Lo más característico de la vida
moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad,
su absoluta falta de contenido. George Orwell, 1984.
El 8 de junio de 1949, George
Orwell publicó su libro 1984. Esta novela, junto a “Un mundo feliz” de Aldous
Huxley y “Farenheit 451” de Ray Bradbury, forma parte de un género denominado distopía
o antiutopía, es decir, el planteamineto de una sociedad ficticia indeseable en sí
misma.
El planteamiento de este inglés
nacido en la India es a priori denso, pues si bien plantea ya el concepto de líder
totalitario padecido en época del autor, la praxis para someter a la masa
social se basa en una denominada policía del pensamiento y de algo que se
define como neo-lengua. Una genial propuesta del poder establecido para reducir
el léxico con un objetivo manifiestamente represivo, pues la tesis es que
aquello que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado…
Convendrán conmigo -de analizar
un poco lo descrito- en que nuestra sociedad parece o puede parecer la
concreción de lo descrito en 1984. Me atrevo a afirmar que de hecho podemos
definir nuestra realidad como orwelliana, pues es más que evidente que la
información que recibimos está manipulada y que sin duda alguna, la vigilancia
masiva facilita la represión política y social.
Muchas interpretaciones se han hecho
de la desalentadora obra de Orwell, e incluso se ha querido vender desde una
posición de falso paternalismo democrático, que sus tesis acabaron con la caída
de los fascismos al fin de la 2ª Guerra Mundial y con el fin del comunismo soviético
tras la perestroika. Nada más lejos de la realidad, es precisamente en las
sociedades con sistemas de representación popular, donde el control social ha
triunfado. Es más, la mayoría de la masa ciudadana, disfrutando de cada vez
menor libertad de pensamiento y decisión, cree ser realmente libre.
El éxito del planteamiento del
control de “El Gran Hermano” se explica de forma sencilla: Aquellos que
estudian nuestra lengua están de acuerdo en que ésta no puede encorsetarse,
sino que es algo mutable, que evoluciona y cambia. Sin embargo, nos advierten
de que está enferma y se degrada. Un ciudadano medio español no utiliza más
allá de 1.000 palabras y sólo los muy cultos alcanzan los 5.000 vocablos. Es más,
algunos jóvenes utilizan solamente un arsenal de 240 palabras.
Afirma la máxima que el
pensamiento configura el lenguaje, pero he de afirmarles que el lenguaje
también es progenitor del pensamiento. Por favor, no lean más y les ruego que
por supuesto no escriban, pues en breve veremos patrullando por las calles, de
forma real, a esa policía del pensamiento que tan magistralmente describió
Orwell.
POLITICA ES MORAL
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