Si todos los políticos son
iguales, si todos los partidos son iguales, si nada va a cambiar, ¿para qué
votar?...
Estimados ciudadanos, existe una
única razón y de un valor incalculable. Votar es lo único que se ha demostrado
eficaz, para bien y para mal, en nuestra democracia.
Todo activismo frente a los
problemas o a las manifiestas injusticias sociales, se ha estrellado contra
unos gobiernos que han hecho de sus mayorías patentes de corso. Podemos mirar a
otro lado y decir que no, que la calle es el escenario de la voluntad popular,
pero la realidad es otra, nos guste o no…
Cada cuatro años se convocan
elecciones a nivel local, autonómico y estatal, en Europa cada cinco. Es en el
momento de esos comicios, cuando un sistema electoral manifiestamente injusto
puede ser la trampa de aquellos que pretenden manipularlo. ¿Qué debemos hacer
entonces?, ¿a quién hemos de votar para conseguir un verdadero cambio?. Sencillo,
primero imponernos la obligación de emitir nuestro voto, pues a pesar de la
abstención, la representación se otorga en base a los sufragios de una minoría social
(recordemos que un 50% de participación se considera un éxito y lo normal es no
llegar ni al 45%).
Primer punto de atención, cuanto
mayor sea la participación, más real será la representación social de los
cargos electos.
Sin duda la abstención es un
derecho, pero atendiendo a la experiencia pasada, en nada afecta a los partidos
mayoritarios. Votar en blanco visualiza el descontento frente al sistema, pero
abona un terreno estéril. Trocar blanco en siglas podría ayudar a las
alternativas con menos votos a tener representación. No incidiré en demasía en
los votos nulos, pues estos son escasos y en realidad tienen el mismo efecto
que la abstención (en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, en mi
pueblo, algunos votantes escribieron en las papeletas frases de protesta y tras
quedarse muy a gusto, regresaron a casa
sin haber conseguido nada de provecho).
Segundo punto de atención, ¿la
mayoría absoluta representa realmente a la mayoría social?.
Sin ninguna duda, no. La Ley
electoral parece estar diseñada para el bipartidismo. Si desean comprobarlo,
revisen los resultados de cualquier elección y verán como partidos con una
menor cantidad de votos consiguen más escaños que otros…
Tercer punto de atención, ¿qué opción
nos queda para alterar una realidad injusta?
En mi humilde opinión, votar a
partidos minoritarios. Romper con ese gesto la estructura del inmovilismo
clientelista, en definitiva romper la baraja que hasta la fecha han usado los tahúres
conocidos. No vale decir que todos los políticos son iguales, ¿Cómo podemos
afirmarlo hasta que no puedan hacer una verdadera labor de gobierno?.
Hemos de informarnos, acercarnos
realmente a los candidatos y sus propuestas, analizar los partidos en su
espectro más amplio, valorar el trabajo tangible realizado en el verdadero
activismo social y entonces, tras ejercer nuestro verdadero cargo de
ciudadanos, optar en conciencia en el momento de introducir nuestro voto en las
urnas.
No quisiera omitir una obligación
autoimpuesta. No esconderé que estoy
integrado en una formación política, la misma concurrirá en las próximas elecciones
municipales y estoy seguro que soy y somos tan sospechosos como cualquier otro
partido que en el pasado se postulase a hacer las cosas mejor. Pero lo cierto,
lo que es innegable es que nada del pasado nos lastra el futuro. Siendo así,
¿no creen que iniciativas nuevas merecen una oportunidad?. Interesadamente yo
afirmo que sí, pero la respuesta estará, como siempre, en todo y cado uno de
los habitantes de mi pueblo…
Cuarto punto de atención, ¿podemos
asegurar la eficacia y la eficiencia de los partidos alternativos una vez
gobiernen?.
Sin duda la respuesta es sí. En
cualquier caso y como ya he reflexionado anteriormente, todo pasa por una
masiva presencia de votantes para conseguir representación de esos partidos. De
nada sirve una gran propuesta si no se plasma en una representación real en los
órganos de gobierno.
De veras, ser ciudadano es un
cargo público en sí mismo y como tal obliga. Llegarán los comicios, si no
hacemos nada, si damos por bueno que decidan otros, si nos dejamos llevar por
la gradilocuencia de aquellos que tienen más recursos para propaganda, para
manipular los medios de comunicación, para convocar actos lúdicos y para
sonreirnos sin decoro mientras no buscan más que nuestro voto, entonces
caeremos en la vieja trampa como conejos frente a los focos de un coche.
Quinto y último punto de
atención. Cuando no hacemos lo que toca, viene otro y lo hace por nosotros. No
queda otra, el que quiera peces que se moje el culo y han de creerme, por ir a
votar nadie ha pillado una pulmonía.
POLITICA ES MORAL
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