Grande es el revuelo provocado por el
parlamentario David Fernández de la CUP en la comisión para depurar
responsabilidades en el caso Bankia.
Este político, en mi opinión, hizo lo que cualquier ciudadano, de haber
tenido la oportunidad, hubiese hecho. A todos se nos revuelven las tripas
cuando los culpables de la crisis eluden sus responsabilidades y siguen
medrando.
Ahora, todo el establishment de la casta política tradicional mira con sorna la
actitud del advenedizo y le recrimina las formas en sus actuaciones. Se le acusa
de demagogo, de sacar réditos de su imagen de revolucionario y finalmente, se
le advierte de que muchas de sus afirmaciones pueden ser constitutivas de
delito por tratarse de calumnias…
Bien amigo David, con la iglesia hemos
topado y las formas te han traicionado. El gran error cometido no es el apelar
a la conciencia de unos delincuentes organizados, que tras el expolio a la
ciudadanía, se escudan en la afirmación de que somos responsables de haber
vivido por encima de nuestras posibilidades. El gran error es acercarse
peligrosamente a la verdad y hacerlo de forma tan directa y descarnada. Una
verdad poliédrica y emponzoñada en la que de forma manifiesta, partidos
políticos y sistema financiero van de la mano y retroalimentan sus intereses,
se ha desdibujado por un talante agresivo que por perder las formas inhabilita
la verdad de su fondo.
Ahora, todo será hablar de lo poco
consistente de las argumentaciones del inexperto político. Se darán por activa
y por pasiva datos que abonen una imagen bisoña de la CUP y de su representante
más visible. Sin duda, de forma reservada, se amenazará la voluntad mostrada
por aquellos que no temen perder nada…
Porque de eso se trata, de los que sí
podrían perder mucho si las cosas cambiaran. Lo de la comisión parlamentaria y
las acusaciones directas y llanas a Rodrigo Rato habría sido, de plantearse de forma fría y
argumentada, un soplo de aire limpio y
nuevo en un Parlament que como todos
los sacrosantos espacios de representación ciudadana, han sido tomados por los
mercaderes que no tienen otro credo que medrar en sus negocios o vivir de las rentas
de permitir que otros los hagan.
Permítanme la licencia, en cualquier caso, cuando David
Fernández le espetó como despedida a Rato “hasta
pronto gánster”, abrió una vía no explorada, la de la propiedad en el
lenguaje. Que llamar a las cosas por su nombre es cosa útil, seria y además
ayuda a situarse.
POLITICA
ES MORAL
La política en España se ha convertido en una casta de poder que está sobre el resto de la ciudadanía. Hemos de empezar a pensar en sistemas para poder derrocar a los que se han sentado en ese poder sin servir al pueblo, únicamente se sirven a ellos. El modelo actual a de cambiar a una proximidad de la clase política al gobierno más próximo que la ciudadanía tiene para expresarse, el gobierno municipal el cual a de empezar a regir como gestor y quitar privilegios, pedir responsabilidades no solamente políticas sino que también jurídicas, quitar inmunidad sea del tipo que sea y luchar por el bien estar de los ciudadanos, un pueblo, una villa, una ciudad cuando se empieza a rebelar es efecto dominó se juntan las próximas. El poder de derrocar lo tenemos que aprovechar y saber usarlo.
ResponderEliminarTanmateix és això....amén
Eliminar