Miren, el tiempo pasa para todos
y la cosa es inapelable, pero me voy a tirar al monte y les diré que a los que mejor
les sienta cronos es a los galipollas con a.
Hace ya demasiados años fui socio
del Teatre LLiure y del Teatre Romea de Barcelona, ciudad en la que nací y viví
hasta hace veinte años. Bien, en aquellas suntuosas programaciones, destacaban
las obras francesas (probablemente gracias al prestigiado actor Josep María
Flotats formado en la Comédie-Française) y en concreto aquellas cuya autoría
correspondía a Jean-Baptiste Poquelin, conocido
por todos como Molière. Obras como el Enfermo Imaginario, El Avaro, Tartufo, El
Misántropo y tantas otras, me hicieron disfrutar de unas preciosistas puestas
en escena, pero por encima de ello, me ayudaron a entender que el mundo,
queridos amigos, es de los idiotas.
Quisiera poner el valor una frase
del mismo Moliere que –a mi criterio- define de forma excepcional su abundante
y trascendente obra: las personas no están jamás tan cerca de la estupidez como
cuando se creen sabias. Miren, uno no deja de ver como “poco amigos” a los que nos vencieron en Rocroi, pero hoy
me permito hinchar pecho y gritar ¡vive la France!, que en ocasiones uno se
pone apátrida y piensa que los del parque de Monteleón pudieron quedarse
tranquilitos el famoso dos de mayo, esto hubiese sido territorio del Imperio
Corso y otro gallo nos cantaría…
Bien, les decía que no hay nada
más penoso que un campo en barbecho que pretenda venderse como un vergel de
frutales bien colmados de cosecha. Eso pasa en la política en cada ciudad y
pueblo de España. ¿No me siguen el hilo?, pues esperen una miajita y verán de
que va el tema. Trato de explicarles lo que ya hace mucho tiempo definió Vladímir
Ilich Uliánov, alias Lenin como “los tontos útiles”. Esa masa que bien especiada
otorga validez a las propuestas cocinadas por personas bien preparadas y que
saben fehacientemente (la historia así lo demuestra) que de hacer que el rebaño
se las trague, el negocio dará pingües beneficios para sus bolsillos.
Me he retraído al primer cuarto
de siglo XX y ahora me espabilo para regresar al presente. En 2011 o 2012,
Xavier Marín un histórico del Partit del Socialistes de Catalunya (PSC)
describió de forma magistral una realidad asquerosa y emponzoñada de su partido
pero que bien puede aplicarse a todos los que componen el espectro ideológico
de nuestro país. Decía el fino estilista que en los partidos coexisten
bienintencionados ideólogos, los políticos vocacionales y los oportunistas por
fracaso profesional o por incapacidad manifiesta de buscarse el forraje por su
cuenta y esfuerzo. Afirmaba Marín que estos últimos presentan un nivel
paupérrimo y que gracias a ser capaces de matar por no perder el chollo de
calentar su silla, hacen lo que haga falta para que los que mandan les permitan
seguir oliéndoles el culo.
No se me alteren que así estamos
y punto pelota. ¿No lo ven?, en los congresos de cualquier sigla, son los menos
preparados los más fieles, pues saben que para medrar han de someterse al amo.
¿Consecuencia?, por todos es sabida: se reproducen los ladrones, se
desnaturaliza la ideología y los partidos dejan de ser eso y se convierten en
sociedades anónimas. ¿Habrán de atreverse a decirme que no?, lo sabía, no hay
bemoles en sus filas.
Corresponde que regrese al
principio de la reflexión, pues les hablaba de los estúpidos que se creen
listos. Viven entre nosotros y habiendo recibido por sus amos tantos parabienes
por ser útiles a sus designios, se atreven a dar lecciones magistrales los muy
galipollas. Por cierto, sepan que en mi tierra cambiamos la i por la a pues es
mejor ver a un tonto el primero de la fila para así poder reaccionar a tiempo
cuando pretende ser maestro, siendo en verdad un galeote cualquiera.
POLITICA ES MORAL
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