Es esperanzador observar como los políticos
disfrutan de una gran cultura o en su defecto de asesores capacitados.
La Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, con sus opiniones sobre los posibles incidentes en la Final
de la Copa del Rey, se ha “retratado”. Lo peor de todo es que no se trata de
una posición individual, podemos extrapolarla a toda nuestra “clase” política.
En un artículo anterior, pasé a detallar la
vigencia de la teoría de la propaganda política nazi en nuestros días. ¿Un régimen
democrático se basa en una forma de comunicación fascista?. Pues sí, sin
ninguna duda…
Todos los actores de este drama buscan que la
masa social mire a otro lado cuando se “destapa” algún problema o porque no
decirlo un delito o falta. La Presidenta Aguirre ha tenido que buscar “algo”
que desviase la atención de los dos mil millones de déficit no declarados en la
Comunidad que preside. ¿Qué se le ha ocurrido?. Sencillo, se ha envuelto en la
bandera.
Curioso lo poco que hemos aprendido en este
país. Preferimos quedarnos tuertos si nuestro enemigo se queda ciego. Así nos
va…
Lo propio, en una época desesperada en la que
no se tienen respuestas, es entonar el “tú más”. Lo más fácil es acusar al que
tienes enfrente. En España, resucitar el “conflicto territorial” es un bálsamo
de fierabrás para todos los nacionalismos dogmáticos y cortoplacistas.
Los “salvadores de la patria” (sea cual sea
la que defiendan), se han leído y estudiado los once puntos básicos de la
teoría de la comunicación de Goebbels. Han aprobado con nota..
Adoptan un único símbolo frente al que
contraponen a todos sus adversarios. Cargan sobre estos los propios errores,
inventando noticias que distraigan a la masa.
Gritan hasta desaforarse para convertir una
anécdota en una amenaza grave. Los patriotas de “raza” vulgarizan los mensajes
y los repiten hasta la saciedad. Retoman la vieja actitud de “sostenella y no
enmendalla”. Así, no se descansa, no se corrige. Muy al contrario, se emiten
constantemente argumentos para disimular lo que pueda favorecer al “enemigo”. Para
este fin, cualquier político con poder real cuenta con medios afines a los que
sirve y de los que hace uso.
En resumen, los nacionalistas (insisto, de
cualquier color) se basan en odios y prejuicios tradicionales. Activan en su
beneficio actitudes casi primitivas.
Lo más sorprendente es que en pleno siglo
XXI, en un momento de supuesta cultura social elevada, mucha gente piensa “como
todo el mundo”, facilitando a los delincuentes electos una falsa sensación de
unanimidad.
Pan y circo que estos tragan. Lo siento, me
siento tan apátrida esta noche….
POLITICA ES MORAL
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