Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te
devore desde el interior. Frida Kahlo
Bueno, mientras vamos haciendo
del gilipollismo una forma de vida, hablamos de multiculturalidad, encajamos a
martillazos el género femenino allí donde del mismo nunca se hizo uso y
llevamos la igualdad a los ninots de los semáforos, hoy Día de la Mujer, unas damas con dos ovarios, en ese lugar que
llamamos Kurdistán, se lían a tiros con un mundo oscuro y confesional que en
nombre de un falso Alá quiere reducirles a meros úteros con patas.
Una vez más me sube la sangre a
los ojos y a riesgo de que se me censure
el tema, me toca hablar de lo que creo, tirándome al monte si fuese necesario,
pues la cosa vale la pena y es de justicia. ¿Van siguiendo ustedes la evolución
de la tontuna del tema género?, ¿podrían ustedes explicarme a que se debe tanta
y pura estulticia?. Es que a mí se me
levantan las carnes, pues parece que no hay una cabeza buena. A fe mía que ser
progresista en estos tiempos diríase lo mismo que comulgar con los métodos de la
Santa Inquisición.
No estoy muy al tanto de las
derivas de muchos políticos y sus siglas, pues entiendo que una concepción de
vida basada en eso que llamamos izquierda deberá ser, sin lugar a dudas,
integradora. Pero miren ustedes, ¡alehop!, la cosa no se ajusta a lo que pienso
y muy al contrario, existen adalides de la nueva política, que a todas luces
son –Dios me perdone- unos absolutos fascistas.
Me di de bruces hace dos fechas
con la Señora Beatriz Gimeno, número 4 en la lista de Podemos por la Comunidad
de Madrid. Cuando leí sus delirantes
reflexiones sobre las relaciones entre géneros –les soy sincero-, me cagué de
miedo. Todo empezó con una frase alegórica del catecismo totalitario al que
servía de entradilla:”La heterosexualidad provoca daños en la mujer”. Aquí sí
que el “manda huevos” del catite Trillo hubiese tenido sentido…
Se despachaba a gusto la ideóloga
contra los heterosexuales y como al principio les adelantaba, no voy a dejar de comentarles ni un ápice de la bilis que la Gimeno se gasta.
Decía la prócer que ser
heterosexual no es manera natural de vivir la sexualidad, establecía que se
trata de una herramienta política que busca mantener en la sociedad una categoría
de opresores, los hombres, y una de oprimidas, las mujeres. Así el hecho de ser
un hombre significa pertenecer al género que detenta el poder y demuestra que
la heterosexualidad es el arma del patriarcado. En este punto tragué saliva y a
punto estuve de tirar la toalla, pero el abismo atrae, atrae mucho…
Seguía con fuego de grueso
calibre la Doña y mantenía que de poder elegir, las mujeres hubiesen elegido no
mantener relaciones sexuales con los hombres, no vivir con ellos y no
relacionarse con ellos. Seguí leyendo y cada vez me hacía más pequeño, pues el
fuego se tornó graneado y tuve la sensación de no poder ponerme a cubierto. La
ya a todas luces Torquemada del Sagrado Gineceo, se descarnaba diciendo que la
heterosexualidad se clava a la fuerza en las vidas y en los cuerpos de las
mujeres por lo que ser lesbiana es algo liberador pues el cuerpo se siente más
libre y respira en tanto que la mujer se hace más consciente de los mecanismos
de opresión que operan sobre ella. Yo ya no podía respirar…
Y seguía machacando sin piedad
alguna, mientras yo me achantaba y empezaba a pensar que de tenerme cerca, sin
duda me capaba. Afirmaba sin rubor que si la heterosexualidad fuese natural, o
siquiera beneficiosa para las mujeres, no necesitaría de los complejos
mecanismos que se emplean para mantenerlas dentro de ella. Se venía arriba el
tema y seguía Beatriz atacando con esmero: “decir voy a hacer que te sientas
una mujer de verdad, en realidad es decir, voy a violarte”. Cangüele absoluto
llegado a este punto del partido.
Hice una paradinha antes de irme hacía el final de la magna disertación y
aguantando la respiración me sumergí, otra vez, con el mayor desagrado. El
testarazo que me di con el fondo fue de órdago, pues así versaban dos de los
mandamientos de esta fe tan fiera: “El feminismo combate para que las mujeres
no pierdan sus energías intelectuales y/o afectivas con los hombres. El
feminismo lucha con denuedo para limitar los daños que la heterosexualidad
provoca en las mujeres”.
Yo no sé, la verdad, como
entenderían las mujeres de mi familia este posicionamiento que nos pone a los
heterosexuales a riesgo de ser linchados públicamente, pero si puedo afirmar
que estar en los extremos es caer en el totalitarismo. Cuando alguien afirma
que fomentar la no heterosexualidad es algo conveniente, algo está errado en el
planteamiento. Más cuando incluso se lleva la realidad a conceptos simbólicos
que rozan el más absoluto absurdo como los que cerraban el ideario de Beatriz
Gimeno:“La violencia machista sólo la ejercen los hombres contra las mujeres
porque los hombres son los únicos que en esta sociedad se pueden encontrar en
la posición masculina. Sólo un hombre puede sentir que tiene la legitimidad
simbólica, cultural, histórica que le da el patriarcado para matar a su mujer. Cuando
un hombre mata a una mujer por machismo, es un asesinato por odio a las
mujeres, que es lo que es el machismo simplificando mucho.”
No eres el único al que, en
ocasiones, se le va el oremus – me dije a mi mismo- pero también me miré al
espejo de forma estricta y me reconocí la virtud de no haber pretendido nunca,
pero nunca, imponer mis ideas de forma tan violenta. Lo que no entiendo es que “activistas”
como la que protagoniza este texto no se den cuenta que sus estupideces les
hacen más daño que otra cosa. Algo está sucediendo pues se está produciendo un
alejamiento de las jóvenes del feminismo, creo que precisamente a causa de sus
excesos. ¿Tan difícil es mantener una postura lógica y equilibrada de búsqueda
auténtica de igualdad ante la ley?. Pues parece ser que no…
Andamos jodidos estimados amigos
varones heterosexuales. Sin coñas, la agresividad que muestran algunos en la
defensa de sus legítimas aspiraciones da mucho pero que mucho miedo y también no poca tirria. A mí me resulta
indiferente como viva su sexualidad la gente y por tanto los dogmáticos me
ponen de los nervios, sean estos unos fachas
o unos luchadores de la izquierda. Al
final de la calle son la misma cosa aunque nunca querrán reconocerlo.
Poco más a añadir, pero no dejaré
pasar la oportunidad de decirles que me gustan los zapatos de tacón alto, la
ropa interior sensual, las mujeres con pasado e inteligencia y todos aquellos
aspectos que provocan en los hombres atracción ante las féminas. Habiendo
confesado, espero aquí sentado a que me haga reo el Santo Tribunal que preside
la Honorable Señora Gimeno.
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