"España es un país
formidable, con una historia maravillosa de creación, de innovación, de
continuidad de proyecto... Es el país más inteligible de Europa, pero lo que
pasa es que la gente se empeña en no entenderlo." Julián Besteiro
Vamos a ello. La conclusión a la
que nos lleva el resultado de las elecciones autonómicas de ayer, es
meridianamente clara. Catalunya está dividida en dos partes bien definidas (los
partidarios de la secesión y los que no) que nos indican que vía hemos de recorrer
a partir de ahora. Tocará pactar en
beneficio de todos y el problema estará, como siempre, en quienes tendrán
altura para olvidar resultados partidistas y hablar de necesidades y de
personas…
No ha de negarse que los
problemas existen y que la crisis económica ha desenterrado posiciones que en
bonanza parecían extintas, pero es precisamente en épocas incómodas cuando los
gobernantes se la juegan. Así,
llegados a este punto, tan solo nos queda batirnos esgrimiendo datos veraces y
proyectos, siendo justos y rectos, no mintiendo. Organizar ideas en base cierta y evitar demagogias
que nos aboquen al enfrentamiento. Si los soberanistas perseveran en saltar al
vacío, aún siendo raspado su aprobado, ha de ser el Estado quien con sobrada
solvencia ponga los puntos sobre las íes.
Y hablar de solvencia tiene sus
peligros, pues de no ser bien entendido el término, puede entenderse como
fuerza y yo no estoy hablando de eso. No puede defenderse numantinamente la ley
(que nunca ha sido igual para todos) como prisión y no como vía para solucionar
las cosas que no funcionan. ¿De qué nos sirve la política entonces?, ¿tan solo
es un método de proteger prebendas?. Se trata precisamente de escapar a la
tentación de utilizar Catalunya como argumento para las elecciones generales de
diciembre y empezar a tomar decisiones que nos permitan estructurar un Estado
sólido que plantee futuros y no presentes.
La cuestión independentista es
observada con enorme interés en Europa y en todo el mundo. Si bien es cierto
que se considera un asunto interno, no cabe duda que crea inquietud y en todas
las cancillerías se espera, por el bien de todas las partes, que el gobierno
español y catalán busquen puntos de encuentro y acaben con un conflicto que a
nuestro tiempo no le es propio. No se puede negar que el nefasto café para
todos del sistema autonómico fue el polvo que nos ha traído estos lodos. Así, existiendo
asimetrías en competencias y en la cesión de la gestión de recursos (miren
ustedes al norte euskaldun y navarro), seguro que existen herramientas para
establecer un pacto.
Pueden llamarme iluso pero creo
en conciencia que la mayoría de los ciudadanos de Catalunya (también muchísimos
de los que han votado si), pretenden solucionar los problemas en base al
diálogo, pero exigen cambios y han apretado los dientes para provocar una
sacudida que sirva para que aparezca lo mejor de cada uno en estos momentos tan
tensos y amargos.
Es momento de ingenieros que
restablezcan puentes, es momento de ser estadistas y no políticos, es momento
de entender que no puede hablarse de ellos o nosotros, pues tan solo existe una
verdad absoluta, todos somos una sola cosa. Insisto, la salida a este meollo es
política, cuanto más tardemos en aceptarlo, más nos acercaremos a los extremos
irreconciliables.
En ocasiones, la indignidad
pervierte las más sabias reflexiones. Hace ya unos años, Mariano Rajoy citó a
Cicerón afirmando que para ser libres hemos de ser esclavos de las leyes. Sin
que sirva de precedente, comparto la opinión del Presidente del Gobierno del
Estado pero creo que no es el mismo sentido el que yo le doy a sus palabras. Leyes sin duda, normas por supuesto, pero que
nos tengan a todos dentro.
Por cierto, hoy no empieza tan
solo una nueva legislatura autonómica. Hoy empieza el camino que nos lleva a una nueva España,
cuidado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario