Implosión: compresión de
una masa fisionable sub-crítica esférica, o cilíndrica. La implosión funciona
detonando los explosivos en la superficie externa del objeto, por lo que la onda
expansiva se mueve hacia adentro. La onda se transmite al núcleo fisionable,
comprimiendo y aumentando su densidad hasta alcanzar el estado crítico.
Cataluña es la masa fisionable,
el Estado es el explosivo que detona hacia el interior del Principado. No
hablamos de física, hablamos de política y de futuro inmediato.
Se llenan horas de tertulia en
emisoras de radio y miles de páginas en prensa y medios digitales con la misma
pregunta: ¿Qué hace el gobierno del PP
tan plantado en la inoperancia en relación al proceso de autodeterminación de
Cataluña?”. La respuesta es de tan
sencilla, casi difícil de creer. Rajoy y su gobierno sabe que el proceso
iniciado por la Generalitat, cuyo final es la independencia, se sostiene por la
ilusión de la ciudadanía y no por un proyecto claro y definido de viabilidad
económica.
En base a ello, la tan
sorprendente técnica de “no hacer nada” de Don Mariano y sus ministros, se
convierte en un arma potente y silenciosa. Sin perder efectivos propios,
pretenden que su oponente se desgaste en guerras intestinas. La crisis no se
diluye, la economía no remonta y el PP considera, que estrangulando
económicamente las arcas catalanas, conseguirá que la respuesta social por los
recortes y las carencias manifiestas a todo nivel, provoque la contestación
social al gobierno de la Generalitat…
No se valorar cual es la
respuesta a la no beligerancia interesada, pero viene a mi memoria una época de
la Segunda Guerra Mundial que se conoció como
drôle de guerre, cuya
traducción sería guerra de broma o guerra
falsa. Se trató del periodo que se inició con declaración de guerra del 3
de septiembre de 1939 y finalizó con la
invasión alemana de Francia el 10 de mayo de 1940.
Les ruego no magnifiquen el
paralelismo, pues no pretende ser alegoría de conflictos sangrantes. En
cualquier caso, siempre que he repasado aquella época, no he podido evitar
preguntarme que impidió a las cancillerías europeas negociar fórmulas de paz en
un periodo de ocho meses. Aquí es donde veo el símil y llego a la consideración
de que al Gobierno del Estado y al de la Generalitat, les falta voluntad y
grandeza.
En términos militares, una
fortaleza asediada no merece pérdidas. La mejor estrategia es someter al
asediado por desgate. Si este, en una medida desesperada, intenta romper el
cerco saliendo a terreno ocupado, solo tendrá
la oportunidad de otorgarse un épico final.
De hecho, si no se cuenta con apoyo exterior, el asedio siempre acaba
con la ocupación de la plaza.
Difícil situación la actual.
Ilusión y voluntad versus inmovilismo y rechazo. En palabras del líder de Unió,
Duran i Lleida, “nos hemos metido en un
lio, estamos atrapados”. Bien, si, probablemente, pero el susodicho lio lo
han montado los próceres de las “dos patrias”, los poderes fácticos más
interesados en su estatus que en los pueblos que dicen defender.
POLITICA ES MORAL
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