lunes, 25 de noviembre de 2013

¿POLÍTICA O CIUDADANIA?


 
Todo aquello por lo que luchamos y en lo que creemos -la libertad, la igualdad y la justicia-,  encuentran su máxima expresión en el despacho de un concejal, pues es allí donde todos esos valores se concretan en personas con rostro. Horacio Amezúa

En ocasiones, no tengo más que mirar a mi alrededor para convencerme (disculpen ustedes la presunción), de que casi nadie hace un buen análisis de su verdadero papel en la política local. Si seguimos las declaraciones, explicaciones y acciones de aquellos que ejercen un cargo local o postulan al mismo, podemos observar que no siguen un principio básico, la subsidiariedad.

En un municipio, la incorporación a la política debe obedecer a criterios de proximidad. O lo que es lo mismo, el ciudadano se reconoce como responsable de su entorno y en base a ese compromiso, actúa. Esta ecuación no es de sencilla resolución por la imposición de criterios de política general  de los partidos tradicionales o de aquellos, que apareciendo como novedosos, desarrollan su labor clonando las mismas estructuras caducas.
El político local se debería incorporar al trabajo con la voluntad de hacer ciudadanía y no política al uso. El compromiso debería ser grande y con el deseo de establecer criterios de gestión cuyos objetivos y beneficios se circunscriben al ámbito municipal.

No caeré en el error de considerar un municipio como un pequeño reino de taifas que deba vivir de espaldas al escenario que suponen comunidades y Estado, pero afirmaré sin rubor que la política debe construirse de la parte al todo. No puede entenderse que un gobierno local se guie por propuestas mancomunadas que en muchas ocasiones, no son aplicables en su área de competencia y que no tienen más objeto que mostrar unidad de acción del partido madre…
El ciudadano observa, reconoce el problema, se organiza y finalmente se compromete. Busca opciones para su activismo y pretende incorporarse a alguna plataforma para trabajar. Hasta aquí, el proceso es de manual, pero el problema es llevarse la sorpresa de que la mayoría de esas plataformas de representación buscan solucionar sus problemas y no los de aquellos ciudadanos a los que supuestamente dicen representar.

No hay más finalidad que la buena gestión para conseguir el bienestar socio-económico. Pretender la trascendencia personal en unas siglas, sin conseguir aportar cambios, no es ni más ni menos que presunción vacía y traicionar el verdadero valor del servicio a la comunidad.
POLITICA ES MORAL

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