martes, 21 de junio de 2016

¡ARRIBA ECHENIQUE!


Yo les confieso que le prodigo fe a Albert Camus y hay cosas de este pied-noir  que me sirven casi al nivel mismo que San Agustín, pero a pesar de haberle leído e interiorizado durante mucho tiempo, aquello de que en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio, estimados amigos, no me lo trago.

No somos buenos, somos corderos que se victimizan, pero llegada la oportunidad de cambiar rebaño por manada, nos encumbramos en lobos. Plautó clavó la expresión  Homo homini lupus –el hombre es un lobo para el hombre- y lo hizo en el grato ámbito del teatro, pero llegado Hobbes a escena, lo que era pauta de ficción, se convirtió en realidad sangrante.

El bueno de Tomás Hobbes nos pasó muy bien la mano por la cara, nos enseñó o mejor dicho nos restregó la verdad irrebatible de que el ser humano es egoísta por naturaleza. El inglés aceptaba que bien estaba aquello de esforzarse en hacer que las personas abriesen su corazón, en que militasen en la generosidad  y pudo incluso reconocer en ello un hermoso objetivo social. En cualquier caso -siento hacerles un spoiler- el tipo lo acabó viendo muy claro: para hacer que el sistema funcione, mejor un monarca absoluto que imponga un orden estricto y purgue a los que de la raya se salen…

Ayer me sentí lejos, muy lejos de mis iguales. Ayer me puse como un basilisco, y de no haber sido por la presencia de mi hijo, le hubiese roto el alma a un mal nacido. En cualquier caso –ustedes me conocen- no pasé de puntillas para quedarme en el amago y así hoy saco la siete muelles para despreciar a un hombre que nunca será persona y siempre será gentuza.

Se hablaba de los comicios que habrán de celebrarse el próximo domingo, cada uno iba diciendo la suya y con más o menos dulzura nos dábamos en los morros pero en principio, pareció que todo quisque respetaba al contrario. Hasta que abrió la boca un espécimen  de no sé que subgénero humano que en aras de no sé qué prestigio de España, afirmo sin cortapisas que Pablo Echenique (Secretario de Organización de Podemos) no era digno de ser un personaje de la política española, literalmente dijo: “¿quién ha puesto a ese inútil de la silla en primera fila?”.

Miren, antes lo apuntaba, conté hasta diez y me pareció que fueran diez mil, tragué saliva que supo a bilis y me imaginé rompiéndole la cara con una pasión desaforada. ¿Saben cómo continuó la cosa?, pues sencillo, entendió el silencio como una victoria y su discurso fue in crescendo,  afirmó sin empalago que no era normal que un país lo gobernase “gente así”. Imaginen, hablaba  el oligofrénico de gente así y yo le miraba, le analizaba y le traspasaba con dardos que nadie notaba. Pues hubo quién empezó a hablar de que el aspecto es muy importante e incluso hubo un lumbreras que afirmó que un minusválido (eso sí, utilizó el término de forma muy educada el muy cabrón) podía dar una imagen de debilidad a un Estado.

A esas alturas yo ya estaba por masacrar sin miramientos, pero cerca había niños y comprenderán ustedes, no era plan. En cualquier caso -ya me conocen- advertí por activa y pasiva, apelé a los méritos de las personas al margen de su condición física, plantee que es el intelecto lo que hace capaz a cualquier profesional y ello es lo mismo en la política, se ejerza esta donde se ejerza. Una vez más sonrisitas y como siempre, los tontos del haba que a pesar de leer, casi nunca entienden lo que explican las palabras, me afrentaron con uno de mis artículos en los que ensalzaba la elegancia como parte intrínseca de aquellos que están a la vista del público.

Batallé sin esperanza y perdí, jirón a jirón, las fuerzas para acabar –como viene siendo habitual- siendo causa de todos los males. Todos los corderos se convirtieron en lobos y llegó aquello de pies para qué os quiero. Pero como soy también un apasionado de las fábulas de Esopo, me reconozco en tortuga y me encantará joder a las liebres. Las que nos ocupan son gentes de pocas luces y magna soberbia, gañanes que más allá de trabajar para gastar en Media Markt (que les dice que no son tontos), no saben más que ensoñarse con las mujeres de otro para acabar restregándose con sus esposas a las que ellos mismos llaman loros.  En contraposición, el que ellos llaman tullido (me sorprendió que uno de ellos utilizase el término), es Licenciado y Doctor en Ciencias Físicas, trabaja como científico titular en el Instituto de Química Física Rocasolano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y es colaborador extraordinario en el departamento de Física Teórica de la Universidad de Zaragoza. Ahí es ná lebratones de medio pelo, que por no ver no veis en vuestros ojos los orzuelos.

El que empezó la digamos reflexión, escribe aya sin hache (créanme, no sabe el significado de la palabra sin la consonante) y alterna las bes y las uves con una alegría que provoca escalofríos. Este es el ejemplo de ciudadano que escupe sobre el honor de un gentilhombre con el que se podrá estar de acuerdo  o no, pero que atesora más valores de los que la mayoría de los comunes no obtendrá nunca ni en sueños.

Pablo Echenique es un referente y una esperanza para todos aquellos, que reconociéndose alguna limitación,  han sabido ver en el podemita un hombre al que vale la pena seguir a la velocidad que marca su motorizada silla. Liebres, os cacé a tiros en el pasado, os desollé y os cociné con esmero. Apartaos de mi camino o, no lo dudéis, sabréis lo que es bueno.

POLITICA ES MORAL


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