El pasado fin de semana se
celebró en Tarragona la beatificación de más de quinientos religiosos
asesinados, en su mayoría, durante la Guerra Civil. La ceremonia estableció que
el ejemplo de los mártires nos debe
llevar a la reconciliación entre todos los españoles.
Bien, este cristiano de base sin
duda alguna comulga con la idea, más encontré a faltar algún aspecto que
realmente demostrase la voluntad de construir el presente aprendiendo sobre
los errores del pasado. Nada se dijo sobre el apoyo incondicional de la Iglesia
al régimen Franquista, nada hizo presentes a aquellos que durante y tras la
guerra, fueron asesinados por el totalitarismo que tuvo el atrevimiento de
definirse a sí mismo como nacional-católico.
Sirva como ejemplo una familia
que es la mía. Católicos pero progresistas, sufrimos la represión como
cualquier otro ciudadano que no se considerase seguidor de la fe. No es cierto
que la dictadura fuese defensora del cristianismo, la Iglesia del momento se
convirtió en un buen instrumento de control social y esta, sin ninguna
vergüenza, sacó rendimiento de la situación…
Se utilizó el precio pagado en
sangre de religiosos, como justificación del inmovilismo de la institución y se
miró a otro lado cuando incluso los propios católicos pidieron intermediación ante
los desmanes fascistas. El fruto de la traición a su propio papel integrador,
hizo que la cúpula del catolicismo hispano, con una continuada labor junto al
poder civil pero confesional, disfrute
hoy de uno de los concordatos más sustanciosos de occidente (más de 11.000
millones de euros).
Nada parece indicar que como San Agustín, la Iglesia haga de sus
pecados pasados la base de su virtud presente. Sigue hablando fuera de su
tiempo y en el acto del pasado domingo el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato
nos ilustró afirmando que “vuestra noble nación fue envuelta en la niebla
diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos
pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y
escuelas católicas, destruyendo parte de vuestro precioso
patrimonio artístico”. Definió sin decirlo a la
República como responsable de una “libertina política antirreligiosa”.
Mirando atrás, la República es responsable de
sus pecados, pero los supuestos servidores de Cristo también. Si fueron
víctimas durante la guerra, en la posguerra y durante la dictadura fueron
verdugos de manos limpias. Vistieron de dignidad lo que en realidad eran
pecados contra el hombre y contra un cristianismo que supuestamente predica la
caridad y el perdón.
Decía el mismo Cardenal Amato que “nada puede
justificar la guerra, el odio fratricida y la muerte del prójimo”. Curiosamente
la Iglesia que renace tras la guerra
española hizo precisamente eso, justificó el conflicto iniciado por un golpe de
estado, alentó el odio fratricida y explicó la necesidad de la muerte de muchos
españoles…
El Papa Francisco habló de ser "cristianos concretos, cristianos de obras
y no de palabras". Perfecto, de eso se trata. Empiecen ustedes a dar
ejemplo.
POLITICA ES MORAL
El mayor ejemplo que nos dio nuestro Jesucristo fue el de no doblegarse, fue el de predicar su creencia en contra de todos. Los que tuvieron la osadía de creer en él fueron recompensados con su presencia. Así mismo él no se molestaba en acumular adeptos, él comenzó a caminar "solo", con la aprobación y el convencimiento de su madre. Él no se molestaba en intentar convencer al que no creía en él. Enfocaba su amor sólo a los que él sabía que también creían en la existencia de su padre. Sin discriminación. El Papa Francisco ama a nuestro señor y a Jesucristo. La fe es la certeza de lo que no se ve. Es complicado entender a algunos de los que dicen seguirlo, es complicado entender entonces el porque existe entonces un filtro tan taponado y un embudo en el cual muchos jamás podrían entrar debido a sus amplias dimensiones.
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