Los que no quieren ser vencidos por la verdad,
son vencidos por el error. San
Agustín de Hipona.
Estoy cansado, muy cansado. Soy un ciudadano, como
tantos, que intenta poner en claro lo que ha de ser Cataluña, lo que ha de ser
España y lo que ha de ser, por extensión, el Mundo.
Demasiado dura el ruido que nos despierta cada
mañana y que clarinea la llegada del caos vestido con banderas que ondean con
falsos vientos. Creo que al margen de unionistas e independentistas, lo que
existe es un verdadero posicionamiento de la sociedad catalana frente a una situación
no resuelta por razones históricas y económicas. No construimos un estado
fuerte y basado en la pluralidad, la magnificada transición no atendió a los
tumores de enfermedades pasadas y como siempre sucede, la mentira tiene las
patas cortas…
Demasiado tiempo llevo desgañitándome con la
misma idea, siempre existen elementos negativos y positivos en la labor
política. Lo realmente importante es no ocultarlos.
Y aquí llega la única valoración objetiva que a
fecha de hoy, tengo la osadía de verbalizar. Gobernar es una labor que consiste
en tomar decisiones a riesgo de equivocarse, pero en cualquier caso, las
instituciones deben afrontar todo aspecto susceptible de generar cambios. En
ello estamos, existen tensiones, existen problemas que reales o no, son
asumidos por colectivos sociales de amplio espectro y si estos deben ser
clarificados, hay que asumir un método para despejar, de una vez y para siempre,
la realidad.
Las próximas elecciones autonómicas en
Catalunya, a la postre, contarán escaños y pretender que estos signifiquen una
u otra mayoría en relación a la independencia, me parece aberrante. Creo que la
ley D´Hondt no ayudará a dar una idea
clara de lo que desean los catalanes. Tocaría acercarse al modelo escocés y
asumir que para seguir avanzando, es menester conocer el número total de
ciudadanos que apoyan permanecer en España o crear un nuevo estado.
Un referéndum hubiese sido el mejor camino, sabríamos
a que atenernos, las razones serian dadas o quitadas, podríamos avanzar
dejándonos de milongas. Como federalista creo en un estado fuerte que haga de
las diferencias riqueza y no conflicto, como ciudadano deseo acabar con la
demagogia de los que vocean en una y otra orilla. Negándonos la realidad, nos
condenamos a vivir constantemente en el miedo y el frentismo.
Pido, mejor dicho exijo, valentía e integridad,
llamar a las cosas por su nombre, explicar con datos objetivos la realidad que pueda
darse. Como español y catalán no puedo imaginarme otra opción que no sea tender
puentes de progreso y respeto. Así, lo que hoy sueño es una propuesta legal y
pronta que permita votar, no una salida tangencial, sino una base firme que nos
dote a todos de un digno futuro.
Toquemos de una puñetera vez la sacrosanta
Constitución. Nuestros gobernantes lo hicieron para cuestiones relacionadas con
el déficit público y para cambiar los criterios de sucesión de la Corona, ergo
no hay excusa para decir que la Carta Magna no es herramienta para poner otras
cosas en su sitio. Es el momento de los estadistas versus a los piratas con
patente de corso. Es el momento de espíritus grandes dispuestos a hacer las
cosas con dos cojones.
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