lunes, 27 de febrero de 2017

LOS ÚLTIMOS MOHICANOS DE TRUMP


Una expresión de la cultura nativa norteamericana afirma que a los hombres se nos recordará por las huellas que dejemos. Bien, me permito añadir que esas huellas son hondas, fruto de caminos recorridos de forma errónea.  El reconocer nuestra sinrazón será la única vía para un futuro justo y en armonía con un planeta que –no lo olvidemos- no nos pertenece.

Hace poco tiempo volví a ver -por enésima vez- la película “El Último Mohicano” de Michael Mann. La película se basa en la archiconocida y apasionante novela del mismo nombre, cuyo autor fue James Fenimore Cooper. Corresponde poner hoy en valor que la película es una adaptación de la trama literaria y que no restando la falta de fidelidad al libro, brillantez al resultado, viene al pelo para dotar de historia y escenario a la actualidad de Norteamérica.

Miren, en la película, un Gran Jefe de la Nación Hurón (en el libro Delaware) afirma lo siguiente: Cuando el hombre blanco llegó, la noche entro con él en nuestro futuro. La pregunta que siempre se ha hecho el Consejo de la tribu es, ¿qué corresponde a las naciones indias?. Bien, frente a las buenas intenciones de otros personajes de la novela, el único que se ajusta a la realidad y entiende el juego en su totalidad, es el supuesto villano de la historia. El malvado Magua, un Jefe de Guerra, muestra una claridad de ideas que de haberse impuesto a la mentalidad tribal existente, hubiese escrito otra historia para lo que conocemos como Estados Unidos.

El indio que se nos muestra como un desalmado es quien recoge las mejores opciones para los nativos americanos  y las expone sin tapujos. Colaborador de los franceses contra Inglaterra, Magua explica que sus victorias también provocan temor en sus aliados y que eso es bueno. Propone imponer nuevas condiciones de comercio con Francia, diseña el sometimiento de las tribus que colaboran con los británicos, establece la necesidad de comerciar con oro y finalmente deja claro que entendiendo la ambición de los colonos blancos, las naciones indias serán tan fuertes como ellos. Es evidente que esta tesis no se impuso y las consecuencias han sido explicadas y falseadas, a partes iguales por la imperante moral anglosajona de los estadounidenses. De hecho, el  fruto de sus propias contradicciones se observa en que voten opciones como las que representa Donald Trump.

Una vez más, el hombre blanco desea más riquezas y no duda en utilizar la fuerza contra sus compatriotas indios y contra la propia salud de la nación. En Dakota del Norte, la nueva administración presidencial está ejerciendo una presión armada contra la población Sioux -para nada disimulada- en aras de pacificar la zona por la que ha de discurrir un oleoducto. Órdenes ejecutivas contra poblaciones enteras y contra la tierra que estas habitan, describen el salvajismo del pasado. Una bestialidad que sigue viva en la mentalidad de los soberbios herederos de los incultos y desesperados colonos que hollaron la costa este de Norteamérica a principios del Siglo XVII. Aquellos que buscaban un nuevo futuro en un nuevo mundo, reprodujeron la tiranía que la vieja Europa ejerció contra ellos. 

Me entristece recordar hoy la matanza de Wounded Knee de 1890 en la que se masacró a más de trescientos indios lakota (incluidos mujeres y nños) sin miramiento alguno,  en aras de las leyes federales.  Traigo el tema al presente, pues en febrero de 1973, en el mismo lugar, la nación sioux mantuvo en jaque, durante más de dos meses al ejército y al FBI. Su revuelta acarreó encarcelamientos, pero también mantuvo incólume la auto-gestión sioux de la reserva.

Bien, los ocho años de Barack Obama al frente del Imperio de nuestro tiempo, parecieron establecer correspondencias más justas entre los diferentes actores de la ciudadanía, pero todo ha sido un espejismo: siempre regresa el Séptimo de Caballería para salvar a los cautivos de los salvajes y recuperar las propiedades perdidas. En fin, John Wayne mola, pero cuando converso con mis amigos sobre el cine del Oeste (han de saber que me apasiona), siempre saco a colación a Magua y hago entender a quienes tienen la bondad de escucharme, que se trata de un gran personaje, un  tipo con los bemoles bien puestos y tan hábil con el cerebro como con el tomahawk .

