Y como las Navidades, llegaron
las elecciones…
Hoy en una de mis habituales
conversaciones con uno de mis vecinos y amigos, he recogido lo que podríamos
llamar la “teoría y práctica del votante
desencantado”. Si se me permite, quisiera exponerla.
Hacía tiempo que no tomábamos un
algo juntos y hoy ambos hemos podido regalarnos la mutua compañía. Persona de
cultura insondable y mente brillante, me ha embestido como un búfalo en la
sabana del Serengueti. Tras cursar la comanda, mi amigo ha empezado una
encíclica casi papal y sin anestesia, me ha operado a corazón abierto…
Ha repasado nuestro inmediato
universo político, ha rememorado los gobiernos de nuestro municipio desde los
años ochenta hasta ahora y ha mostrado su extrañeza por no haber percibido un
incremento del compromiso y el activismo de la ciudadanía. No se ha ahorrado
críticas a todas las formaciones tradicionales y a las que ahora hablamos de
regeneración. Me ha invitado a que le indicase que debería hacer un vecino como
él para introducir, en conciencia, una papeleta u otra en la transparente urna
de plexiglás.
Miren ustedes, tras asentir a sus
palabras, he verbalizado de forma queda lo siguiente: “¿La verdad?, la verdad es que yo, metido como estoy en esto que
llamamos política, bajo el prisma de un ciudadano, no votaría”. Silencio,
mirada incrédula y frente a mí una sonrisa llena de sorna. Muchas veces, por
buenas que sean nuestras intenciones, nos vemos obligados a poner punto en boca
y aprender. Así ha sido y el maestro, sin
duda, se ha mostrado como un gran psicólogo social.
En un bar de barrio se ha
descrito con detalle lo que es y lo que debería ser. En un pueblo del Baix
Llobregat alguien ha estructurado un discurso que hace tiempo hice mío pero que
me llena de alegría saber que es compartido. Siendo cierto que el sentido común
es el más escaso de los sentidos, hoy ha decido que se niega a extinguirse…
“Mira, es hora de dejar los fuegos artificiales, es momento de dejar
los discursos y hablar de cuestiones prácticas, es necesario que los vecinos
analicemos lo que se nos dice y lo que se nos promete para poder repartir
patadas y confianzas a partes iguales”.
Un alumno no interrumpe al sabio
y llegados al primer silencio, he hecho un ademán invitando a que continuase
con su clase magistral.
“¿Sabes?, veo que se recurre al frentismo, a ponerse en valor en base a desprestigiar al contrario, al
cacareado tu más y en definitiva a decir lo que haga falta para llevarse el gato
al agua”.
Por mi parte, seguí asintiendo y
callando. Pero el monólogo se fue tornando denso…
“Ahora es momento de ser prácticos, de valorar la honradez de las
personas que se llaman políticos y de
analizar de forma exhaustiva sus propuestas. Hay que invertir tiempo en leer a
fondo los programas, debemos evitar quedarnos con el presente y viajar al
pasado para observar que han hecho y dicho los que nos sonríen sin mirarnos.
Mira es el momento de exigirnos ser un poco cabrones. No debería ser así, pero
nos han mentido, nos mienten y lo peor de todo es que la culpa es nuestra”.
Llegados a este punto ya era yo
el que tenía la sonrisa acerada y empecé a notar que mis cuerdas vocales
vibraban. Hice un esfuerzo y mantuve la boca cerrada.
“En un pueblo como este hay que acercarse a los candidatos, a la
persona que hay tras la fachada de las siglas y sin duda pedir toda la
información, exigir que las propuestas sean concretas y lo más importante, que
dejen de excusarse en que si la Generalitat no hace esto y lo otro o en si el
Estado es más justo o menos. ¡Coño!, ¿no estamos hablando de las Municipales?.
Es verdad que no se trata de mirarse el ombligo, pero yo creo que nos debe
gobernar gente que mire por su pueblo antes que por otra cosa. ¿No te has
metido en esto?, pues ahora me explicas que tiene tu propuesta para que la
vote”.
Créanme, noté que el cortado
estaba frio. El se lo había tomado en el minuto uno, pedimos dos más y comencé
a hacer proselitismo: “Mira proponemos
cuestiones prácticas basadas en datos objetivos tanto a nivel legal como
económico. Buscamos espacios de encuentro dejando al margen peleas partidistas propias
de los partidos y no de la ciudadanía. Argumentamos la transparencia con
nuestra propia realidad cotidiana que nada tiene que ver con los partidos
franquiciados que tienen hilos sobre sus cabezas. Nos ofrecemos en base a
nuestro trabajo y libres de deudas que pagar. No deberemos rendir cuentas a
ningún estamento superior y por tanto seremos creativos en nuestras
iniciativas. Explicaremos hasta la saciedad que la prioridad de un gobierno
local es la actividad económica para facilitar la más amplia política social.
Finalmente abriremos literalmente las puertas del Ayuntamiento para que quien
lo desee se sienta en su casa y pueda observar cómo podemos decir NO sin
reservas y preguntar ¿POR QUÉ? aunque el hacerlo levante ampollas”.
Tras un silencio, mi amigo
levantado el índice como una advertencia me dijo que lo que acababa de decir
era casi lo mismo que el había argumentado. Respondí…
“Cierto, así que ya sabes la papeleta que debes meter en el sobre.
Recuerda, puedes identificarte con el DNI, el Pasaporte o el carnet de
conducir”.
Hemos quedado para hacer el
vermut el próximo domingo.
POLITICA ES MORAL
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