Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno
y he perdido el cielo, sobre todo porque te ofendí a Ti, que eres bondad
infinita, a quien amo sobre todas las cosas.
Propongo firmemente, con tu gracia,
enmendarme y evitar las ocasiones de pecado, confesarme y cumplir la
penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén.
Lo que han leído es la versión católica de lo que en derecho se denominan “Circunstancias que atenúan la
responsabilidad criminal”. En ellas se detalla que redundará en beneficio
del acusado el “confesar la infracción a
las autoridades antes de conocer el procedimiento que se dirige contra él” y
el “haber procedido el culpable a reparar
el daño ocasionado a la víctima, o disminuir sus efectos en cualquier momento
del procedimiento y con anterioridad a la celebración del acto del juicio oral”.
Quienes creemos en Dios, debemos enmendar nuestros pecados antes del juicio
del Padre. El heredero de Pedro, antes de calzarse las sandalias del Pescador, debe
haber postrado su espíritu y ofrecer sus pecados como el punto de partida de la
virtud de una Iglesia que hoy presenta más secretos que transparencias…
No negaré que si un Santo ha sido espejo y guía para quien suscribe, este es
San Agustín de Hipona. En su obra “Confesiones”,
nos describe de forma detallada sus pecados de juventud y como estos le
sirven de acicate para convertirse al cristianismo. Ciertamente, nadie mejor
que un pecador para reconocer la virtud.
Francisco I es el nuevo Vicario de Cristo. Nada de su persona y actos ha de
ser oscuro y callado. Su pasado en Argentina, como Principal de la Orden
Jesuita, parece estar manchado con la colaboración de la Iglesia con la
dictadura de Videla y sus secuaces. Cierta esta o no, lo único que podemos
esperar los cristianos de base, es que sus faltas sean su carga y su remedio.
Que la angustia de aquellas decisiones tomadas en su tierra le hagan germinar brotes
limpios y que estos crezcan en la esperanza de una necesaria nueva Iglesia que
guste o no, es y ha sido la única organización humana que perdura a través del
tiempo mientras imperios, reinos, dictaduras y democracias caen fruto de la
propia naturaleza del hombre…
El Papa Roncalli, Juan XXIII, estableció un criterio que parece haber hecho
propio el cardenal Bergoglio en su apostolado hasta su elección como Sumo
Pontífice: “La Iglesia de Cristo es la
Iglesia de todos, pero en los países subdesarrollados es la Iglesia de los
pobres”.
Bergoglio elige como nombre Franscisco I en relación a la figura de San
Francisco de Asís y su regla. Le deseo toda la suerte y que Dios le mantenga el
temple y la fortaleza. Vivir conforme a la figura de su inspirador, le obligará
a ser austero y sincero. Difícil posición en una institución regida por la
ambición y la mentira.
Habemus Papam, que San Agustín le recuerde sus
pecados y que San Francisco le indique el camino que la Iglesia ha de seguir
para salvarse a sí misma…
POLITICA ES MORAL