Los yankees, en su totalidad, fueron heridos en Wounded Knee, pues rompieron siempre sus promesas, aniquilaron pueblos enteros y aún hoy no se han dado cuenta que siempre habrán otras naciones capaces de cortarles la cabellera.

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viernes, 24 de febrero de 2017

UNA PELI DE TARANTINO


Les he de ser sincero: sí, consciente y con todas las ganas, ni más ni menos. Sé que tienen que cumplir con su deber, así que procedan que por mi parte todo será colaboración. ¿El arma?, bien, lleva en la familia desde el final de la Guerra Civil –era la pistola de mí tío el piloto- y a todas luces, esperaba el momento oportuno para ser –otra vez-  de utilidad. Como podrán comprobar, funciona a la perfección.

Es curioso agentes, pero de veras, viéndole con la cabeza reventada en el suelo, en mitad de ese charco de sangre, no siento nada por el prócer. Quizás piensen que estoy loco pero no soy, en absoluto, un psicópata. Sencillamente he creído que me correspondía –dada la incompetencia del sistema- ejercer de juez y verdugo. ¿Qué pienso ahora?, pues estoy pensando en que un ser humano adulto tiene una media de cinco o seis  litros de sangre; lo que representa casi un 8 % del peso corporal. Esta proporción varía poco  así que para calcular la sangre de cualquier persona, sin importar su edad, sólo es necesario dividir su peso entre trece  y tendremos el resultado en litros. Curioso ¿verdad?...

Por cierto, les adelanto que cuando accedan a las cuentas del finado, podrán comprobar que de transformar los guarismos de los depósitos en fajos de billetes, sumarán más kilos que lo que mi víctima, incluso antes de verter fuera su esencia, pesaba. Sí, sin duda alguna, lo comprobarán y vendrán a las mías pero claro, ustedes son servidores públicos y ni ahora ni nunca podrán mostrar su acuerdo con mi iniciativa en público, pero si lo tienen a bien, disfrutarán con la historia de este asesinato. No tenemos prisa ¿no es cierto?.

Miren, el ahora inánime se forjo un nombre en los primeros años ochenta del siglo pasado y diciendo defender a todos, ayudó a construir un negocio político que ha demostrado producir pingües beneficios. El muy hijo de puta se ha llenado la boca –hasta hoy- de proclamas progresistas y llenas de descalificaciones hacia sus contrincantes políticos, pero como quedará demostrado llegado el juicio, y de no caer yo a manos de un sicario, en realidad todos los partidos y todas sus emponzoñadas siglas, para llenarse los bolsillos han trabajado en equipo. Visto lo visto, me darán la razón de que se trató y trata de un equipo muy bien coordinado.

Bien, les decía que supo medrar en el partido y sin estómago, llegó muy lejos. ¿Qué si tanto le conocía?, ¡pues claro!. Les insisto, no motiva la cosa la locura, su muerte es consecuencia de saber demasiadas cosas y no poder evitarlas. Todo el que se acercó al figura,  no lo duden, pudo ver como la corrupción era el verdadero motivo de su activismo político. Medró mucho y se instaló en todos los organismos posibles, pues el controlar las correspondencias económicas facilitó el que se pudiese meter mano en el cajón y que nadie se enterara. Disculpen, nadie no, pues a la sombra de mi víctima muchos “corre ve y diles” pagaron sus hipotecas y segundas residencias se compraron.

Intenté, mejor dicho, muchos intentamos, reconducir la cosa esa del gobierno, pero lo que conseguimos fue acabar defenestrados y condenados al ostracismo. Así pues se procuraron nuevas iniciativas para oponerse a tanto desmán y robo, pero así que nos acercábamos, algo sucedía que nos dejaba con cara de bobos. Los trabajos de investigación sobre recalificaciones, designaciones de contratas a dedo, contratación ilegal de cargos mal llamados de confianza o el cobro de comisiones sin tapujos no fueron atendidos ni  utilizados en los órganos políticos o públicos. Las  denuncias ante la Ley acabaron siempre como el Rosario de la Aurora. Es más, hace muy poco recibí, mejor dicho recibimos, amenazas para nada veladas.

Ahí se me saltó el relé y perdí la calma. Un mafioso que jodía la esperanza de sus ciudadanos y que hacía de su municipio un reino de taifas en el que se rodeaba de odaliscas y se dedicaba a dar o quitar futuros, me pareció un buen punto de partida para empezar a limpiar el patio. ¿La razón de que le diese matarile en un parking?, sencillo. Les hablaba antes de recalificaciones y contratas, ¿recuerdan?, pues sabiendo que la construcción de los aparcamientos públicos le había suministrado buenos calostros y también a su indigno partido, me pareció un escenario muy teatral y digno. Cierto, un punto de humor negro nunca viene mal, verdaderamente era un buen lugar para aparcar al caco para siempre. Les diré que antes de meterle la bala entre los ojos, me pasé un ratito viendo como se meaba encima y escuchando sus lloros y su promesa de compensarme con dos pisos y pasta gansa. Llegó a las siete cifras y aunque les prometo que no dudé en mi objetivo, me alagó ver que mi información era cierta y que lo que el cabrón ha acumulado en sus años de gobierno es, sencillamente, inenarrable.

No, no se lleven a error, no es un tema personal, pero no pudiendo acceder al entorno de parlamentarios, ministros, príncipes  y otras sanguijuelas, me pareció que quitar de en medio a un alcalde corrupto y poner su muerte en relación a estancias superiores, era una buena forma de empezar a hacer reformas. ¿Intentar huir?, ni por asomo. Ahora toca hacer salseo, a ver si el impacto mediático dura y despertamos a la rabia y así, empujando entre todos, los que tienen que poner los pies en polvorosa son los ladrones.

Por cierto, no pongan en marcha el coche del edil  para moverlo, es peligroso. Ahora les indico como desactivar el explosivo que había dispuesto por si no me atrevía a meterle un tiro. ¿A que sí?, realmente esto me ha quedado como una película de Tarantino, ¿nos vamos?.

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martes, 14 de febrero de 2017

GALIPOLLAS CON A.


Miren, el tiempo pasa para todos y la cosa es inapelable, pero me voy a tirar al monte y les diré que a los que mejor les sienta cronos es a los galipollas con a.

Hace ya demasiados años fui socio del Teatre LLiure y del Teatre Romea de Barcelona, ciudad en la que nací y viví hasta hace veinte años. Bien, en aquellas suntuosas programaciones, destacaban las obras francesas (probablemente gracias al prestigiado actor Josep María Flotats formado en la Comédie-Française) y en concreto aquellas cuya autoría correspondía a  Jean-Baptiste Poquelin, conocido por todos como Molière. Obras como el Enfermo Imaginario, El Avaro, Tartufo, El Misántropo y tantas otras, me hicieron disfrutar de unas preciosistas puestas en escena, pero por encima de ello, me ayudaron a entender que el mundo, queridos amigos, es de los idiotas.

Quisiera poner el valor una frase del mismo Moliere que –a mi criterio- define de forma excepcional su abundante y trascendente obra: las personas no están jamás tan cerca de la estupidez como cuando se creen sabias. Miren, uno no deja de ver como “poco amigos”  a los que nos vencieron en Rocroi, pero hoy me permito hinchar pecho y gritar ¡vive la France!, que en ocasiones uno se pone apátrida y piensa que los del parque de Monteleón pudieron quedarse tranquilitos el famoso dos de mayo, esto hubiese sido territorio del Imperio Corso y otro gallo nos cantaría…

Bien, les decía que no hay nada más penoso que un campo en barbecho que pretenda venderse como un vergel de frutales bien colmados de cosecha. Eso pasa en la política en cada ciudad y pueblo de España. ¿No me siguen el hilo?, pues esperen una miajita y verán de que va el tema. Trato de explicarles lo que ya hace mucho tiempo definió Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin como “los tontos útiles”. Esa masa que bien especiada otorga validez a las propuestas cocinadas por personas bien preparadas y que saben fehacientemente (la historia así lo demuestra) que de hacer que el rebaño se las trague, el negocio dará pingües beneficios para sus bolsillos.

Me he retraído al primer cuarto de siglo XX y ahora me espabilo para regresar al presente. En 2011 o 2012, Xavier Marín un histórico del Partit del Socialistes de Catalunya (PSC) describió de forma magistral una realidad asquerosa y emponzoñada de su partido pero que bien puede aplicarse a todos los que componen el espectro ideológico de nuestro país. Decía el fino estilista que en los partidos coexisten bienintencionados ideólogos, los políticos vocacionales y los oportunistas por fracaso profesional o por incapacidad manifiesta de buscarse el forraje por su cuenta y esfuerzo. Afirmaba Marín que estos últimos presentan un nivel paupérrimo y que gracias a ser capaces de matar por no perder el chollo de calentar su silla, hacen lo que haga falta para que los que mandan les permitan seguir oliéndoles el culo.

No se me alteren que así estamos y punto pelota. ¿No lo ven?, en los congresos de cualquier sigla, son los menos preparados los más fieles, pues saben que para medrar han de someterse al amo. ¿Consecuencia?, por todos es sabida: se reproducen los ladrones, se desnaturaliza la ideología y los partidos dejan de ser eso y se convierten en sociedades anónimas. ¿Habrán de atreverse a decirme que no?, lo sabía, no hay bemoles en sus filas.

Corresponde que regrese al principio de la reflexión, pues les hablaba de los estúpidos que se creen listos. Viven entre nosotros y habiendo recibido por sus amos tantos parabienes por ser útiles a sus designios, se atreven a dar lecciones magistrales los muy galipollas. Por cierto, sepan que en mi tierra cambiamos la i por la a pues es mejor ver a un tonto el primero de la fila para así poder reaccionar a tiempo cuando pretende ser maestro, siendo en verdad un galeote cualquiera.

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lunes, 6 de febrero de 2017

IDEAS, CONDUCTAS Y MI NO.




¿Habrá que volver a recordar que la ley no persigue ideas sino conductas? , esta frase corresponde a Antonio Casado y en la misma se puede construir la herramienta que acabe por reparar la fractura entre el Estado y Cataluña.

Nos explicaba el mismo Casado que Carles Puigdemont abriría la jornada de hoy –el día del juicio a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau- con una declaración institucional de apoyo a los encausados. Considera el periodista que se trata, en su opinión, de “una prueba más de que este pulso al Estado ha devenido absurdo, surrealista, cansino y agobiante”. Miren, le compro la parte y el todo, hago mía la crítica a la conducta de aquellos que nos gobiernan, pero introduzco una variable que siempre se soslaya: aquí la están cagando los que mandan en Cataluña y en España.

Esto ya está inflando las narices a los ciudadanos en general y ¿saben?, atendiendo a que la cosa es una problemática real, mejor sería acabar con la disputa y suceda lo que suceda, tras la cirugía reparadora, cada mochuelo a su olivo si sucede por la noche o de pasar de día, cada oveja a su corral. Aquí sucede que llevando la disputa a la consulta, saldría un no como una casa y la bilis se envasaría otra vez y retomaríamos la calma que nos hiciese centrarnos en la realidad. Se, mejor dicho, intuyo, que se pondrán los hijos de cada cuerda como basiliscos, pero este cuestionado equidistante empieza a sustituir la preocupación por el miedo a que lleguemos a las manos. Ergo corresponde ser valiente y dejar las tonterías a un lado.

En Cataluña se juega el sentido del Estado Español y atendiendo a que las posiciones se están radicalizando, mejor dejar de proteger las corrupciones de una y otra orilla y buscar una acción valiente que ponga a todos y cada uno en su lugar. Los llamados unionistas perseveran en la idea de que España y su legalidad no pueden plegarse a unos catalanes que nunca están satisfechos se les ceda lo que se les ceda, pero pudiendo hacer propia la valoración, la cosa nos quema en las manos, nos guste o no.

