domingo, 19 de junio de 2016

ELEGANCIA ROJA


No es coraje, es elegancia. Quizá la elegancia es la forma suprema del coraje o el coraje es la forma suprema de elegancia. Lobo Antunes

Estoy harto de la tontería de la estricta norma  progresista que penaliza eso tan normal que siempre se ha definido por “ir arreglado”. Más cuando eso de cuidarse, extrañamente, se identifica con el sometimiento de un sexo a otro o no sé qué otras acepciones apocalípticas. No se trata de un mensaje en base a la imagen de lo evidente. ¿Somos iguales mujeres y hombres?, la cosa es una verdad de Perogrullo  y eso es lo que aprendí y enseño. Ante la ley, de aplicarse la misma,  no ha lugar a la duda, lo que dilucidamos es otra cosa, es otro matiz.

Vamos a ver estimados ciudadanos y ciudadanas, ¿quién obliga a un progresista a parecer un pedazo de carne mal salpimentado para reivindicar derechos?. Diríase que nadie, ¿no es cierto?, pues ya está dicho todo. Yo habré mamado eso que se conoce como republicanismo de izquierdas,  pero las milicianas también pueden depilarse las piernas  y los milicianos rasurarse bien la barba  antes de ir a pegar tiros, sin  perder ni un poco de su ímpetu por defender lo que defienden, o mejor dicho, defendemos.

Algunos de ustedes dirán que tengo  más razón que un santo y otros verán, en lo reflexionado, algo que hace que servidor se merezca apoyarse en un muro al amanecer. Desde luego, no creo que sea tan difícil ser persona pulcra y activista a un tiempo.  Una condición no merma ni debe ir en detrimento de la otra, pero bueno, todavía para algunas y algunos en la estética llevan el mensaje y en eso -parece mentira-  se quedan casi siempre.

La estética es cosa  importante pues ¿puede creerse en alguien que defiende sus ideas oliendo a choto?. La respuesta es no, o sí, si lo que pretendes  es mandar a los chotos y ahí se rompe el axioma que numantinamente defiendo de que siempre es  mejor ser cabra que oveja. La pulcritud, estimados activistas de la nueva izquierda,  es progresista y la guarrería no. Sencillo el razonamiento: si no cuidas tu propio cuerpo, ¿cuidarás el cuerpo social?.

Esta reflexión es espectacular, no por brillante, sino por polémica. Algunos la  suscribirían de cabo a rabo y otros se escandalizarán, pero la verdad del barquero es que se puede ir vestido de una cierta manera denominada como alternativa (que a veces no transmite respeto por la limpieza, bien es cierto), pero ir limpio y pulcro. En serio, yo respeto casi todo en ese tema, pero insistiré siempre en que la estética no define de forma absoluta pero compone un buen escaparate de la ética. Decir lo que digo no se basa en anécdotas de los medios de comunicación o en chascarrillos de terceros. Así,  puestos a significarme, les contaré algo.

Aún me acuerdo de mi juventud,  portando El País bien dobladito bajo el brazo para que se viera bien. Ahora lo pienso y he de confesar que siento vergüenza, no por el hecho de ser y pensar como entonces, pues era más joven, tenía poca madurez y muchas menos lecturas que hoy. No quiero decir que hoy esté más en lo cierto que entonces, tan solo  digo que era un comportamiento  chorra para decirle al mundo: mira lo progre que soy. Nada más y nada menos que con El País, algo que ahora -sin lugar a dudas- provocaría hilaridad.

Hace mucho que lo superé, Deo gratia -me refiero a lo de tener que mostrar lo que soy-, pero esa inmadurez -que debe superarse con los años- la veo en una cierta gente ya talludita y con canas, que no se desprende de la misma y no les engañaré, me resulta  lamentable. No sé si me he sabido explicar, pero en cualquier caso, es cierto que también en los alternativos el postureo del desarreglo  es mentir con descaro.

POLITICA ES MORAL

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