Largo camino hemos recorrido desde la caída
de la monarquía absoluta en Francia y la configuración de lo que hoy conocemos
como Nuevo Régimen.
La Revolución Francesa estableció unos
valores ciudadanos (libertad, igualdad y
fraternidad) que podríamos
considerar truncales hasta nuestros días. Otra cosa es la real incorporación y
la praxis de dichos valores mediante nuestras leyes e instituciones…
La Francia revolucionaria es la constatación
de cómo el hartazgo de la población puede desencadenar un fallo sistémico y una derivada a una nueva
forma de organización social. También es cierto que para lograr los cambios que
derribaron a la monarquía borbona, se recurrió al terror y a la eliminación
física de aquellos que se oponían al nuevo Estado.
Sin duda, cuando el pueblo llega al límite de
sus fuerzas y ve peligrar su supervivencia, se agarra con desespero a la
ideología del miedo. Esta posición es preámbulo de cambio, pero los líderes de
una masa plena de carencias y rabia
tienen un poder enorme y peligroso. De hecho, otra vez la Revolución Francesa,
nos enseña que fue realmente la burguesía asentada la que sacó provecho del
llamado Tercer Estado, es decir, del pueblo llano, los sans culottes…
Estos eran el grupo social más amplio en la
Francia pre-revolucionaria. El verdadero músculo popular lo configuraban
artesanos, trabajadores autónomos, pequeños mercaderes y marchantes. Motivaba
su apodo el que vestían pantalones en contraposición de la moda de nobles y
burgueses, los cuales vestían calzas cortas y ajustadas al contorno del talle y
las piernas (culottes). Sin embargo,
la masa ciudadana que ansiaba acabar con los privilegios del absolutismo acabó
siendo utilizada por la alta burguesía para ocupar el papel de la nobleza.
La rabia de un pueblo ciertamente provocó
cambios, pero Francia regresó al absolutismo en la figura de Napoleón y los
estratos sociales se reinstauraron (recordemos las causas de la Comuna de París
medio siglo más tarde). En resumen, un coste en vidas enorme que hizo que
Europa cambiara para que todo quedase igual…
Se preguntarán que ha motivado esta reflexión
sobre el Tercer Estado y sus integrantes los sans culottes. En primera instancia la fea costumbre de recordar lo
aprendido, después la percepción del miedo en el entorno social y por último las
constantes posiciones y opiniones fruto de la rabia y la necesidad de revancha.
Me preocupa que la voluntad de una ciudadanía necesitada de
cambios reales, sea utilizada por unos pocos oportunistas vestidos con calzones
elegantes y acaben por dejarnos a todos sin calzoncillos. De esta situación o nos salvamos nosotros o se
impondrá la tiranía de aquellos que no desean cambios profundos que puedan
alterar su estatus. Insisto, no necesitamos escuchar que nos gobernarán los
mejores, hemos de hacer que nuestros representantes estén entre los más capaces.
POLITICA ES MORAL
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