El gran desafío de la nueva
ejecutiva socialista, tras la victoria del Partido Popular en las últimas
elecciones generales, era recuperar el control de la situación en sus reinos de
taifas y establecer una estructura de poder que pudiese dirigir de forma
eficiente, permítanme la licencia, “el esfuerzo de guerra”…
La realidad, como en otras épocas
del pasado de España, se ha impuesto del peor modo. Las disensiones internas de
los socialistas desdibujaron el objetivo que autentificó su papel. Me refiero a
luchar por la justicia social basada en la sociedad del bienestar.
Convertidos en mercaderes e
incorporados a las élites extractivas de las que decían defender al pueblo, los
responsables de PSOE y sus representantes autonómicos, se abandonaron a la
ilícita lucha por mantener el estatus al margen del interés de sus votantes.
Como en la Guerra Civil, unos pugnaron por hacer “la revolución y la guerra al
mismo tiempo” y otros por “ganar primero la guerra y después la revolución”. El
espacio abandonado en el frente, permitió que la derecha más conservadora e
involucionista cerrase filas y avanzase sin encontrar resistencia.
Entestados en aquello de que si galgos, que si podencos,las disensiones internas fueron y
son continuas. El miedo a perder cuotas de poder llevó al paroxismo, a la
ceguera interesada y los votantes, finalmente, despertaron. Sabiéndose
huérfanos, se acercaron a opciones que a priori, por nuevas, ofrecían una
verdadera posibilidad de cambio. Hasta aquí llego la montura, cansada y
escuálida, pero próxima a fenecer y contra todo pronóstico, se entesta en
seguir a un galope que ya no puede mantener.
Las traiciones entre dirigentes,
los adelantos interesados de comicios como los andaluces, la perdida de la
transversalidad en las nacionalidades históricas y la imperiosa necesidad de
tapar los agujeros, que en la decencia socialista, ha provocado la innegable
corrupción, llevan a que el “socialismo”, cual Saturno, devore a sus hijos…
El avestruz socialdemócrata
entierra su cabeza y los factótums socialistas sienten como la soga se les
aprieta al gaznate. Podemos es el peor síntoma de la propia realidad. Ya no son ni están y por sorpresa, algunas
formaciones vacías de programa, hacen de la caída del gigante su contenido.De veras, esto ya es pandemia. Lo
de Pedro Sanchez y Tomás Gómez en Madrid es tan solo un síntoma, la peste
bubónica ya ha afectado a todos los rincones del reino, los barones se limitan
a luchar por la propia vida y hasta en los pueblos más pequeños, llegadas las
municipales, se darán de dentelladas por conservar los castillos.
En mi ciudad se ejemplifica lo
narrado, viejos combatientes desempolvan armas y retornan a la pugna, dicen
pretender retomar un pasado digno. Frente a ellos, los que un día fueron
cachorros y que con el tiempo han mordido la mano de su amo, es decir el
ciudadano. Yo no entiendo nada y lo entiendo todo, ya no son socialistas los
que gobiernan, son políticos vacios que faltos de verdades habrán de retirarse.
Decía un cartel de Solidaritat
Catalana en 1980 que “la izquierda no hace nada a derechas”. Todo parece
indicarlo, ¿pero saben ustedes?, algunos decimos que no es cierto, que el
progresismo es la vía y que por mucho que se mire, con la que tenemos encima,
no queda otra.
Me gustará salir a la palestra y
en mitad de las falsas tormentas ideológicas, afirmar que una sociedad justa es
posible. Espero que merezcamos ser
escuchados…
POLITICA ES MORAL
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