Me tienen amigos y conocidos la cabeza como un bombo. Los que hablan de la indivisibilidad de España dicen que por sus cojones unidos y los secesionistas de la estelada dicen que mejor solos, que juntos nos vamos a comer los mocos. Yo siempre digo lo mismo, aquí las élites extractivas de las dos orillas se tapan las vergüenzas con unos trapos que llamamos banderas. Mientras, los ciudadanos que siempre pagan las fiestas, desesperados por sus carencias cargan contra “los otros” -que según se les explica- son los que les joden el futuro.

Bien, siempre he aspirado a un Estado fuerte y justo, consciente de que nuestra diversidad es una riqueza y como tal debe ser apreciada. Lo he reflexionado hasta desgañitarme, aquí esa diversidad ha hecho que la cosa se tuerza cuando la crisis se ha comido a las gentes y ahora, cagando las consecuencias, huele tanto la mierda que toca azuzar a las gallinas para que se protejan las zorras. ¿Me dirán que no?, la crisis hace que la gente este de peor humor, más crispada y más a la defensiva, de hecho en los tiempos en que a todos nos iba mejor no había tanta confrontación. Por mi parte, procuro expresar pese al desánimo, mis  mejores deseos para el futuro, esperando que las actuales tensiones sociales queden en palabras y no se repitan desagradables episodios históricos pasados. Lo que nos sucede es la teoría denominada del gallinero: mientras la ratio de espacio por animal es alta y no falta el pienso, las aves ni tan siquiera cacarean, pero cuando se las somete a la aglomeración y al hambre, se destrozan entre ellas.

Miren, es apasionante la labor - en Cataluña y España- de separar la paja del trigo y he de decirles que habitan entre nosotros mentes prodigiosas. Estas coinciden siempre en afirmar que se veía venir que la crisis haría aflorar el animal que todos llevamos dentro y que la expresión máxima de esa situación se vería reflejada en cuestiones territoriales e identitarias: ¿no les parece familiar la cosa?.

En nuestro pasado reciente, en el último cuarto del Siglo XX, la rabia, la desesperación, las luchas sociales en definitiva, se traducían en manifestaciones y reivindicaciones visibles y vehementes. Así conseguimos entre todos un país que apuntaba a un mejor futuro tras la noche de la dictadura. Ahora descargamos bilis frente a un enemigo necesario para justificar nuestros fracasos y pareciendo hacer algo, nada provechoso nos sucede y sí perdemos las opciones de preservar la sociedad de bienestar. ¿Lo ven?, esto de las identidades es una droga de diseño eficaz y barata, muy barata.

Si han llegado hasta aquí, muchos de ustedes dirán que no me mojo por nadie. Yo les digo que nones, que me mojo tanto que me mojo por todos. Les retomo lo dicho por Antonio Casado y les digo que  partiendo de la inapelable idea de que deben reprimirse conductas y no ideas, corresponde acabar con esta milonga de una puñetera vez. ¿Qué como se hace eso?, es evidente amigos, eso se hace votando. Fabulo con el día después a las urnas y veo una España regenerada que se dedique a trincar a los que lo robaron todo de Finisterre a Gata y que  tras encerrarlos bajo siete llaves, iniciase un proceso constituyente que nos regresase al honor de ser españoles.

Por cierto, quizás no se lo pregunten, pero me place el decírselo. Yo votaría NO a la independencia, ya lo hice el 9 de noviembre y ¿saben?, no me pasó nada.

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domingo, 5 de febrero de 2017

AZÚA, EL APRENDIZ D´ANNUNZIO.


El hombre que siempre va conmigo es un sabio. Esa es luz y su carga, pues cuando alumbra la verdad, lo que sucede es que aparecen los monstruos.

Hace ya demasiados años que me indica y afirma, que el gran fracaso de esto que llamamos nuestra España, es el café para todos que los malos camareros le sirvieron a todo el mundo. Tras el exilio de la dignidad durante la dictadura, volver con la frente marchita hubo de parecer una trampa que nos hiciese presos de la esperanza de una nueva realidad.  Ahora sabemos que todo fue una farsa para que el franquismo se reinventase en una amable fachada y para eso, sin duda, se repartió alpiste. Así, llenándonos el buche y drogándonos el seso, acabamos disfrutando de la gran fiesta y se consiguió que cuando se nos guiñaba un ojo, mirásemos a otro lado.

