Una expresión de la cultura nativa norteamericana afirma que a los hombres se nos recordará por las huellas que
dejemos. Bien, me permito añadir que esas huellas son hondas, fruto de caminos
recorridos de forma errónea. El
reconocer nuestra sinrazón será la única vía para un futuro justo y en armonía con
un planeta que –no lo olvidemos- no nos pertenece.
Hace poco tiempo volví a ver -por
enésima vez- la película “El Último Mohicano” de Michael Mann. La película se
basa en la archiconocida y apasionante novela del mismo nombre, cuyo autor fue James
Fenimore Cooper. Corresponde poner hoy en valor que la película es una adaptación
de la trama literaria y que no restando la falta de fidelidad al libro,
brillantez al resultado, viene al pelo para dotar de historia y escenario a la
actualidad de Norteamérica.
Miren, en la película, un Gran
Jefe de la Nación Hurón (en el libro Delaware) afirma lo siguiente: Cuando el
hombre blanco llegó, la noche entro con él en nuestro futuro. La pregunta que
siempre se ha hecho el Consejo de la tribu es, ¿qué corresponde a las naciones
indias?. Bien, frente a las buenas intenciones de otros personajes de la
novela, el único que se ajusta a la realidad y entiende el juego en su
totalidad, es el supuesto villano de la historia. El malvado Magua, un Jefe de
Guerra, muestra una claridad de ideas que de haberse impuesto a la mentalidad
tribal existente, hubiese escrito otra historia para lo que conocemos como
Estados Unidos.
El indio que se nos muestra como
un desalmado es quien recoge las mejores opciones para los nativos americanos y las expone sin tapujos. Colaborador de los
franceses contra Inglaterra, Magua explica que sus victorias también provocan
temor en sus aliados y que eso es bueno. Propone imponer nuevas condiciones de
comercio con Francia, diseña el sometimiento de las tribus que colaboran con
los británicos, establece la necesidad de comerciar con oro y finalmente deja
claro que entendiendo la ambición de los colonos blancos, las naciones indias
serán tan fuertes como ellos. Es evidente que esta tesis no se impuso y las
consecuencias han sido explicadas y falseadas, a partes iguales por la imperante
moral anglosajona de los estadounidenses. De hecho, el fruto de sus propias contradicciones se
observa en que voten opciones como las que representa Donald Trump.
Una vez más, el hombre blanco
desea más riquezas y no duda en utilizar la fuerza contra sus compatriotas
indios y contra la propia salud de la nación. En Dakota del Norte, la nueva
administración presidencial está ejerciendo una presión armada contra la
población Sioux -para nada disimulada- en aras de pacificar la zona por la que
ha de discurrir un oleoducto. Órdenes ejecutivas contra poblaciones enteras y
contra la tierra que estas habitan, describen el salvajismo del pasado. Una
bestialidad que sigue viva en la mentalidad de los soberbios herederos de los
incultos y desesperados colonos que hollaron la costa este de Norteamérica a
principios del Siglo XVII. Aquellos que buscaban un nuevo futuro en un nuevo
mundo, reprodujeron la tiranía que la vieja Europa ejerció contra ellos.
Me entristece recordar hoy la
matanza de Wounded Knee de 1890 en la que se masacró a más de trescientos
indios lakota (incluidos mujeres y nños) sin miramiento alguno, en aras de las leyes federales. Traigo el tema al presente, pues en febrero de
1973, en el mismo lugar, la nación sioux mantuvo en jaque, durante más de dos
meses al ejército y al FBI. Su revuelta acarreó encarcelamientos, pero también mantuvo
incólume la auto-gestión sioux de la reserva.
Bien, los ocho años de Barack
Obama al frente del Imperio de nuestro tiempo, parecieron establecer
correspondencias más justas entre los diferentes actores de la ciudadanía, pero
todo ha sido un espejismo: siempre regresa el Séptimo de Caballería para salvar
a los cautivos de los salvajes y recuperar las propiedades perdidas. En fin,
John Wayne mola, pero cuando converso con mis amigos sobre el cine del Oeste
(han de saber que me apasiona), siempre saco a colación a Magua y hago entender
a quienes tienen la bondad de escucharme, que se trata de un gran personaje, un
tipo con los bemoles bien puestos y tan
hábil con el cerebro como con el tomahawk .
Los yankees, en su totalidad, fueron
heridos en Wounded Knee, pues rompieron siempre sus promesas, aniquilaron
pueblos enteros y aún hoy no se han dado cuenta que siempre habrán otras
naciones capaces de cortarles la cabellera.
POLITICA ES MORAL
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