miércoles, 11 de julio de 2012

ATACAREMOS



“Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad”.

Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 1776

Este párrafo describe de forma preclara lo que ha de ser un gobierno “justo”.

También es clara la reflexión que sobre la injusticia de un gobierno enuncia el artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1973: “Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo la insurrección es para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes”.

Nadie puede dudar del carácter democrático de los dos planteamientos. La pregunta que subyace es si estamos en el punto en el que los gobernados deban reclamar el derecho a derrocar a aquellos, que amparándose en leyes otrora justas, han pervertido estas en beneficio propio y de una élite a la que “realmente” representan…

Sin duda ya hemos llegado al punto sin retorno, a la ideología de la desesperación, a la necesidad del cambio de un sistema que oprime bajo una falsa imagen de legitimidad.

En un pandemonio de ajustes, recortes y limitaciones, la casta política, en colaboración a los poderes fácticos a los que sirve, ataca a la ciudadanía para mantener su estatus. Se ha olvidado el contrato social que establece que “los poderes legítimos derivan del consentimiento de los gobernados”.

Este ciudadano está seguro de no ser representado, este ciudadano sabe que no recibirá ayuda, este ciudadano se prepara para lo peor. Nadie le prestará ayuda. Otros, en la misma urgencia de posibilidades de supervivencia se unirán a él y el a ellos. Triste final, traumática la reacción, la única opción de futuro…

Patricios que os llamáis “legítimos representantes”, cuidado. Otras veces escrito, muchas pronunciado, no hay peor enemigo que aquel que no tiene retaguardia a la que retirarse. 

Somos más, estamos cansados, tenemos miedo, atacaremos…

POLITICA ES MORAL

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