martes, 5 de noviembre de 2013

ALICIA Y ALBERTO


 
Recordando mis tiempos de instituto, han venido a mi mente dos compañeros que sin poder considerarse amigos, me enseñaron muchas cosas.
Ambos eran los más brillantes académicamente y conscientes de la realidad imponían, no sin soberbia, su supuesta superioridad a los demás. Uno era metódico y constante, el otro atesoraba una inteligencia excepcional aunque algunas veces la improvisación le salvaba las situaciones.

Mientras las asignaturas requerían trabajo sesudo y horas de estudio, el llamémosle ordenado cumplía con creces. Pero cuando se debía establecer criterio propio e intuición frente a la contingencia, el compañero improvisador ganaba por goleada…

Aquel binomio de los más capaces, acabo en enfrentamiento, no podía haber sido de otro modo. Para los melómanos y en su defecto, cinéfilos, será fácil recordar el antagonismo que se estableció entre Mozart y Salieri. Mozart, genio ya en la cuna, invadió con su don el espacio que ocupaba el artesano Salieri. La admiración inicial se trocó en odio manifiesto y observando que el risueño Amadeus componía sin partitura, el maestro Salieri encargó un réquiem para no tan solo acabar con el descaro, sino también para enterrar su propia amargura.

Así están los llamémosles constitucionalistas en Cataluña. El Partido Popular quiso ver en Ciutadans una extensión de sí mismo y pasada la inicial sorpresa, ve con espanto como aquello que era suyo, no solo se puso a la venta, es que ya se lo han expropiado.

Sorprende como el baluarte de la tradición españolista en Cataluña se acoquina ante sus compañeros de viaje. Albert Riera, al margen de consideraciones subjetivas, vuela solo y reacciona con rapidez y destreza. Alicia Sánchez Camacho, ahíta de celos, se sabe competente pero no estimada. Ciutadans es quien enseña y el Partido Popular quien está aprendiendo…

Curioso momento el nuestro, al margen de simpatías, se están saltando las vallas y otros cultivarán el huerto. No me pregunten las razones, pero ver a Alicia llorarle a Rajoy por lo mal que se porta Alberto, a mí, disculpen si a alguien molesto, me pone feliz y contento.

POLITICA ES MORAL

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