Constitución Española, artículo 14: “Los españoles son iguales ante la Ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social”.
La Carta Magna desde su artículo 14 y hasta el 29
enumera los denominados “derechos fundamentales” que como tales son innatos,
inseparables de las personas, irrenunciables y objetivamente absolutos. Por
tanto, pueden ser invocados por la ciudadanía sin necesidad de ser
desarrollados por otra ley, ya que vinculan a todos los poderes públicos por su
propia existencia constitucional.
Nuestra legalidad es, en relación a la igualdad de los ciudadanos, meridianamente
clara y sin lugar a dudas, justa. La cuestión es otra y mucho más compleja:
¿cómo se traslada la fría redacción de una ley a la praxis en el entorno
social?. Difícil planteamiento en una sociedad dispar que hace necesario un
esfuerzo de comunicación e implantación de las normas básicas de convivencia.
En general, las diferentes opciones políticas han
gestionado la pluralidad de forma inadecuada. Se ha pasado del buenismo
tranquilizador al frentismo más reaccionario en igual medida. ¿Qué corresponde
hacer?, ¿cuál es la vía adecuada para una “política de igualdad”?. Respeto y
educación, no queda otra…
La población debe percibir que su entorno social se
rige de forma “real” por nuestras leyes y sistemas. Que ningún político o cargo
electo hace de la diferencia un arma arrojadiza con la finalidad de conseguir
rendimientos electorales, que el Estado es laico y obliga y protege por igual.
En resumen, establecer de forma preclara un ámbito privado en el que cada
ciudadano pueda ejercer su derecho a la diferencia.
De no conseguir la confianza y el compromiso del
ciudadano, otras realidades suplantarán el supuesto papel integrador de nuestro
ordenamiento legal. No hemos de aceptar la creación de guetos sociales y
cualquier político o cargo electo tiene como obligación primera y última la
incorporación de todos a la sociedad.
Nuestros representantes, sea cual sea su grado de
responsabilidad, deben trabajar en una visión global para todo el mundo, en una
infraestructura social que permita constatar a la ciudadanía que las instituciones funcionan bien,
provocando así, que cualquiera, al margen de su propia realidad, vea la
utilidad de las leyes en su capacidad integradora.
Debemos respetar el ejercicio libre de la sexualidad
al margen de su orientación, apoyar la legitimidad del matrimonio en cualquiera
de las modalidades existentes, rechazar las actitudes xenófobas o racistas y
cualquier posición sectaria que menoscabe la dignidad de las personas.
Permítanme incidir de nuevo en la idea, una
legalidad que obligue y proteja, un ámbito privado en el que cada ciudadano
ejerza su derecho a la diferencia. Ese es nuestro objetivo.
POLITICA ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario