La ciudad más grande es la que mis pasos
crean al caminar. Anónimo.
Es una reflexión sencilla en su forma, pero
realmente densa en su trasfondo. Define de forma preclara cual es el sentido de
ciudad a escala humana, ecológica y sostenible.
Es el ser humano, el ciudadano, quien
debería ser el modelo de referencia para configurar su ámbito de vida y la
relación con sus vecinos. Por tanto, es necesario buscar fórmulas de
participación del individuo en las tomas de decisiones, de tal forma que las
propuestas de ámbito urbano no estén disociadas de las verdaderas necesidades y
deseos referenciados a su lugar de residencia.
Para muchas opciones políticas, la relación
de la ciudadanía con la construcción y evolución de la ciudad ha sido y sigue
siendo algo poco relevante y carente de interés. Tan solo se ha entendido la
vertebración de una urbe como la sucesiva recalificación de terreno, la
construcción sobre el mismo y la posibilidad de rendimientos impositivos
relacionados con el proceso. Si bien la vivienda es un derecho por sí misma,
los espacios comunes no fueron ni son entendidos como parte del desarrollo
básico del individuo…
La llamada vía pública ha sido escenario de
las más absurdas propuestas arquitectónicas, condicionadas y abonadas por la
megalomanía de los gobernantes de turno. Espacios cuya utilidad debía ser
tutelada por el sentido común, se han convertido en lugares que lejos de facilitar
las relaciones humanas generan distancias sociales.
Un urbanismo lógico debe establecerse desde
las emociones sencillas, con sentido de trascendencia práctica, aseverando la
sensación de propiedad de lo público por parte de la vecindad. El arte de la prudencia
es necesario para evitar que la ciudad, nuestra casa, se convierta en un
escenario donde se inauguren aberraciones con pretensiones de lucimiento y
reconocimiento de los gobernantes de turno.
No es tan complicado establecer criterios
de racionalización de nuestro entorno. Al margen de discursos inflados de
contenido y de difícil realización, el tratamiento de nuestras calles, plazas y
espacios naturales debe basarse en una inversión racional y sostenida. En
paralelo a ello, políticas educativas incorporarán al adn ciudadano la
irrenunciable necesidad de respetar y proteger lo que siendo de cada uno
pertenece también a todos…
En conclusión, inversión que dote poco a
poco de valor natural a la ciudad, limpieza, criterios de sostenibilidad de los
servicios, normativas locales racionales cuyo cumplimiento se tutele y una
imposición clara de una idea: ningún órgano de gobierno tiene el usufructo de
la ciudad. La calle, entendámoslo, es nuestra.
POLITICA
ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario