La incultura es una situación que encierra al hombre tan
herméticamente como una cárcel. Simone de
Beauvoir.
El
término cultura, en su origen latino, significa cuidado del campo. A través del
tiempo y de la evolución de la sociedad humana, va asentándose un sentido
figurado que describe el desarrollo del conocimiento y la adquisición del
mismo. En los estados nacidos de la caída del antiguo régimen y el modelo de la
Revolución Francesa, ser culto es sinónimo de ser libre…
Partiendo
del binomio cultura-libertad,
aquellos ciudadanos considerados “cultos” pueden ser un peligro para los
gobernantes que desean y necesitan masas amorfas , carentes de criterio propio
y por tanto sin capacidad crítica. La derivada siempre será hacia aquellas
actividades de sencillo entendimiento, fácil consumo y llenas de simbolismo
básico. ¿Les suena a ustedes un deporte llamado futbol?.
Pero
miren ustedes, siempre queda en evidencia la mentira de la grandilocuencia y
acaba por resurgir la llama del saber. Los pequeños cambios son poderosos y
como un fósforo pueden crear una gran explosión también en la cultura.
La torpe
medida del actual gobierno del PP elevando el IVA de los productos culturales
del 8% al 21%, no consideró que la cultura es, sin duda, merecedora del tipo
reducido de este impuesto ya que alimentar nuestro conocimiento es
objetivamente algo de primera necesidad. Tan injusta es la medida, que ya ha
aparecido algún Robin Hood que con
creatividad ha conseguido evitar que nuestro particular Sheriff de Notthingam
expolie los templos del saber.
Quim
Marcé, director del teatro municipal de Bescanó (Girona), no viste calzas
verdes ni luce una pluma en su sombrero, pero sin disponer de arco y flecha ha
hecho blanco sobre el negro futuro que parecía esperar a la institución. El
ufano director, lejos de amedrentarse, busco fórmulas para mantener la asistencia
de público y cuadró el círculo. Decidió regalar una entrada por la compra de un
manojo de zanahorias, producto que disfruta de un IVA superreducido.
¿Consecuencia?, un éxito comercial y de asistencia. Quince euros por una
zanahoria y además alimentamos el espíritu, genial el tipo de Girona…
Quizás
esta medida de supervivencia y de protesta no sea más que un gesto, pero también
es un síntoma innegable de que un ciudadano culto es, a todas luces, capaz de
defenderse. Ha sido gratificante ver como intentando que engañara al burro, la
zanahoria se ha pasado al enemigo.
POLITICA ES MORAL
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