¿Era necesario un galimatías de 17 comunidades y dos ciudades autónomas?. Es probable que afirmen ustedes que no y yo mostraría mi acuerdo con la cosa, pero la realidad fue y es muy pero que muy distinta. ¿Recuerdan aquello de que los árboles no permiten ver el bosque?, pues ahí debemos empezar a entender el plan que supuso la España de la Autonomías. ¿Qué hay descontento en algunos territorios?, ahí va una autonomía. ¿Qué no puede hacerse una Ley de Punto Final para que se paguen los crímenes del franquismo?, pues échale a los díscolos una autonomía. ¿Qué las siempre hambrientas élites económicas necesitaban seguir en su línea?, pues vayan desfilando legiones de políticos que les sepan arreglar las cosas para que puedan seguir comiendo. ¿No lo ven?, esto ha sido un gran circo y es evidente que nos han sabido entretener.

Bien, les hablaba de los monstruos que descubre la luz, ¿recuerdan?. La cosa es que hoy he visto a uno de ellos y sabiendo cómo se del mismo y habiendo leído sus letras, me asusta y mucho que se siente en la H de la Real Academia de la Lengua Española. Les hablo de Félix de Azúa un literato empoderado en salvador de la patria cuando en realidad –a mi me lo parece- es un hombre que mamó soberbia y no viéndose respetado se presta muy fácilmente a decir estupideces.

Desde la dignidad no merecida que le otorga la Real  Academia se cree el muy  felón un D'Annunzio español y se está prestando a ser la base cultural que justifique nuestro regreso al pasado. Proclama a todos los vientos, el autor del libro “Historia de un idiota contada por él mismo”, que hay que aplicar el Artículo 155 de la Constitución. Explica con mucho cultismo que debe acabarse con las garantías constitucionales para acabar con el independentismo catalán. Bien, pongamos que Cataluña es el coco, pero no se queda aquí el muy orate: pretende que ese sea el primer paso para acabar de un plumazo con el Estado de las Autonomías.

Acojona el discurso, un fascista se basa en la Democracia para reinstaurar la dictadura. Tendencia cada vez más visible, como no vigilemos y estemos dispuestos a repartir a dos manos con la legalidad de todos y no con la que leen unos pocos, veremos que la pluma también es peligrosa cuando las mentes enfermas las esgrimen para curar sus impotencias.

Les he citado un libro del señor Azúa que contaba la historia de un idiota, han de saber ustedes que se trata de una biografía aunque se haya pretendido hacer pasar por una reflexión mancomunada. La soberbia de este académico roza el absurdo y diríase que cuando se mira al espejo es capaz de declararse a si mismo amor eterno. Les pondré unos ejemplos que les deberían escandalizar, pero si ello no sucede es que mejor que no nos encontremos para hablar. Sin duda serán ustedes unos reaccionarios que canten aleluya cuando por la tele aparece Donald Trump.

Atendiendo al genial autor deberá saberse esto: “los padres destrozan a sus hijos haciéndoles felices; los amantes se destrozan entre sí haciéndose felices; los sabios se mantienen en una rigurosa ignorancia con el fin de hacer felices a los humanos; los poderosos explotan a los débiles para facilitarles la felicidad; y los artistas chapotean en ese delirio obsceno, buscando fragmentos en el mar de sangre, para exhibirlos en el museo con un cartelito que lleve su nombre”. ¿Lo ven?, sin pretender ser sincero Don Félix quiere carteles sin que le importe el precio.

Dejar clara esa aspiración -para mí obscena- se concreta en otra idea de la misma obra: “ganar dinero es la gran excusa metafísica que ayuda a soportar los más abrumadores tedios”. Me encantan esos seres que por algún motivo que les marcó la infancia, andan cobrando facturas de aquellos que un día parecieron ofenderles. Félix de Azúa es un síntoma de la enfermedad que postrará a España, se llama fascismo y cuando el mismo llega a habitar los libros, según nuestra tradición más decimonónica que llegó al Siglo XX, no queda más que tomar el camino del exilio o acomodarse en un  paredón al amanecer.

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jueves, 2 de febrero de 2017

FEBRERO Y EL GENOCIDIO DE LOS GALGOS.


Afirmó Victor Hugo que los animales son de Dios y que  la bestialidad es humana. Así pues, toca esta mañana, cagarse bien cagados en los ancestros de los hombres que crían perros para el disfrute de la caza y cuando los animales “no valen” a ojos de sus dueños, se les cuelga de una rama para que agonicen bien lento.

En este país de salvajes, casi 200.000 galgueros practican la caza e la liebre y estos mismos personajes, matan o abandonan más de 50.000 perros cada año. Les dirán estos brutales homínidos que eso no es cierto, pero la cosa está clara: no existen galgos viejos y eso no cuadra nada.

Miren, el término  genocidio, según la Rae significa aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos. Bien, se que hablamos de perros, pero han de saber que los perros tienen alma y a todas luces –no lo duden- muestran más humanidad que el propio hombre. Así que hablaremos de genocidio pues no hay palabra que defina mejor lo que hacen muchos desalmados con sus canes, que por otra parte –parece increíble- crían ellos mismos.

Los galgueros dicen que están enamorados de la raza del galgo español y que su actividad garantiza la supervivencia de estos lebreles,  pero la realidad no tiene nada que ver con lo que sale de sus pútridas bocas. Los galgos son puras herramientas para competir y cazar, sí la herramienta falla, se la desprecia y a otra cosa mariposa. Los perros que no son útiles a sus fines o no cumplen sus expectativas, son asesinados mediante ahorcamiento, disparos y en el mejor de los casos abandonados a su suerte para acabar muriendo de inanición o bajo las ruedas de un coche. Sí, esta es la única y jodida verdad: cada mes de febrero, terminada la temporada de caza, empieza el exterminio de los galgos, empieza su genocidio.  

Algunos piadosos lectores estarán indignados y mirarán de reojo al perro que vive en su casa y que consideran parte de su familia. Pensarán en el cariño que le tienen y en que nunca podrían hacerle daño, tras la inicial tristeza se indignarán y quizás se pregunten si podrían hacer algo para evitar esta tragedia, pues sepan ustedes que muy poco más allá de adoptar un galgo mediante las ONG que se dedican a salvarlos.

Miren, en muchas provincias de España, maltratar a estos perros no está mal visto. Les apunté antes que a los galgos se los cosificaba como herramientas y así, el ciudadano, de ver un animal vagando desnutrido o desfallecido en el suelo, con mirar a otro lado lo tiene solucionado. La vida útil del galgo para su amo se sitúa en tres o cuatro años, después toca disponer de sangre nueva y a los galgos veteranos que se ganaron el respeto (una idea sádica de los criadores), se les ejecuta colgándoles de un árbol y se les despide mientras los chuchos tocan el piano. Se dice de tocar el piano a colgar al perro de una rama mediante un cable o cuerda, de manera que el pobre bicho tan solo evite el ahorcarse a sí mismo manteniéndose de puntillas sobre las patas traseras, ¿lo imaginan?, ¿ven el sufrimiento?, ¿escuchan los sonidos guturales aumentando conforme les abandonan las fuerzas?, yo sí. Ahora mismo pienso en colgar a cazadores y lo haría bien contento, pues no reconozco yo como iguales a semejantes animales y no hablo de perros.

En cualquier caso, la responsabilidad recae sobre nuestra conciencia. En las zonas en las que se masacran galgos no existen las denuncias frente a las autoridades, las gentes no quieren problemas de convivencia con sus vecinos y así, salvando las distancias, hacen como los alemanes hicieron durante el nazismo, veían llegar trenes cargados de gente a los campos de concentración, pero lo que pasara con ellos les resultaba indiferente. ¿Exagero?, no amigos no, lo de los galgos define, del contenido de nuestras almas, lo peor.

Les seré para acabar sincero, me pregunto  si los genocidas de los perros tienen hijos. Si los tienen, a ciencia cierta que les trasmitirán sus digamos valores y cuando hago la derivada, no puedo evitar el asco pero tampoco el miedo.

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