viernes, 13 de julio de 2012

ANDREA FABRA Y LA MATANZA DE BADAJOZ



Resulta muy difícil ponderar algunos aspectos de la realidad actual. La tendencia es acercarse al odio. Un odio que se regenera al volver a supurar de heridas viejas…

Hemos regresado al “ellos y nosotros”, a la descalificación sistemática de los que se consideran un estorbo, a los fines últimos de la élite “elegida por Dios para cumplimentar sus designios”. Un gobierno indigno se ha levantado contra el ciudadano. Un colectivo corrupto y cínico se parapeta en una falsa legalidad al margen de aquellos a los que debe respeto y servicio. Unos seres desalmados gritan sin rubor: “¡que se jodan!”…

No pretendo que se comprendan mis paralelismos, sin duda en ocasiones extremos, pero me viene a la cabeza la vergüenza de la llamada “Campaña de Badajoz”. En Agosto de 1936, el General Yagüe, al mando de las tropas sublevadas contra la República, tomó la ciudad de Badajoz. A la caída de esta, le siguió una matanza indiscriminada de ciudadanos, militares leales y milicianos. Según diferentes fuentes, se fusilaron entre 1800 y 4000 personas…

Tras semejante salvajada, Juan Yagüe fue entrevistado por un periodista estadounidense. Este, le pregunto sobre la veracidad de los hechos, y la respuesta ya forma parte de nuestra más vergonzante historia: “Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba?. ¿Suponía que iba llevar 4000 rojos conmigo mientras mi columna avanzaba contrarreloj?. ¿Suponía que iba a dejarles sueltos a mi espalda y dejar que volvieran a edificar una Badajoz roja?”. Bueno, retiren o corrijan palabras, ponderen en función de la distancia que marca el tiempo o de su visión de la historia. Pero quédense con dos ideas: “llevar conmigo” y “dejarles sueltos a mi espalda”.

Estar al lado de la ciudadanía, estar implicado en la resolución de sus problemas, llevar consigo los problemas comunes, es la dignidad que se espera de unos gobernantes. Por el contrario, nuestro Gobierno opta por liquidarnos socialmente para que nadie reaccione  a su espalda, por soltar lastre que le permita escapar indemne y salvar su estatus…

Andrea Fabra no ha hecho nada excepcional, no debemos sorprendernos de su exclamación en el Congreso de los Diputados (supuesta sede de la Voluntad Popular). Muy al contrario, agradezcamos que la bilis que expulsó, se convierta en anticuerpos que nos sanen de presencias como la suya. Quede claro, de forma definitiva, que nada cabe esperar de unos gobernantes que faltan al respeto a las personas. Que nadie nos representa, que nadie medra en política con voluntad de servicio a la ciudadanía, que las ratas gobiernan el barco…

Permítame Señora Fabra, y siempre en la misma medida, ¡jódase usted!.

POLITICA ES MORAL


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