando de cada vez menor libertad de pensamiento y decisión, cree ser realmente libre.

El éxito del planteamiento del control de “El Gran Hermano” se explica de forma sencilla: Aquellos que estudian nuestra lengua están de acuerdo en que ésta no puede encorsetarse, sino que es algo mutable, que evoluciona y cambia. Sin embargo, nos advierten de que está enferma y se degrada. Un ciudadano medio español no utiliza más allá de 1.000 palabras y sólo los muy cultos alcanzan los 5.000 vocablos. Es más, algunos jóvenes utilizan solamente un arsenal de 240 palabras.

Afirma la máxima que el pensamiento configura el lenguaje, pero he de afirmarles que el lenguaje también es progenitor del pensamiento. Por favor, no lean más y les ruego que por supuesto no escriban, pues en breve veremos patrullando por las calles, de forma real, a esa policía del pensamiento que tan magistralmente describió Orwell.

POLITICA ES MORAL

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