viernes, 16 de marzo de 2012

LA SANIDAD, EL COLICO Y LA SEÑORA CARMEN.


El pasado lunes sufrí un episodio doloroso . Un cólico nefrítico me alegró la jornada y aún hoy, cuatro días más tarde, me tiene entretenido….

Pero créanme, no pretendo aburrirles con mis “plagas” personales. Quisiera resaltar todo lo que se aprende en un sistema de urgencias hospitalarias del sistema público…, claro.

Un buen amigo me llevó hasta el hospital y tarjeta sanitaria en mano, relaté farfullando que me “moría” de dolor y que aunque nunca había padecido ninguno, creía estar sufriendo un “ataque” de piedra…

Diligentemente, el administrativo me facilitó las etiquetas y la pulsera identificativa. Con un amable ademán me indicó que me sentase en la sala de espera: “en breve le llamarán”. Y no me llamaban, y el dolor aumentaba, y empecé a maldecir en arameo, y me levanté…

“Mira, no puedo más, de veras que el dolor cada vez es más intenso…, avisa o entro yo”. Reacción inmediata (seguro que mi cara descompuesta hablaba sola), me llamaron, entré y la enfermera, tras unas preguntas, me derivó a una doctora. Aquí empieza la historia.

Los pasillos estaban llenos de camillas, sillas de ruedas y butacones. Facultativos, enfermeras y auxiliares se movían tan rápido que parecían el doble de los que eran. Máxima eficacia con una gran eficiencia…

Me realizaron una vía en un box ocupado (una señora, desde la camilla, me miraba con extrañeza). Después me informaron de que me pondrían un analgésico mediante gotero, me solicitaron que les siguiese a “otra” sala…, de espera.

Ante mi sorpresa me sentaron, conectaron el gotero a la vía y la bolsa la engancharon a la pared con esparadrapo…, ¡creatividad a tope!. Sobre mi cabeza colgaron un número escrito sobre un folio, también utilizaron esparadrapo para fijarlo. “No se mueva de aquí. En cuanto pueda, la Doctora pasará a verle”. ¡Coño!..., ¿a donde podría ir?, ¡estaba enganchado a la pared con esparadrapo!...

Aproximadamente diez minutos después, regresó la enfermera y me entregó un bote. “Cuando puedas, orinas que hemos de hacer un análisis”. ¡Madre mía!..., no pude ahorrarme la ironía: “bueno cuando me desenganche de la pared iré al lavabo”. Las nueve personas que observaban el teatrillo empezaron a reír.

Ya puestos, decidí que la escena merecía pasar a la posteridad. Pedí a una “compañera” paciente que me hiciese una foto (la que acompaña este escrito), se me ocurrió decir que la pensaba publicar y entonces…, entonces la señora Carmen me palmeó el hombro y dijo: “mira muchacho, vamos a hablar”…

Gran mujer, viuda, acompañante de su hijo en ese momento, empezó a describirme el “ecosistema”. Llevaba en el más de doce horas.

“Aquí la gente está amontonada y la lentitud provoca que los pacientes discutan entre ellos. Parece que desconfíen unos de otros, vigilan que ninguno se “cuele”. No tienen en cuenta la gravedad de cada caso, están muy nerviosos. La verdad es que falta personal…”.

“Caso concreto..., una señora lleva exactamente 56 horas en camilla, en un pasillo esperando ingreso... Se están cargando la Sanidad...”.

“Hace cuatro meses perdí a mi marido y en plena agonía nos lo “aparcaron” en una sala con varios pacientes. Estábamos separados de nuestros “vecinos” por dos simples biombos. Pedí que le trasladasen a una habitación para “traspasar” en paz y se nos dijo que era imposible, que no había habitaciones disponibles…, era mentira”.

“Una enfermera me indicó que le siguiese al distribuidor del rellano y me dijo que en la planta sexta había posibilidades de ingreso. Que en realidad se mantenían habitaciones vacías para “ahorrar. Me indicó que subiese a planta, que lo comprobase y que tras hacerlo, preguntase por la coordinadora (de quien me dio el nombre) y que le montase “un escándalo”. Funcionó…, mi marido murió en paz y todos le acompañamos”…

“Mira muchacho, la gente que trabaja aquí hace lo que puede pero están desbordados. Agradezco su dedicación, pero el sistema se hunde”…

Finalizó su explicación cuando llamaron a su hijo para una cura. Se despidió diciendo: “yo de ti desenganchaba el esparadrapo e iba a orinar. Como no les llames tú, no te vas a casa ni mañana”.

El Estado del Bienestar, treinta años para conseguirlo, uno para perderlo.

POLITICA ES MORAL

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