Nada en el mundo es más
peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Martin
Luther King
Siempre la misma opinión, siempre la misma queja: “Todos los políticos son iguales. Se meten en
política para robar. Esto no tiene remedio”… ¿Cuándo escucharemos alguna reflexión
dirigida a la acción social, a la consecución de cambios por nuestro compromiso
como ciudadanos?.
Por muy extraño que nos parezca, nosotros, en nuestro posicionamiento
personal, debemos convencernos de que ser Ciudadano es un cargo público en sí
mismo. Que nuestro papel no es tangencial en el ecosistema social, que somos
jueces y parte, que ostentamos el poder. ¿Cómo articular quejas desde la
inactividad y el abandono de los espacios comunes de nuestra sociedad?. No
queda otra, debemos implicarnos y participar en nuestro entorno para finalmente
forzar derivadas que provoquen cambios reales…
Es cierto que existen motivos para el desánimo, no podemos
negar el esquematismo vacio de las propuestas políticas tradicionales, pero es
necesario por tanto, establecer y desarrollar nuevos modelos de representación
y gestión pública. Aun aceptando que la ideología fenezca, es innegable que
subyace una idea de interés común. La sociedad del bienestar, en el momento en
el que nos encontramos, puede bien identificarse con la buena y trasparente
gestión de los recursos públicos al margen de siglas partidistas.
Los partidos orgánicos seguirán procurando que el status quo
actual se mantenga. No en vano han convertido la política en una fórmula para
garantizar sus cuotas de poder y gracias a ellas, una lucrativa forma de vida. La
desconsideración que sufrimos como ciudadanos es fruto del propio sistema, de
su incapacidad de dar solución a lo que denominamos “interés común”…
Bien, llegados a este punto, conscientes de lo caduco e
injusto de nuestros sistemas de representación, debemos tomar las riendas de
nuestro entorno, dotarnos de una nueva realidad. Los grupúsculos sociales que actúen
en proximidad generarán, por el principio de subsidiariedad, nuevas sinergias
que cual manchas de aceite crezcan hasta “contagiar” estructuras de mayor
tamaño y relevancia. Lo que ahora hagamos condicionará nuestro futuro, aquello
que consideremos de interés común, lo que nos pueda convertir en una sociedad
equitativa y justa.
Tenemos el derecho y la obligación de participar en nuestra
comunidad. Podemos dotarnos de capacidad de acción auto-regulada, de espacios
comunes, de alternativas alejadas de las decadentes propuestas tradicionales.
Podemos optimizar el bienestar público aparcando los intereses de unos pocos y
retomar la idea de poder y representación popular.
En cualquier caso, nuestra es la primera y última
responsabilidad. Ser y comportarse como ciudadano nos obliga a desarrollar la
idea de identidad plural y de pertenencia a nuestro entorno, aquel en el que cada
día interactuamos socialmente. Actuando con esta responsabilidad, reconoceremos
nuestros derechos y veremos meridianamente clara la obligación de defenderlos.
En resumen, los ciudadanos, debemos tener
más y más alcanzables mecanismos de colaboración, acercamiento y control de
todo lo relativo a la gestión de los órganos de gobierno.
Somos ciudadanos, somos responsables,
debemos participar…
POLITICA ES MORAL
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