¿Habrá que volver a recordar que
la ley no persigue ideas sino conductas? , esta frase corresponde a Antonio
Casado y en la misma se puede construir la herramienta que acabe por reparar la
fractura entre el Estado y Cataluña.
Nos explicaba el mismo Casado que
Carles Puigdemont abriría la jornada de hoy –el día del juicio a Artur Mas,
Joana Ortega e Irene Rigau- con una declaración institucional de apoyo a los
encausados. Considera el periodista que se trata, en su opinión, de “una prueba
más de que este pulso al Estado ha devenido absurdo, surrealista, cansino y
agobiante”. Miren, le compro la parte y el todo, hago mía la crítica a la
conducta de aquellos que nos gobiernan, pero introduzco una variable que
siempre se soslaya: aquí la están cagando los que mandan en Cataluña y en
España.
Esto ya está inflando las narices
a los ciudadanos en general y ¿saben?, atendiendo a que la cosa es una
problemática real, mejor sería acabar con la disputa y suceda lo que suceda,
tras la cirugía reparadora, cada mochuelo a su olivo si sucede por la noche o de
pasar de día, cada oveja a su corral. Aquí sucede que llevando la disputa a la
consulta, saldría un no como una casa y la bilis se envasaría otra vez y
retomaríamos la calma que nos hiciese centrarnos en la realidad. Se, mejor
dicho, intuyo, que se pondrán los hijos de cada cuerda como basiliscos, pero
este cuestionado equidistante empieza a sustituir la preocupación por el miedo
a que lleguemos a las manos. Ergo corresponde ser valiente y dejar las
tonterías a un lado.
En Cataluña se juega el sentido
del Estado Español y atendiendo a que las posiciones se están radicalizando,
mejor dejar de proteger las corrupciones de una y otra orilla y buscar una
acción valiente que ponga a todos y cada uno en su lugar. Los llamados
unionistas perseveran en la idea de que España y su legalidad no pueden
plegarse a unos catalanes que nunca están satisfechos se les ceda lo que se les
ceda, pero pudiendo hacer propia la valoración, la cosa nos quema en las manos,
nos guste o no.
Me tienen amigos y conocidos la
cabeza como un bombo. Los que hablan de la indivisibilidad de España dicen que
por sus cojones unidos y los secesionistas de la estelada dicen que mejor solos,
que juntos nos vamos a comer los mocos. Yo siempre digo lo mismo, aquí las
élites extractivas de las dos orillas se tapan las vergüenzas con unos trapos
que llamamos banderas. Mientras, los ciudadanos que siempre pagan las fiestas,
desesperados por sus carencias cargan contra “los otros” -que según se les
explica- son los que les joden el futuro.
Bien, siempre he aspirado a un
Estado fuerte y justo, consciente de que nuestra diversidad es una riqueza y
como tal debe ser apreciada. Lo he reflexionado hasta desgañitarme, aquí esa
diversidad ha hecho que la cosa se tuerza cuando la crisis se ha comido a las
gentes y ahora, cagando las consecuencias, huele tanto la mierda que toca
azuzar a las gallinas para que se protejan las zorras. ¿Me dirán que no?, la
crisis hace que la gente este de peor humor, más crispada y más a la defensiva,
de hecho en los tiempos en que a todos nos iba mejor no había tanta
confrontación. Por mi parte, procuro expresar pese al desánimo, mis mejores deseos para el futuro, esperando que
las actuales tensiones sociales queden en palabras y no se repitan
desagradables episodios históricos pasados. Lo que nos sucede es la teoría
denominada del gallinero: mientras la ratio de espacio por animal es alta y no
falta el pienso, las aves ni tan siquiera cacarean, pero cuando se las somete a
la aglomeración y al hambre, se destrozan entre ellas.
Miren, es apasionante la labor - en
Cataluña y España- de separar la paja del trigo y he de decirles que habitan
entre nosotros mentes prodigiosas. Estas coinciden siempre en afirmar que se
veía venir que la crisis haría aflorar el animal que todos llevamos dentro y
que la expresión máxima de esa situación se vería reflejada en cuestiones
territoriales e identitarias: ¿no les parece familiar la cosa?.
En nuestro pasado reciente, en el
último cuarto del Siglo XX, la rabia, la desesperación, las luchas sociales en
definitiva, se traducían en manifestaciones y reivindicaciones visibles y
vehementes. Así conseguimos entre todos un país que apuntaba a un mejor futuro
tras la noche de la dictadura. Ahora descargamos bilis frente a un enemigo
necesario para justificar nuestros fracasos y pareciendo hacer algo, nada
provechoso nos sucede y sí perdemos las opciones de preservar la sociedad
de bienestar. ¿Lo ven?, esto de las identidades es una droga de diseño eficaz y
barata, muy barata.
Si han llegado hasta aquí, muchos
de ustedes dirán que no me mojo por nadie. Yo les digo que nones, que me mojo
tanto que me mojo por todos. Les retomo lo dicho por Antonio Casado y les digo
que partiendo de la inapelable idea de que
deben reprimirse conductas y no ideas, corresponde acabar con esta milonga de
una puñetera vez. ¿Qué como se hace eso?, es evidente amigos, eso se hace
votando. Fabulo con el día después a las urnas y veo una España regenerada que
se dedique a trincar a los que lo robaron todo de Finisterre a Gata y que tras encerrarlos bajo siete llaves, iniciase un proceso
constituyente que nos regresase al honor de ser españoles.
Por cierto, quizás no se lo pregunten,
pero me place el decírselo. Yo votaría NO a la independencia, ya lo hice el 9
de noviembre y ¿saben?, no me pasó nada.
POLITICA ES MORAL
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